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Javier Pérez de Albéniz

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"El Papa que puede cambiar el curso de la historia es seguidor del San Lorenzo de Almagro". Escuchado en 13tv. Los

"El Papa que puede cambiar el curso de la historia es seguidor del San Lorenzo de Almagro". Escuchado en 13tv.

Los dos grandes pasatiempos nacionales son el fútbol y la política. Por este orden. Una vez de acuerdo en esto, estará usted conmigo en que, dada la importancia que damos a ambos entretenimientos, deberíamos profesionalizarlos al máximo. Quitar del medio a los aficionados significa acabar con los errores, mejorar el producto, ganar en calidad de vida. En el mundo del fútbol ya se han puesto las pilas y apuestan por beneficiarse de las más sofisticadas tecnologías: en el Mundial de Brasil del próximo año se usarán dispositivos de detección automática de goles. Y se trabaja en virguerías tales como chips en camisetas para evitar pifiarla en fueras de juego, así como en la reconstrucción virtual de jugadas con efectos en 3D.

Todo para desenmascarar al tramposo, evitar fallos vergonzosos y garantizar la calidad del espectáculo. Se acabaron los goles fantasma. ¿Se acabarán algún día los políticos fantasma? Cuando Mariano Rajoy y Alfredo Pérez Rubalcaba hablan de leyes de transparencia o de pactos anticorrupción, la sensación del ciudadano es que escuchan palabras vacías. Saben que el lobo nunca puede cuidar de las ovejas. 

El mejor mecanismo de control político posible es el periodismo. Un periodismo libre y fuerte, por supuesto. Un periodismo unido, capaz de plantar cara a un Gobierno que, por ejemplo, se niega a hablarEl mejor mecanismo de control político posible es el periodismo. Un periodismo libre y fuerte, por supuesto. Un periodismo unido, capaz de plantar cara a un Gobierno que, por ejemplo, se niega a hablar. Los largos silencios de Rajoy y las ruedas de prensa sin preguntas son inconcebibles en una democracia sana, en un periodismo vivo. Periódicos de papel, diarios digitales, emisoras de radio, blogs... Y, por supuesto, la estrella, la reina de los medios, el enemigo de la desinformación, el aliado natural de todos esos ciudadanos sacudidos por el estupor, el hartazgo y la desconfianza: la todopoderosa televisión.

La televisión. Esa caja sin fondo en la que todo queda registrado, desde el insulto parlamentario más cutre (“¡Qué se jodan!”) hasta las mayores mentiras electorales. Los gestos, las miradas, las patrañas, los embustes, los desprecios... Todo está ahí, pidiendo a gritos protagonismo y relevancia. Exigiendo audiencias millonarias. No olviden que las cifras están de su lado: el consumo televisivo de 2012 fue de 246 minutos de media diaria por individuo, lo que supuso un importante incremento en relación al año pasado (siete minutos por encima de 2011). Piense en los más de diez millones y medio de personas que vieron en TVE el partido entre el Real Madrid y el Manchester jugado el pasado día cinco.

La coyuntura económica ha convertido a la televisión en la gran alternativa gratuita al recorte en ocio y cultura. La actualidad política, el periodismo de nuestros días, exige la participación y el compromiso de un medio como la televisión. Una participación que debe ir mucho más allá de las simples tertulias o de los programas de investigación realizados reciclando material ya emitido por los informativos. La crítica política no puede quedar relegada a programas de humor, como El Intermedio (laSexta). Las cámaras deben entrar en los vestuarios de los partidos. Los candidatos tienen que llevar chips que indiquen cuando están en fuera de juego. Necesitamos la reconstrucción virtual de las jugadas parlamentarias, de los viajes a Suiza, de los repartos de comisiones. Si es necesario, con efectos en 3D. Todo para desenmascarar al mentiroso y al ladrón, evitar escándalos bochornosos y garantizar la calidad del juego político.

El fútbol no sería tan grande sin la televisión. La democracia necesita la televisión para ser grande.

"El Papa que puede cambiar el curso de la historia es seguidor del San Lorenzo de Almagro". Escuchado en 13tv.