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Hacer política desde el periodismo
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Javier Pérez de Albéniz

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Hacer política desde el periodismo

En la mesa de la tertulia televisiva están sentados Francisco Marhuenda, Alfonso Rojo y Eduardo Inda, la flor y nata del periodismo conservador español. ¿Es posible

En la mesa de la tertulia televisiva están sentados Francisco Marhuenda, Alfonso Rojo y Eduardo Inda, la flor y nata del periodismo conservador español. ¿Es posible que el espacio político que acoge semejante reunión se llame Al rojo vivo? Por supuesto que sí. Y no sólo eso: el programa ha superado los 500 días en antena y bate récords de audiencia.

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Emitido por laSexta y presentado por Antonio García Ferreras, Al rojo vivo cumplió el pasado lunes tan redonda cifra y consiguió el mejor dato de cuota de pantalla de su historia, un 11,1%. Un gran éxito que merecía una celebración de altura: dedican la semana a la crisis del socialismo español, con entrevistas a la exministra Carme Chacón, al secretario general de los socialistas extremeños, Guillermo Fernández Vara, y al líder del PSC, Pere Navarro.

En tan exclusiva cita mediática socialista sólo falta, vaya por dios, el jefe, un Alfredo Pérez Rubalcaba que ha pactado con Paolo Vasile una exclusiva de auténtico postín: el próximo sábado, el líder del PSOE será la estrella de El Gran Debate (Telecinco). Sí, esa adaptación de La Noria que presenta un Jordi González que alcanzó la fama entrevistando a la madre de El Cuco. El mismo espacio que hace una semana engañó al bueno de Cayo Lara prometiéndole una entrevista que nunca llegó a celebrarse.

Una vez que apareces en ‘El gran debate’ te invitan en el bar, te saludan en la calle, te piden una columna… Entonces es el momento de triunfar, de olvidarse del periodismo y dedicarse a la política. Pero sin dejar el periodismo, cuidadoEs el mundo al revés: con el Partido Popular en el Gobierno de un país acosado por la crisis económica y la corrupción, las cadenas de televisión organizan programas en los que periodistas conservadores entrevistan a políticos de izquierdas. No parece muy coherente. Quizá sea la única forma de que las sillas de los platós estén ocupadas. El escándalo Bárcenas ha hecho enmudecer al Gobierno mucho más allá de las ruedas de prensa sin periodistas. Desde laSexta advierten de que el PP ha prohibido a sus altos cargos acudir a laSexta noche, su debate de los sábados. Los periodistas españoles en Nueva York ya han reaccionado, dando plantón a Ana Mato, una ministra de Sanidad que, tras asistir a la inauguración de la 57ª Sesión de la Comisión Jurídica y Social de la Mujer, pretendía ofrecer en Naciones Unidas una rueda de prensa sin preguntas.

Gobierna la derecha, pero entrevistamos a la izquierda. Y pasa lo que pasa: según el Barómetro de Opinión del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) del mes de febrero, los periodistas son los profesionales peor valorados por los españoles. El ministro de Hacienda y Administraciones Públicas, Cristóbal Montoro, huele sangre y abre la boca para echar su granito de arena en la fosa de los profesionales de la comunicación. “Comprendo que muchas veces los llamados creadores de opinión tienen problemas con la Hacienda Pública, pero no lo admito”, dijo en televisión, una vez más sin dar nombres, y se quedó tan ancho.

Es indudable que el desprestigio del periodismo no lo han causado aquellos que han destapado el llamado caso Bárcenas, por poner un ejemplo. Si hubiera que buscar las razones del alejamiento entre periodistas y ciudadanos quizá deberíamos analizar las tertulias televisivas, una vulgar adaptación a la política de los programas del corazón. En la misma cadena en que por la tarde discuten Mariñas, Lydia Lozano y Jorge Javier sobre las arrugas de la Pantoja, por la noche María Antonia Iglesias, Miguel Ángel Rodríguez y Pilar Rahola defienden a gritos su visión del órdago secesionista en Cataluña.

Profesionales del sectarismo, la manipulación y el griterío, los tertulianos son los periodistas del corazón de la política. Y es que no es fácil resistirse al encanto de la televisión, un medio capaz de cambiar tu vida para siempre: una vez que apareces en El gran debate te invitan en el bar, te saludan en la calle, te piden una columna… Entonces es el momento de triunfar, de olvidarse del periodismo y dedicarse a la política. Pero sin dejar el periodismo, cuidado.

En la mesa de la tertulia televisiva están sentados Francisco Marhuenda, Alfonso Rojo y Eduardo Inda, la flor y nata del periodismo conservador español. ¿Es posible que el espacio político que acoge semejante reunión se llame Al rojo vivo? Por supuesto que sí. Y no sólo eso: el programa ha superado los 500 días en antena y bate récords de audiencia.