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Rajoy, el maya bueno
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Javier Pérez de Albéniz

A Quemarropa

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Rajoy, el maya bueno

Tengo que confesarle que estoy escribiendo este post muy amohinado, sin un ápice de ilusión, sumido en una profunda melancolía. Dudo que desde este estado de

Tengo que confesarle que estoy escribiendo este post muy amohinado, sin un ápice de ilusión, sumido en una profunda melancolía. Dudo que desde este estado de ánimo pueda salir una columna brillante, la verdad. “Pues entonces será como la de todos los viernes”, pensará ese lector resabiado. Espero que entienda lo difícil que resulta analizar la actualidad sabiendo que quizá mañana no exista la actualidad. Y es que escribo la tarde del jueves para que usted pueda leerme mañana, día del fin del mundo según los mayas.

Pero atención, porque si usted está leyendo este texto con normalidad, mientras se toma el café con porras de cada mañana, quiere decir que los mayas estaban equivocados y la vida sigue igual. O sea, que continúa subiendo el paro, que cada vez resulta más caro ponerse enfermo, que tenemos que empezar a ahorrar si queremos que nuestros hijos estudien en un lugar digno, que científicos e investigadores huyen de España, que las calles vuelven a llenarse de ciudadanos cabreados…

Ahí tienen la esencia del programa del PP, ese proyecto oculto con el que ganaron unas elecciones, ese plan sabio que vamos conociendo poco a poco. El ritual de la muerte lenta y la agonía. El ceremonial del padecimiento ajeno como bálsamo propio. El rito de la política Popular, que consiste básicamente en camuflar su incapacidad para gestionar lo público privatizando y recortandoNo hace falta que vengan los mayas a decirnos que la civilización, tal y como la conocemos hoy, agoniza. La civilización del estado del bienestar, de la justicia social, de la igualdad, del derecho al trabajo y a la vivienda, está contra las cuerdas. Pero lejos del desánimo de aquellos mesoamericanos tristes y desaboridos, que predijeron para hoy el acabose, Mariano Rajoy, nuestro presidente, es optimista. Profundamente optimista. Inconscientemente optimista, diría yo. Tanto como para anunciar la resurrección del mundo, de nuestro afligido y atribulado mundo, en la reunión de la interparlamentaria del Partido Popular que se celebró hace solo unos días en Toledo para respaldar la política de reformas del Ejecutivo: “Las bases de la recuperación están sentadas”, dijo sin inmutarse, y después prometió frutos para 2013. “Vamos en la buena dirección y seguiremos con la misma senda reformista que nos conducirá a las metas del crecimiento y el empleo”, escribió ayer mismo el líder popular, visiblemente crecido, en su cuenta de Twitter. Todo muy maya. Es decir, sin base científica alguna.

Rajoy es el maya bueno. El halach uinik gallego, sumo sacerdote de una nueva y próspera civilización, la neoliberal, capaz de hacer excelentes augurios y levantar símbolos tan grandiosos como las pirámides de Kukulcán o Tikal. Ahí tiene el aeropuerto de Castellón, sin aviones, pero con unos gastos diarios previstos para 2013 de 46.000 euros. ¡Disfrutemos mientras podamos del Rajoy siempre positivo partidario del nunca pasa nada! Ese presidente reflexivo y profundo que, cuando trata de explicar las resoluciones del último Consejo Europeo, dice que “se podría haber hecho más, pero también se podría haber hecho menos”.

Tengo que confesarle que estoy escribiendo este post muy amohinado, sin un ápice de ilusión, sumido en una profunda melancolía. Dudo que desde este estado de ánimo pueda salir una columna brillante, la verdad. “Pues entonces será como la de todos los viernes”, pensará ese lector resabiado. Espero que entienda lo difícil que resulta analizar la actualidad sabiendo que quizá mañana no exista la actualidad. Y es que escribo la tarde del jueves para que usted pueda leerme mañana, día del fin del mundo según los mayas.

Mariano Rajoy