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Encuestas como puñales: ¿Cuándo se quedó sin campaña Rubalcaba?
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José Antonio Zarzalejos

Las Claves de la Jornada

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Encuestas como puñales: ¿Cuándo se quedó sin campaña Rubalcaba?

Las encuestas publicadas ayer en los medios escritos más importantes eran, en lo sustancial, unánimes y similares a la del CIS: el PSOE se enfrenta a

Las encuestas publicadas ayer en los medios escritos más importantes eran, en lo sustancial, unánimes y similares a la del CIS: el PSOE se enfrenta a una enorme derrota (por debajo de los 120 escaños) y el PP encara una extraordinaria victoria (por encima de los 185 diputados). No sólo no ha existido “efecto Rubalcaba” sino que su estela –gran dialéctico, versátil, imaginativo, seductor—ha ido decayendo a medida que ha avanzado la campaña. De tal manera cuando ya sólo quedan cinco de “pelea” los socialistas carecen de opciones de remontar ni siquiera mínimamente.

 EL error de Rubalcaba en esta campaña ha estado desde el minuto primero en su pertenencia al anterior al Gobierno Zapatero, circunstancia que él no ha sabido manejar. Acercarse como ha hecho a Felipe González y –nada menos—a Alfonso Guerra, ha sido su segundo error: el mitin de Dos Hermanas (Sevilla) el pasado día cinco con el que fuera presidente y vicepresidente del Gobierno y secretario general y vicesecretario general del PSOE, introdujo al candidato en el túnel del tiempo y transformó su mensaje en ininteligible. La gente se preguntaba si es el candidato socialista pertenecía a la generación de los noventa y renunciaba a serlo de la segunda década del siglo XXI. El comportamiento –insidioso el de Felipe y zafio el de Alfonso—terminó por desbaratar cualquier cálculo positivo que sobre ese mitin a tres pudiera haberse realizado.

La enemistad manifiesta entre José Blancoestigmatizado por la “Operación campeón”—con el presidente Zapatero quien en ningún momento ha sacado la cara a su ministro de Fomento y Portavoz del Gobierno, ha ofrecido una imagen insalvable de aislamiento interno de Rubalcaba en el PSOE. Ni con los unos ni con los otros podía contar el químico cántabro que perdió el debate con Rajoy y lo perdió también su hombre de confianza –Ramón Jáuregui—frente a Ruiz-Gallardón.

El intento de manosear el final de ETA, atribuyéndoselo al candidato, ha sido otra operación fracasada y contraproducente: la entrevista de dos dirigentes de la banda terrorista en Gara el pasado viernes, lejos de confirmar los criterios gubernamentales de López y Zapatero, ha confirmado que los etarras quieren vender caro su pellejo y propugnan las dos mesas: la técnica para el “desarme”, la “desmilitarización de Euskadi” y “la cuestión de los presos” y la política para abordar con la izquierda abertzale soluciones “al conflicto”. Una negociación política en toda regla.

A Rubalcaba y al PSOE le ha salido todo mal y las encuestas de ayer han sido como puñales que se han clavado letalmente en la moral –ya malherida—del equipo de campaña socialista. Pero debieran  haber sabido los socialistas que lo que mal empieza, mal acaba: corresponsabilidad con la política del Gobierno de Zapatero y designación dactilar (proscripción del debate interno y de primarias) son los dos factores que han convertido en emocionalmente inamovibles a potenciales electores del PSOE. Mientras, Rajoy y el PP no cometían errores y se cuidan de entrar en celadas. El resultado es el que ayer reflejaban los periódicos y que se aproximará mucho al que se produzca el 20-N. No, Alfredo, ya no hay partido.

Alfredo Pérez Rubalcaba