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Mi visita al universo Juan Roig. Parte I: Lanzadera
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Alberto Artero

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Mi visita al universo Juan Roig. Parte I: Lanzadera

Un día antes de que Mercadona anunciara a los cinco continentes su nuevo Convenio Laboral, servidor, que en esto de la información está a las patatas

Un día antes de que Mercadona anunciara a los cinco continentes su nuevo Convenio Laboral, servidor, que en esto de la información está a las patatas y no olió la potencial exclusiva ni por asomo, visitaba laplataformade emprendimiento que su principal accionista, Juan Roig, ha desarrollado en Valencia. Tenía ganas desde hace tiempo. No en vano, se sabe mucho de la marca de distribución -dentro, eso sí, de los límites que marca la taimada política de comunicación de la firma-, pero bastante menos tanto del mundo de interproveedores comodel de capital semilla que orbitan alrededor de la misma y cuyo conocimiento es imprescindible para terminar de perfilar al que se ha convertido en segundo hombre más rico de este país. Mañana dedicaremos nuestro post a uno de sus productores exclusivos. Hoy le toca el turno a lo que el empresario ha bautizado como Lanzadera, toda una declaración de intenciones.

Lanzadera vio la luz en la primavera de este año con un total de quince proyectos que fueron elegidos tras un proceso en el que se presentaron 4.209 candidaturas de toda España, de las que se seleccionaron primero trescientas, luego cieny, finalmente, la quincena con la que echaría a andar. Para liderar la iniciativa, Roig no dudó en sacrificar a su director financiero en Mercadona, al que encomendó la tarea sobre la base de un mandato preliminar: "Me interesan las personas; quiero gente que, mientras llueve ahí fuera, vea la oportunidad de vender paraguas", afirmó parafraseando la frase de Warren Buffett. Una instrucción, comentan, que hizo de la intensa entrevista individualcon los promotores el elemento clave en la decisión final. Se buscaba talento pero, sobre todo, actitud. Es precisamente su falta la que ha provocado que uno de los inicialmente seleccionados se haya caído en estos siete meses de andadura real de la incubadora.

Y es que la exigencia es máxima. Así lo reconoce cada uno de los chavales -y no tanto- que están ahí. A cambio de espacio físico durante un año completo, tutela constante de un equipo de ocho personas que ayudan en cuestiones como diseño o marketing, servicios de gestoría y administración, visitas de mentores específicos y una línea de financiación de hasta 200.000 euros a Euribor, sin garantías o avales, sujetas en su liberación y en su devolución a hitos concretos, se ven obligados a desarrollar un modelo de negocio de carácter vinculante cuyo cumplimiento es monitorizado semana a semana con los propios equipos. Una estrategia que, en distinto grado, está dando sus frutos. De las 37 personas que componían los 15 proyectos al comienzo de esta aventura, se ha pasado a 74, dándose un curioso fenómeno de networking en el que los especialistas de unos no dudan en ponerse al servicio de aquellos situados en la ‘isla’ de al lado.

Se cumple así con otra de las máximas de Roig, que es "jugar en abierto". No ser celoso de las ideas propias ya que "sin pasión, talento y trabajo no servirán para nada en manos de terceros". Un pensamiento, por cierto, que choca con el carácter provinciano de muchos de los emprendedores españoles que creen haber descubierto una piedra filosofal que termina descomponiéndose entre los dedos de su falta de comunicación o incapacidad. "Todo se termina sabiendo, mejor entonces que lo cuentes tú", viene a ser el resumen de esta filosofía. En el tiempo que pasé allí, pude comprobar de primera mano que se trata de una realidad. Y más allá de la mayor o menor viabilidad de alguno de los proyectos, todos se mostraron en carne viva ante McCoy: no hubo cuestión que no respondieran ni sugerencia que no incorporaran a su reflexión.

Lanzadera no es Mercadona y, sin embargo, Mercadona es Lanzadera por mor de la involucración personal del propio Roig, que todas las semanas sin excepción acude a las oficinas situadas en la calle Serpis para sentarse individualmente con cada uno de los elegidos. Sus reuniones concluyen, al igual que con sus ejecutivos de la cadena de distribución, con un Acta de Compromisos en laque queda plasmado qué se va a hacer, quién lo va a realizar y qué plazo se da para culminarlo. A cada proyecto le acompaña una pizarra de doble entrada, visible para todos, en el que misión, proveedor, cliente, costes o monetización, entre otros elementos, deben quedar claros no sólo para sus integrantes, sino para cualquiera que pase por ahí. Un esquema que obligatoriamente ha de ser vivo, según exige el empresario, que insiste en recordar que "importa tanto la idea como la empresa, el fracaso como el éxito". Su obsesión por "crear industria en España", según comentan sus allegados, encuentra de este modo campo abierto a la concreción.

Vuelvo impresionado, la verdad. No tanto por la iniciativa en sí, sino, primero, por la proyección de alguna de las propuestas seleccionadas y, después, por el modo en el que se organiza y gestiona todo ese tinglado y el papel que desempeña su promotor. Claro que uno es impresionable por naturaleza. Probablemente no tiene mérito (Valor Añadido, "Mi visita a Inditex: cuando la realidad supera con creces a la imaginación", 22-02-2011). Me cuentan que está a punto de darse el pistoletazo de salida a la segunda edición ya que el 30 de abril los actuales inquilinos deberán hacer sí o sí las maletas y sacarse las castañas del fuego por su cuenta, algunos de ellos con fondos de la propia sociedad de capital riesgo del primer accionista de Mercadona bajo el brazo. Mientras llega ese momento, hoy mismo, lunes dos de diciembre, se enfrentan a un elevator pitch con inversores seleccionados en el que tendrán apenas cinco minutos para vender las bondades de sus historias.

Sólo queda desearles suerte. Al final, canalizar talento nacional hacia la actividad productiva y educarlo empresarialmente es precisamente lo que necesita esta nuestra sufrida piel de toro.Sobra estulticia quejumbrosa y complaciente y faltan voluntad y tesón. Proyectos como Inditex o la propia Mercadona nacieron hace ahora cuarenta años, que nadie se olvide. Seguir instalados en la cultura del pelotazo aporta poco. Pensar en grande con vocación de permanencia, inversión y empleo puede cambiar la faz de un país. Nadie le negará a Roig que es este su compromiso. A los hechos me remito.Bienvenidasea, pues, Lanzadera.

Buena semana a todos.

Un día antes de que Mercadona anunciara a los cinco continentes su nuevo Convenio Laboral, servidor, que en esto de la información está a las patatas y no olió la potencial exclusiva ni por asomo, visitaba laplataformade emprendimiento que su principal accionista, Juan Roig, ha desarrollado en Valencia. Tenía ganas desde hace tiempo. No en vano, se sabe mucho de la marca de distribución -dentro, eso sí, de los límites que marca la taimada política de comunicación de la firma-, pero bastante menos tanto del mundo de interproveedores comodel de capital semilla que orbitan alrededor de la misma y cuyo conocimiento es imprescindible para terminar de perfilar al que se ha convertido en segundo hombre más rico de este país. Mañana dedicaremos nuestro post a uno de sus productores exclusivos. Hoy le toca el turno a lo que el empresario ha bautizado como Lanzadera, toda una declaración de intenciones.

Juan Roig Capital riesgo