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La filoetarra Colau
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Javier Pérez de Albéniz

A Quemarropa

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La filoetarra Colau

Es bien sabido que la televisión crea monstruos. Y no me refiero ni a los muertos vivientes de La Sexta, ni a los presentadores de Intereconomía,

Es bien sabido que la televisión crea monstruos. Y no me refiero ni a los muertos vivientes de La Sexta, ni a los presentadores de Intereconomía, ni siquiera al saltador de trampolín conocido como Falete. El electrodoméstico es tan poderoso, tiene un potencial para hipnotizar, convencer y embrutecer tan descomunal, que es capaz de convertir a una vulgar activista de la plataforma antidesahucios en toda una terrorista independentista. Ya sabe usted que hablo de Ada Colau, y seguramente piensa que exagero. De ninguna manera: la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ya recibe trato de terrorista, e incluso es amenazada de muerte mediante llamadas telefónicas.

La culpa es de la televisión, que sobredimensiona ideas, imágenes y personajes. Bien es cierto que Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, y Antonio Basagoiti, presidente del PP vasco, han puesto sus granitos de arena hablando de Colau en estos términos: “Esa lideresa, que está liderando ese grupo supuestamente en contra de los desahucios…Yo creo que ahí hay inquietudes de apoyo a grupos filoetarras o proetarras”, dijo la primera. “No se ve ninguna diferencia ni en los gritos, ni en la actitud, ni en el fondo, entre los que venían del mundo de ETA a acosarnos y los que van ahora con la excusa de las hipotecas a acosar a los del Partido Popular”, aseguró el segundo.

La culpa, repito, es de la televisión. Vincular a quienes reclaman que se detengan los desahucios con el terrorismo de ETA es de una sutileza maquiavélica sólo al alcance de resentidos. Cifuentes y Basagoiti son dos reconocidos políticos, seguramente bellísimas personas, que se ven rechazados por la televisión con la misma inquina con que el espejo negó a la bruja de Blancanieves. Ella ofrece una imagen excesivamente crispada y tensa, más allá del aspecto puramente epidérmico; y la estampa entre calzonuda y panoli del vasco inspira una enorme compasión. Ambos se ven obligados a suplir su falta de feeling mediático, su escasa capacidad para transmitir, su nefasta imagen televisiva, con sofisticadas técnicas de maledicencia.

La televisión es quien ha convertido a Colau en un poderoso enemigo, no sus ideas. Si se para a pensarlo, sus ideas no son nada del otro mundo, cuestión de sentido común: entregar la propiedad inmobiliaria como forma de satisfacer la deuda contraídaColau está donde Cifuentes y Basagoiti quisieran estar: en la pomada. La activista ha expuesto su teoría sobre los desahucios a todas horas, en todos los programas de todas las cadenas de televisión. Desde el Telediario de mediodía de la televisión pública hasta el programa de Ana Rosa Quintana, pasando por debates, tertulias y magazines de diferentes pelajes y calados. No hay cadena que no quiera contar, hoy sí y mañana también, con unas palabras de Colau. ¿Y de Cifuentes y Basagoiti? Cuando digan alguna barbaridad sobre Colau, entonces los sacamos...

De cuando en cuando, muy de cuando en cuando, surgen personajes capaces de transmitir sus ideas a los ciudadanos de manera directa. Algunos arrasan en televisión, lo que supone su confirmación mediática. La cámara, esa prolongación del ojo del telespectador, les quiere porque miran con entereza y se expresan con solvencia, sin dudas, de manera contundente, resultando mucho más creíbles que cualquiera de los habituales lanzadores de soflamas políticas. Imagine por un momento que Colau dice lo que piensa. Que su sinceridad fuese su fuerza. Y que la televisión simplemente amplificase esa señal hasta límites insospechados. ¡Qué escándalo!

La televisión es quien ha convertido a Colau en un poderoso enemigo, no sus ideas. Si se para a pensarlo, sus ideas no son nada del otro mundo, cuestión de sentido común: entregar la propiedad inmobiliaria, la vivienda, como forma de satisfacer la deuda contraída, el crédito hipotecario, parece justo y razonable. Pues el Gobierno no admite esa dación en pago y propone a los deudores abonar el 65% pendiente en cinco años y el 80% en diez. ¿Pagar en cinco años? ¿En diez? Alguien debería recordar al PP que a los desahuciados los echan de sus casas precisamente porque no pueden pagar la cuota mes a mes, porque no tienen ni dinero ni trabajo, porque carecen de futuro.

A Colau habría que haberla desactivado antes, cuando sólo era la portavoz de una plataforma ciudadana. Ahora quizá sea tarde. La han criminalizado, la han convertido en acosadora, en incitadora al odio y a la crispación. Es una leyenda filoetarra, un peligro social, pero tiene a la televisión de su lado. Es imparable.

Es bien sabido que la televisión crea monstruos. Y no me refiero ni a los muertos vivientes de La Sexta, ni a los presentadores de Intereconomía, ni siquiera al saltador de trampolín conocido como Falete. El electrodoméstico es tan poderoso, tiene un potencial para hipnotizar, convencer y embrutecer tan descomunal, que es capaz de convertir a una vulgar activista de la plataforma antidesahucios en toda una terrorista independentista. Ya sabe usted que hablo de Ada Colau, y seguramente piensa que exagero. De ninguna manera: la portavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) ya recibe trato de terrorista, e incluso es amenazada de muerte mediante llamadas telefónicas.

Ada Colau