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Cospedal aguanta su vela
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Javier Pérez de Albéniz

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Cospedal aguanta su vela

María Dolores de Cospedal llegó tarde a la rueda de prensa más importante de su vida. Se presentó vestida de paisano, sin peineta, sin mantilla, con

María Dolores de Cospedal llegó tarde a la rueda de prensa más importante de su vida. Se presentó vestida de paisano, sin peineta, sin mantilla, con falda morada y una elegante pero sobria chaqueta color fucsia nazareno. Lástima: era un día perfecto para haber lucido ese luto riguroso que se calza en Semana Santa. Con un rictus entre malencarado y triste, Cospedal comenzó a hablar sin decir nada ante unos periodistas blanditos que, en condiciones normales, deberían haberla hecho llorar a la tercera pregunta. La número dos del Partido Popular negó todo, aseguró no tener “nada que ocultar”, y levantando el tono de voz dijo estar “indignada”. ¡Será perra flauta!

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Las dos únicas cadenas que retransmitieron en directo el espectáculo fueron Cuatro y La Sexta. En La 1 (TVE), ya sabe, la televisión pública, pensaron que los españoles estaban más interesados en ver cocinar a Mariló Montero que en saber si su presidente del Gobierno cobra sobresueldos. En Telecinco apostaron por los músculos y las chichas de Mujeres, hombres y viceversa, y en Antena 3 por un juego de ruleta. Tensión informativa. Cuando no había transcurrido ni media hora de comparecencia, tanto en La Sexta como en Cuatro decidieron que sus tertulianos tenían más cosas que decir que Cospedal. Y la dejaron con la palabra en la boca: ¡Cortaron la rueda de prensa y se pusieron a discutir sobre aquello que está teniendo lugar en esos precisos instantes!

Se pueden decir muchas cosas de Cospedal, la mayoría malas, pero hay que reconocer que los tiene bien puestos: plantarse ante las cámaras, con la mierda hasta el cuello y una sonrisa cínica en los labios, es de valientes. Sobre todo sabiendo que mientras estás pasando ese mal rato, tu jefe está encerrado en su despacho leyendo el MarcaSe pueden decir muchas cosas de Cospedal, la mayoría malas, pero hay que reconocer que los tiene bien puestos: plantarse ante las cámaras, con la mierda hasta el cuello y una sonrisa cínica en los labios, es de valientes. Sobre todo sabiendo que mientras estás pasando ese mal rato, tu jefe está encerrado en su despacho leyendo el Marca. La secretaria general del PP negó las informaciones publicadas por el diario El País (periódico al que no dio la palabra en toda la rueda de prensa), aseguró que “la contabilidad del Partido Popular es única y limpia”, dudó cuando le dijeron que García Escudero había reconocido un pago anotado por Bárcenas, e intentó transmitir la idea de que su partido es víctima de una conspiración.

Cospedal se despidió sin haber convencido a nadie. “Aquí cada uno que aguante su vela”, había dicho hace solo unos días en adaptación libre de un conocido chascarrillo. “Sí, hombre…”, contestó Mariano Rajoy cuando un periodista le preguntó si había cobrado sobresueldos. “No me temblará la mano si tengo conocimiento de irregularidades”, afirmó entonces el que, cuando escribo estas líneas, aún es presidente del Gobierno.

Mientras bajaba del estrado, casi se podía escuchar a Cospedal repetir a modo de mantra su bien aprendida lección: “La contabilidad del PP es única, clara, transparente y sometida al Tribunal de Cuentas. La contabilidad del PP es única, clara, transparente y sometida al Tribunal de Cuentas. La contabilidad del PP es única, clara, transparente y sometida al Tribunal de Cuentas… ”.

María Dolores de Cospedal llegó tarde a la rueda de prensa más importante de su vida. Se presentó vestida de paisano, sin peineta, sin mantilla, con falda morada y una elegante pero sobria chaqueta color fucsia nazareno. Lástima: era un día perfecto para haber lucido ese luto riguroso que se calza en Semana Santa. Con un rictus entre malencarado y triste, Cospedal comenzó a hablar sin decir nada ante unos periodistas blanditos que, en condiciones normales, deberían haberla hecho llorar a la tercera pregunta. La número dos del Partido Popular negó todo, aseguró no tener “nada que ocultar”, y levantando el tono de voz dijo estar “indignada”. ¡Será perra flauta!