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Rajoy pone al Rey y a España en situación crítica
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José Antonio Zarzalejos

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Rajoy pone al Rey y a España en situación crítica

Dado que no va a contar con el apoyo ni de Ciudadanos ni del PSOE, Rajoy declinará una eventual oferta de Felipe VI para intentar la investidura como jefe del Gobierno

Foto: El rey Felipe VI recibe al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)
El rey Felipe VI recibe al presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy. (EFE)

El presidente en funciones y líder del partido popular anunció este martes una crisis institucional de proporciones colosales. Dijo en Barcelona que se comportará tras el 26-J como lo hizo después del 20-D. Lo que supone, entre otras cosas, y dado que no va a contar con el apoyo ni de Ciudadanos ni del PSOE, que declinará una eventual oferta de Felipe VI para intentar la investidura como jefe del Gobierno. ¿Qué supone esta determinación de Mariano Rajoy? Supone que pone al jefe del Estado y a España en una coyuntura crítica, por las siguientes razones:

1) Si el candidato del que será el partido más votado (el PP) no tiene apoyos para ser investido y otros candidatos tampoco, la situación quedaría bloqueada y el Ejecutivo seguiría en funciones 'sine die'. Haría falta un acto de sacrificio personal para desbloquear el mecanismo constitucional de la investidura, de Rajoy o de otro candidato de su partido (que tendría más posibilidades que él). A una investidura se va a ser investido, pero, en el caso español, no sólo: también para desbloquear el impase institucional.

2) Si Rajoy declina la eventual oferta de Felipe VI, no es imposible –resultaría incluso muy probable- que el monarca deba tantear al candidato del segundo partido más votado, que bien podría ser el de Pablo Iglesias. Es decir, el Jefe del Estado tendría que entregar la encomienda al líder de una organización antisistema, que propugna un proceso constituyente, en el que se incluye un referéndum sobre la independencia de Cataluña y

3) Si fracasase Iglesias –lo que es probabilísimo ya que no tendría el voto ni del PP, ni de C´s, ni del PSOE- comenzaría a correr el plazo de dos meses a partir de la investidura fallida para la convocatoria de las terceras elecciones.

Obligaría al PSOE a pensarse una abstención ya que la alternativa sería, o aliarse con Podemos, o elecciones, opciones que los socialistas no podrían permitirse

La 'cuestión Rajoy', ya expuesta por Albert Rivera, se conjugaría así de dos maneras. La primera: el presidente del PP no está por la labor de desbloquear el inicio de los plazos constitucionales aunque sea con el sacrificio personal de presentarse a una investidura fallida. La segunda: el presidente en funciones no está tampoco dispuesto a dejar que otro dirigente del PP asuma la responsabilidad de formar Gobierno lo que sí contaría con el apoyo de Ciudadanos y obligaría al PSOE a pensarse dos veces apoyarle o no con una abstención ya que la alternativa sería, o aliarse con Podemos, o unas terceras elecciones, opciones que los socialistas no podrían permitirse. La alianza con los morados porque les devoraría y las terceras elecciones porque les 'pasokizaría'.

Cabe que en estas circunstancias, buena parte de la opinión pública –en determinados círculos el tema se trata con frecuencia- se pregunte para qué sirve la Corona ya que el Rey no puede salir de un corto radio de acción, con un margen discrecional limitado, precisamente en un momento de crisis institucional. La respuesta sería: el monarca encarna la Jefatura del Estado con plena estabilidad y continuidad, ejerce sus funciones con criterios apartidistas y mantiene una actividad en España y en el ámbito internacional, lo que ofrece funcionalidad al Estado.

Mariano Rajoy no debió darse cuenta –si se la dio sería todavía más grave grave- que si él declina una oferta del Rey como hizo después del 20-D, su alternativa no sería Pedro Sánchez (salvo error u omisión) sino Pablo Iglesias. Habrá que admitir que la cosa cambia. De ahí que –regresando al por mí frecuentemente citado Santos Juliá en sus artículos en 'El País'- es “mejor ahora que luego” que Rajoy exprese a la sociedad española la seguridad de algo así como: “No pondré ningún obstáculo personal”. El presidente en funciones se preguntó ayer “¿Por qué me tengo que ir yo y quedarse los demás?” Plantea, efectivamente, una cuestión a debatir, pero las razones que aducen sus adversarios son ya conocidas y, sobre todo, inamovibles.

El Gobierno posible, si las encuestas no yerran, es el del PP en minoría y sin Rajoy, con el apoyo directo o indirecto de Ciudadanos y la abstención del PSOE

El gallego está al cabo de la calle de que “nadie con algo de cabeza busca nunca su propia ruina” (Juliá dixit). O en otras palabras: que ni Ciudadanos ni el PSOE le van a votar nunca. Ninguno se va a suicidar. Si Rajoy –le asistan razones o no- persiste en mantenerse en su actual posición, aboca al Rey a una situación crítica y a España a unas terceras elecciones. Porque –si, como parece- el PSOE es la tercera fuerza política, no habrá un gobierno de izquierdas con Podemos.

El Gobierno posible, si las encuestas no yerran, es el del PP en minoría y sin Rajoy, con el apoyo directo o indirecto de Ciudadanos y la abstención del PSOE. Un gobierno breve y con un programa de reformas.

El presidente en funciones y líder del partido popular anunció este martes una crisis institucional de proporciones colosales. Dijo en Barcelona que se comportará tras el 26-J como lo hizo después del 20-D. Lo que supone, entre otras cosas, y dado que no va a contar con el apoyo ni de Ciudadanos ni del PSOE, que declinará una eventual oferta de Felipe VI para intentar la investidura como jefe del Gobierno. ¿Qué supone esta determinación de Mariano Rajoy? Supone que pone al jefe del Estado y a España en una coyuntura crítica, por las siguientes razones:

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