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El domingo, operación Delfín (Feijóo por Rajoy)
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José Antonio Zarzalejos

Las Claves de la Jornada

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El domingo, operación Delfín (Feijóo por Rajoy)

 Ni en el PP ni en el PSOE hay demasiado banquillo. Rubalcaba y Rajoy son políticos paridos por la transición, maduros, pero no jóvenes, experimentados pero

 

Ni en el PP ni en el PSOE hay demasiado banquillo. Rubalcaba y Rajoy son políticos paridos por la transición, maduros, pero no jóvenes, experimentados pero muy vistos, resistentes pero muy cuestionados. No parece que ni uno ni otro -no, desde luego Rubalcaba, pero tampoco Rajoy- logren sobrevivir políticamente al tsunami de la crisis económica y política de España. Ambos aportan poco valor añadido de futuro a la acción política tradicional y no dejan de ser los rostros más expuestos de esa clase política -denominada casta- que tanta preocupación suscita en los ciudadanos españoles (a uno de cada cuatro, según el último barómetro del CIS). En resumidas cuentas, que el socialista y el popular tienen todo el aspecto de llegar a la meta del final de la legislatura y desplomarse sobre el tartán. Aunque resistencia por resistencia, está más en forma el presidente del Gobierno que el secretario general del PSOE. ¿Tienen recambio?

Rubalcaba en el Congreso de Sevilla, que ganó con apuros a Carmen Chacón, invistió al todavía lehendakari en funciones con una secretaría ejecutiva para tenerlo cerca en Madrid y, en su caso, proponerle como alternativa migrando él a la presidencia del PSOE. Pero si López se desploma, y con él también el PSE (según las encuestas pasaría en Euskadi de 25 a 16-14 escaños), ¿con qué títulos de éxito podría iniciar su escalada a la secretaría general del PSOE o a la candidatura a la presidencia del Gobierno? Su condición de delfín pasa por unos resultados en el País Vasco que no impliquen una derrota sonora. Sería soportable para sus aspiraciones y las de Rubalcaba una ligera caída en el número de escaños, pero en absoluto una debacle. Que es lo que podría producirse, sin que Chacón tenga muchas más chance que el vasco porque el PSC dispone de un horizonte aún peor en Catalunya que el PSE en Euskadi. El PSOE sería así un erial en el que Rubalcaba llegaría a la edad de jubilación con tentaciones de repetir. Sólo queda la brumosa incógnita de Eduardo Madina.

Núñez Feijóo, sobre el papel, lo tiene más fácil. Si logra una segunda mayoría absoluta y gestiona bien la nueva legislatura, dispone de todas las papeletas para sustituir a un Rajoy que, aunque parece de plastilina, la gobernación le mella y le causa perplejidad.

Núñez Feijóo, sobre el papel, lo tiene más fácil. Si logra una segunda mayoría absoluta y gestiona bien la nueva legislatura, dispone de todas las papeletas para sustituir a un Rajoy que, aunque parece de plastilina, la gobernación le mella y le causa perplejidad. Ayer lo sugirió la mismísima Esperanza Aguirre. Si logra terminar la legislatura -hoy por hoy sólo un futurible verosímil- Rajoy podría entregar el testigo al barón gallego. Núñez Feijóo encaja por edad, por experiencia, por encarnadura ideológica -es gratamente desprejuiciado- y por capacidades de gestión. Pero tiene que ganar y hacerlo por mayoría absoluta. El presiente en funciones de la Xunta podría ser el 22 de octubre como los cardenales in pectore: creados pero no investidos. Entre otras cosas, porque tampoco hay donde elegir.

Esta perspectiva de los comicios vascos y gallegos del próximo 21 de octubre les dotan de un interés especial. Y de ellas, creo, saldrá mejor librado el galaico que el vascongado. Ambos se insertan en una generación a la que correspondería en menos de un lustro desempeñar las más altas responsabilidades. Los partidos en democracia han de ser como los vestuarios de los grandes equipos de futbol, es decir, con suplentes vocacionalmente titulares que se baten el cobre por serlo y retiran, suavemente o por las bravas, a sus propios mentores. Con López se juzga al PSOE y Rubalcaba y con Núñez Feijóo al PP y a Rajoy. Y esa certeza está instalada ya en la opinión publicada, porque de lo que piense la pública nadie está en condiciones de interpretarlo. Ni a una ni otra conviene engañar, sin embargo, sugiriendo que Aznar está a la contra de Rajoy. El expresidente, como ayer subrayó su esposa y alcaldesa de Madrid, está la margen de la insidiosa rumorología que parece obsesionada por lo que hace y no hace, por lo que dice y por lo que calla. Pero la realidad es que Aznar está en su sitio.

 

Mariano Rajoy Alberto Núñez Feijóo