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El Gobierno de Rajoy: político y técnico y con decisiones fulminantes
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José Antonio Zarzalejos

Las Claves de la Jornada

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El Gobierno de Rajoy: político y técnico y con decisiones fulminantes

Mariano Rajoy es un hombre calmado y prudente, pero no se tiene noticia de que sea lelo. Observa con la misma alarma que cualquier responsable público

Mariano Rajoy es un hombre calmado y prudente, pero no se tiene noticia de que sea lelo. Observa con la misma alarma que cualquier responsable público la escalada de la prima de riesgo (ayer se disparó), está en contacto con el presidente del Gobierno, interlocutor de la UE y del directorio franco-alemán, y no le gusta nada de nada el procedimiento comunitario que ha impuesto Ejecutivos tecnocráticos y de concentración en Italia y Grecia.

El presidente del PP, cuando lo sea del Gobierno, va a optar por un equipo competente en lo técnico y coherente en lo ideológico. Y va a reclamar a su partido una dosis adicional de generosidad: no van a ser ministros ni secretarios de Estado muchos -la inmensa mayoría- de los que se están postulando porque los electores no van a votar por el cambio radical para darse de bruces con una endogamia partidista en La Moncloa. Es seguro que Rajoy -que se ha cuidado de hacer promesas y de asumir compromisos- nombrará un Gobierno que infunda confianza en los núcleos de poder internacionales; en los ambientes financieros y en los grupos directamente concernidos por la acción de los distintos departamentos ministeriales.

Rajoy ya dijo que no iba a nombrar a éste o a aquél por ser de un lugar o de otro o en función de criterios banales. Él sabe que hacerlo sería una completa decepción para un cuerpo electoral que, seguramente, le dará la mayoría absoluta. Esa mayoría vota al PP -y algunos ciudadanos lo harán con reticencias ideológicas importantes- en la confianza de que el Ejecutivo del líder gallego adopte decisiones fulminantes, inmediatas, perentorias y de calado. Seamos muy claros: los acontecimientos corren a la velocidad de la luz y si en los primeros compases el Gobierno popular causa desencanto o decepción, no la recuperará. La obsolescencia técnica de los Ejecutivos y la paciencia de las sociedades y los mercados es más breve que un suspiro. Y en un suspiro hay que tomarle la delantera a la crisis con la determinación de abrasarse en el empeño si necesario fuere.

Papandreu y Berlusconi son las vivas estampas del fracaso resultante de adoptar ritmos convencionales en situaciones excepcionales. El primero fue elegido hace apenas dos años con mayoría absoluta; el segundo, disponía hasta hace sólo un mes de apoyo aplastante en la Cámara baja italiana. Sic transit gloria mundi. Sí, efectivamente. Por eso Rajoy ya ha dado pistas: quiere que su victoria sea una pieza de convicción para Bruselas; que sus ministros dispongan de autoridad técnica; que su nombramiento no sea clientelar ni arbitrario y que se actúe con más celeridad de la que emplea la prima de riesgo española en escalar rumbo a los 500 puntos básicos. La mayoría absoluta se la dan los españoles para eso. Y le exigirán en consonancia.

Mariano Rajoy es un hombre calmado y prudente, pero no se tiene noticia de que sea lelo. Observa con la misma alarma que cualquier responsable público la escalada de la prima de riesgo (ayer se disparó), está en contacto con el presidente del Gobierno, interlocutor de la UE y del directorio franco-alemán, y no le gusta nada de nada el procedimiento comunitario que ha impuesto Ejecutivos tecnocráticos y de concentración en Italia y Grecia.

Mariano Rajoy