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No miren al techo de deuda, sino a Alemania
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Alberto Artero

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No miren al techo de deuda, sino a Alemania

Saquemos la bola de cristal que es viernes y la cosa va casi de fin de semana. Ya lo hicimos el pasado 27 de agosto cuando, mientras

Saquemos la bola de cristal, que es viernes y la cosa va casi de fin de semana. Ya lo hicimos el pasado 27 de agosto cuando, mientras todos los ojos estaban puestos en el conflicto sirio, tercera guerra mundial a la vista, preconizamos desde esta misma columna cómo tanto revuelo quedaría finalmente en nada y cómo el foco de atención se desviaría, más antes que después, hacia Estados Unidos y su techo de deuda constitucional, cuyo límite se iba a alcanzar a mediados de octubre (Valor Añadido, "Ñoras, ñores, la bolsa no sólo cae por Siria, sino por algo más gordo", 27-08-2013).

Así ha sido. Una situación recurrente en los últimos años que esta vez, sin embargo, se enfrenta a una particularidad: el enconamiento en sus posiciones de republicanos y demócratas que ha llevado al cierre temporal de la Administración por falta de acuerdo presupuestario y que podría conducir a un default de los bonos estadounidenses en caso de que no se deje al monstruo de la deuda seguir engordando (esta infografía de la CNN para dummies lo explica estupendamente: "What´s up with the debt ceiling?").

¿De verdad?

Ya me extrañaría, por más que la financiación a corto de Estados Unidos se haya situado puntualmente a niveles de la caída de Lehman Bros (ZeroHedge, "Panic: 1 month bill yield explodes", 08-10-2013). Ni Obama va a querer pasar a la historia como el presidente que reconoció la bancarrota de la primera potencia del mundo ni los miembros del Grand Old Party se pueden permitir afrontar la siguiente contienda electoral como rehenes de su ala más conservadora. Habrá un acuerdo no inmediato, sino dentro del plazo temporal que ambas partes se den para materializarlo. Allí el concepto de nación no es discutido ni discutible y nadie va a lanzar piedras contra el tejado de la credibilidad y la solvencia del país (miren, si no, las consecuencias explicadas por alguien con fundamento como Mohamed El-Erian de PIMCO, entrevistado por Business Insider el 08-10-2013) .

De ampliación en ampliación hasta la ruina final, eso sí.

Todo ese jaleo quedará, pues, en casi nada y será momento de volver la vista al siguiente gran issue que hay encima de la mesa y que se ve ahora oscurecido por la relevancia de lo inmediato: la decisión del Tribunal Constitucional alemán sobre el programa de compra condicional de activos u OMT aprobado por el Banco Central Europeo allá por el mes de julio de 2012. Ya saben, el famoso “haré lo que tenga que hacer y… será suficiente” de Mario Draghi que recondujo la peligrosa deriva de la prima de riesgo de naciones como España, iniciando de este modo el camino para la recuperación internacional de la confianza.

Este sí que es un elemento incontrolable que, en apariencia, y al contrario de lo sucedido tanto en Siria como en Estados Unidos, no está sujeto al consenso, sino a la legalidad, y su interpretación por la más alta instancia judicial de la locomotora europea. Y aunque las probabilidades de un fallo desfavorable en todos sus términos son limitadas -los analistas más pesimistas las sitúan por debajo del 15%-, en caso de materializarse las consecuencias para el conjunto de la Eurozona serían catastróficas.

No hay que olvidar que, por más que hasta ahora la OMT haya sido la declaración de intenciones más efectiva de la historia -de hecho, las outright monetary transactions nunca han llegado a activarse-, la reformulación severa de sus términos originales o la imposibilidad de una participación alemana en el mecanismo, podrían devolver la condición de humo a lo que nunca ha dejado de serlo y revertir buena parte del proceso de mejora financiera que, al calor de su nacimiento, se ha producido en el conjunto de la región.

Es verdad, en cualquier caso estaríamos ante el típico caso de riesgo de cola de la distribución de probabilidad o tail risk, cisne negro de los que gustan a Nassim Thaleb. Admito la crítica. Pero muchos fenómenos que hasta hace bien poco no tenían cabida en los modelos basados en series históricas, los convulsos años 2007 a 2009 los han situado -con un dramatismo práctico aterrador- en primera línea del árbol de decisiones de inversión. Hemos aprendido con el paso de los meses que sólo lo imposible es improbable, únicamente. El resto, por nimia que sea su capacidad final de concreción, mejor tenerlo en cuenta.

Avisados quedan.

Buen fin de semana a todos.

Saquemos la bola de cristal, que es viernes y la cosa va casi de fin de semana. Ya lo hicimos el pasado 27 de agosto cuando, mientras todos los ojos estaban puestos en el conflicto sirio, tercera guerra mundial a la vista, preconizamos desde esta misma columna cómo tanto revuelo quedaría finalmente en nada y cómo el foco de atención se desviaría, más antes que después, hacia Estados Unidos y su techo de deuda constitucional, cuyo límite se iba a alcanzar a mediados de octubre (Valor Añadido, "Ñoras, ñores, la bolsa no sólo cae por Siria, sino por algo más gordo", 27-08-2013).