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Javier Pérez de Albéniz

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Tertuliano portavoz

El tertuliano de derechas escucha una alerta en su móvil cuando está en pleno proceso de maquillaje, unos minutos antes de incorporarse al debate de la

El tertuliano de derechas escucha una alerta en su móvil cuando está en pleno proceso de maquillaje, unos minutos antes de incorporarse al debate de la gran cadena de televisión. Es el sonido de entrada de un mail. Advierte con la mirada a la maquilladora, se incorpora, separa la servilleta del cuello, alarga el brazo, mete la mano en el bolsillo de la chaqueta que cuelga de la percha y saca el iPhone. Abre el correo. Abre el mensaje. Lee. Y esboza una media sonrisa. Repasa el breve párrafo que aparece en la pantalla de manera minuciosa, repitiendo en voz muy baja algunas palabras, determinados conceptos. Memorizada la lección, pide a la maquilladora que continúe con el proceso de camuflaje. Está listo para exponer sus ideas en el debate de televisión…

Ciudadanos y periodistas se quejan amargamente de que el Gobierno de Mariano Rajoy no da la cara: son contadas sus explicaciones a los españoles, especialmente necesarias en el momento convulso que vivimos. El presidente huye de los informadores, los ministros evitan a los periodistas, los líderes populares no responden preguntas en las ruedas de prensa… En el Parlamento, el pasado miércoles Rajoy se negó a contestar a las consultas de la oposición sobre las posibles similitudes macroeconómicas entre Chipre y España. Respondió una vez fuera de la sala, en el pasillo, a la carrera… 

Enviar doctrina dice muy poco de los políticos, pero dice aún menos de los periodistas. ¿Acaso puede llamarse periodista quien recibe uno de estos mails y no lo cuenta al día siguiente en un artículo? Los verdaderos culpables son los medios de comunicación, que conocen este juego y no solo lo consienten, sino que lo alimentanPero cuidado, porque no es cierto que el Gobierno permanezca en silencio. Lo que pasa es que ha modificado los habituales sistemas de comunicación entre políticos y ciudadanos. El actual Gobierno habla a través de los tertulianos. Como lo oye. Un error a la hora de enviar un correo electrónico ha desvelado que el Partido Popular utiliza una sofisticada técnica de adoctrinamiento con los comentaristas ideológicamente afines: el gabinete de comunicación del PP en Baleares envió por error un correo electrónico a los medios de comunicación que en realidad iba dirigido a un grupo de tertulianos profesionales. “Buenos días, opinadores, estas son las noticias para comentar…”, decía el mail. Tras este encabezamiento, el correo “recogía varias noticias del día que debían amplificarse en caso de beneficiar al partido o neutralizarse si perjudicaban su imagen”. Finalmente, la nota incluía “todos los argumentos para su defensa”.

Los tertulianos. Sí, esos monigotes que salen en los debates televisivos defendiendo con uñas y dientes a determinados políticos trasnochados, corruptos y mentirosos, resulta que ni siquiera son seres autónomos con ideas propias. Sus conciencias son manejadas desde las sedes de los partidos. ¿Les han instalado pinganillos internos, una suerte de implantes cocleares que les permiten recibir órdenes en directo y de manera discreta? No, tan exclusivo sistema podría sufrir interferencias. El método tradicional, un guion escrito, no falla. Recuerde que quienes recitan los textos son periodistas de cartón, marionetas manejadas vía rectal por políticos sin escrúpulos. Por mucho que se fije en la pantalla no podrá ver los hilos…

La noticia no debería pillarnos por sorpresa: si usted ve a Francisco Marhuenda, director de La Razón, defender al Gobierno con más vehemencia que la que emplearía en defender la honradez de su propia madre, se dará cuenta de que ahí tiene que haber algo más que afinidad ideológica. No sé cuál es el acuerdo entre el PP y estos voceros, pero no me cabe ninguna duda de que igual que les ordena los temas a defender, les compensará de alguna manera. ¿Palmaditas en la espalda? Poca cosa me parece. Recuerde el bajón que ha dado la publicidad, el descenso de ventas del papel, los ERE…

Enviar doctrina (“las noticias para comentar”, “los argumentos para defender los temas”) dice muy poco de los políticos, pero dice aún menos de los periodistas. ¿Acaso puede llamarse así, periodista, quien recibe uno de estos mails y no lo cuenta al día siguiente en un artículo? Los verdaderos culpables son los medios de comunicación, que conocen este juego y no sólo lo consienten, sino que lo alimentan, con un único fin: aumentar la audiencia. De la misma manera que exigimos una democracia más fuerte y sana, y unos políticos más preparados y honrados, deberíamos pedir unos debates serios, equilibrados y creíbles protagonizados por tertulianos independientes. Porque, en televisión, la política debería ser algo más que un show de marionetas.

El tertuliano de derechas escucha una alerta en su móvil cuando está en pleno proceso de maquillaje, unos minutos antes de incorporarse al debate de la gran cadena de televisión. Es el sonido de entrada de un mail. Advierte con la mirada a la maquilladora, se incorpora, separa la servilleta del cuello, alarga el brazo, mete la mano en el bolsillo de la chaqueta que cuelga de la percha y saca el iPhone. Abre el correo. Abre el mensaje. Lee. Y esboza una media sonrisa. Repasa el breve párrafo que aparece en la pantalla de manera minuciosa, repitiendo en voz muy baja algunas palabras, determinados conceptos. Memorizada la lección, pide a la maquilladora que continúe con el proceso de camuflaje. Está listo para exponer sus ideas en el debate de televisión…