Los indignados no frenan al PP: los jóvenes prefieren a Rajoy antes que al 15-M

El movimiento 15-M pretende retomar las plazas españolas durante la jornada de reflexión, comenzando con una vigilia en la Puerta del Sol a partir de la medianoche de este viernes. Tras su sorprendente irrupción en la campaña de las autonómicas y municipales, los indignados han demostrado capacidad de supervivencia y movilización, pero lo más probable es que no consigan influir en el resultado del 20-N. La mayoría de los jóvenes afirma en las encuestas que votará por Mariano Rajoy, mientras que los partidos de izquierda apenas se beneficiaron en los comicios de mayo del debate abierto por esta corriente.

Se espera que mañana miles de personas salgan de nuevo a la calle, convocadas por Democracia Real Ya y los colectivos que nutren al movimiento 15-M, para reclamar más democracia, rechazar el bipartidismo y protagonizar su propia “reflexión” sobre las elecciones generales. Pero al día siguiente, la victoria del PP que apuntan todas las encuestas tendrá al voto joven como uno de sus protagonistas, desmontando algunos mitos sobre la ideología que caracteriza a este sector de la población.

En su barómetro preelectoral, el CIS prevé que el 30% de los ciudadanos entre 18 y 24 años se inclinarán por Rajoy, frente al 16,5% que lo harán por Alfredo Pérez Rubalcaba,  el 5% que elegirá IU y el 2,3 de UPyD. Entre aquellos que tienen de 25 a 34 años, las cifras son muy similares: 28,5% optaría por el PP; el 15,1%, por el PSOE; mientras que Cayo Lara convencería al 6,2% y Rosa Díez, al 2,8%.

El problema para Rubalcaba es que ni siquiera en simpatía, al ser preguntados por el partido más cercano a sus ideas, el PSOE está por encima del PP. El 24,9% de los más jóvenes, y el 22,4% de quienes se sitúan entre 25 y 34 años se sienten más identificados con los populares, frente al 21,3 y 21,9%, respectivamente, que se decanta por los socialistas. Como suele ser habitual en términos de simpatía, IU sube con respecto a la intención de voto y obtiene el reconocimiento del 7,3 y 8,4% en estos grupos de jóvenes.

La espantada del electorado juvenil, junto con la notable bajada del femenino, supone el tiro de gracia para las expectativas del PSOE, ya que tanto en 2004 como en 2008 estos segmentos de la población ayudaron significativamente a las victorias de José Luis Rodríguez Zapatero. Pero al margen de los jóvenes, el magma de los indignados tampoco es de esperar que impacte sensiblemente en el escrutinio del 20-N. Así se desprende al menos del análisis de los resultados del pasado 22 de mayo, y de la cómoda mayoría absoluta que los sondeos auguran para el PP.

Reafirmación del voto progresista

De acuerdo con el informe sobre las consecuencias del 15-M elaborado por la Fundación Alternativas, los municipios que vivieron manifestaciones y acampadas de forma más frecuente, registraron un aumento de votos en blanco y nulos, calificados de protesta. No obstante, el peso en el conjunto del voto de este incremento no dejó de ser “modesto”. Por otra parte, el estudio poselectoral del CIS sobre los comicios autonómicos evidenció que las protestas de los indignados habían influido en algunas comunidades autónomas, aunque reafirmando el voto a priori decidido.

Así, en la Comunidad de Madrid, epicentro de las concentraciones, solo el 18,2% del electorado reconoció que le habían influido bastante o mucho a la hora de acudir a las urnas. Por preferencias partidistas, los votantes del PP permanecieron inmunes, mientras que los de PSOE e IU tuvieron más en cuenta al movimiento. En el caso de los votantes socialistas, un 32,1% ratificó su opción electoral, mientras que el 15-M ayudó a decidirse a votar a un 14,1%.

En el caso de IU, la incidencia fue superior: un 48,3% confirmó la decisión que ya había tomado, pero un 20,7% de su electorado abandonó la abstención para respaldar  a la formación. Tal vez por ello, Lara y Gaspar Llamazares han apostado por el relato de la rebelión y el activismo ciudadano frente a los mercados para alcanzar su anhelado grupo parlamentario. Po su parte, Rubalcaba ha acabado por apostarlo todo a que el miedo a un triunfo aplastantes del PP reanime las constantes vitales de sus esquivos votantes.