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El cascabel al gato en el agua
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Javier Pérez de Albéniz

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El cascabel al gato en el agua

Dicen que la televisión es un espejo de la ciudadanía, el medio de comunicación que mejor refleja el momento que atraviesa un país. Si aceptamos esta

Dicen que la televisión es un espejo de la ciudadanía, el medio de comunicación que mejor refleja el momento que atraviesa un país. Si aceptamos esta reflexión como un axioma, asomarnos a la pantalla debería producirnos la misma sensación de náusea que meter la nariz en la ingle de una hiena. Y sin embargo no es así. La televisión huele a jazmín y lavanda: es originalidad y creatividad, supura talento. Y si no me cree le voy a poner dos ejemplos recientes. En primer lugar el plasma de Génova 13, esa extensión tecnológica del presidente del Gobierno de España, un electrodoméstico capaz de dirigirse a la nación para tranquilizar a los ciudadanos. En segundo lugar, 13tv, una cadena que se incorpora a la parrilla con inusitada fuerza y no poca imaginación: su programa estrella se llama El cascabel al gato y está presentado por Antonio Jiménez, el hombre que hasta hace poco conducía El gato al agua en Intereconomía. Un nuevo minino que arrancó el pasado lunes con la energía de un tigre de Bengala: obtuvo un share del 4,2% y reunió a 823.000 espectadores, sendos récords de la cadena.

¿Qué receta milagrosa utilizó la Conferencia Episcopal, principal accionista de 13tv, para obtener semejante éxito de audiencia? Simple sentido común. Es decir, confiar en las estrellas mediáticas del momento. Descartados Urdangarín y Mariano Rajoy, inaccesibles, quedaban Bárcenas y Cospedal, ambos en campaña de promoción. El canal que aspira a convertirse en referencia de la comunidad católica ofreció, en su primer 'gato', entrevistas con ambos personajes. Droga dura. La número dos del Partido Popular respondió a las preguntas de unos tertulianos que, en un alarde de diseño, innovación y riesgo, le daban la espalda. ¿Un signo de modernidad o de desprecio? ¿Un castigo a los periodistas o una innovadora disposición del plató?

"Hay basura de sobra para alimentar dos o más cadenas paralelas, pero no hay público capaz de soportarlo"

No importa: a la audiencia le gustó el desplante. Tampoco fue un problema que la entrevista con Bárcenas fuese el ejercicio periodístico más surrealista emitido por una televisión desde tiempos inmemoriales. Concretamente desde la entrevista de Hermida al rey Juan Carlos hace un mes. Y es que tras dudar de la veracidad de los cuadernos del ex tesorero del PP publicados por El País, por falta de pruebas contundentes, en El cascabel emitieron una entrevista con Bárcenas sin Bárcenas. ¿Una psicofonía? Pues casi, puesto que había que confiar en la palabra del presentador, que aseguró haber grabado personalmente la conversación esa misma tarde. Lamentablemente olvidó hacer alguna  fotografía. Una charla a todas luces guionizada, con el supuesto Bárcenas leyendo un libreto y Jiménez asintiendo como aquellos perritos de juguete que viajaban en las bandejas posteriores de los coches de los 70. “No soy un genio”, reconoció la voz del extesorero tras asegurar, en un momento especialmente emotivo, que ganó seis millones de euros en “dos operaciones bursátiles”.

Para disfrutar plenamente de una cadena episcopal, el telespectador debe recurrir a la fe ciega, esa hermana pequeña del fanatismo. O a estimulantes artificiales. El programa alcanzó tal intensidad que Jiménez se vio obligado a recomendar Revidox, un complemento alimenticio de última generación que tiene un efecto antioxidante y de antienvejecimiento celular. Sin duda bajo los efectos de la pócima, la nueva estrella de la derecha audiovisual propuso a los telespectadores votar en su gran encuesta: “¿Le parece insultante que Rubalcaba pida la dimisión de Rajoy?” (a 1,45 euros la llamada).

Al éxito obtenido por el nuevo “gato” de 13tv debemos añadir el récord histórico de un espacio antagónico, El Intermedio (laSexta), que también a rebufo del escándalo Bárcenas ha batido todos sus récords, superando el 12% de cuota de pantalla y los dos millones y medio de espectadores. La podredumbre funciona de maravilla en televisión. Pero no siempre, y no de cualquier manera, puesto que el éxito de 13tv supone la agonía de Intereconomía. Es decir, que hay basura de sobra para alimentar dos o más cadenas paralelas, pero no hay público capaz de soportarlo.

Dicen que la televisión es un espejo de la ciudadanía, el medio de comunicación que mejor refleja el momento que atraviesa un país. Si aceptamos esta reflexión como un axioma, asomarnos a la pantalla debería producirnos la misma sensación de náusea que meter la nariz en la ingle de una hiena. Y sin embargo no es así. La televisión huele a jazmín y lavanda: es originalidad y creatividad, supura talento. Y si no me cree le voy a poner dos ejemplos recientes. En primer lugar el plasma de Génova 13, esa extensión tecnológica del presidente del Gobierno de España, un electrodoméstico capaz de dirigirse a la nación para tranquilizar a los ciudadanos. En segundo lugar, 13tv, una cadena que se incorpora a la parrilla con inusitada fuerza y no poca imaginación: su programa estrella se llama El cascabel al gato y está presentado por Antonio Jiménez, el hombre que hasta hace poco conducía El gato al agua en Intereconomía. Un nuevo minino que arrancó el pasado lunes con la energía de un tigre de Bengala: obtuvo un share del 4,2% y reunió a 823.000 espectadores, sendos récords de la cadena.