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¿Obligará Europa a Rajoy a cerrar RTVE?
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Javier Pérez de Albéniz

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¿Obligará Europa a Rajoy a cerrar RTVE?

Los trabajadores de TVE llevan días observando con preocupación el proceso de desmantelamiento de la televisión pública griega, ERT, cadena que se fue definitivamente a negro

Los trabajadores de TVE llevan días observando con preocupación el proceso de desmantelamiento de la televisión pública griega, ERT, cadena que se fue definitivamente a negro la noche del pasado martes. Los ciudadanos españoles también deberíamos tener la mosca detrás de la oreja: las televisiones públicas son excelentes indicadores de la salud democrática de un país. Cuestión de servicio público. Europa asegura no haber presionado a Grecia en este sentido, pero avala la decisión de cierre y sugiere la posibilidad de una alternativa “financieramente sostenible”. Amparándose en la crisis, y esgrimiendo razones de austeridad, el Gobierno griego ha cruzado una línea roja y le ha dado una magnífica idea al Gobierno español: ¡se puede!

¿Podría Rajoy cerrar RTVE? Le hacen la pregunta a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, que responde un “no rotundo”. Quizá tan rotundo como cuando prometió que “las pensiones se ajustarán a la subida de la vida”. La troika exige despidos masivos de funcionarios, y con el cierre de la televisión griega, la primera radiotelevisión pública que desaparece en Europa, se van a la calle 2.656 empleados. TVE cuenta con 6.517 trabajadores. Y en 2012 su déficit superó los 120 millones de euros. Pero el verdadero agujero está en los canales autonómicos, que arrastran una deuda de 1.600 millones, el 92,7% de la cual pertenece a Telemadrid y Canal 9.

Una televisión pública sólo es imprescindible cuando está gestionada con rigor y cumple una función de servicio público. Me temo que nuestros políticos no están programados para realizar este trabajo: en su ADN está manipular, utilizar los medios de comunicación en su favorDespués de ver durante algunas horas TVE, o Telemadrid, Canal Sur o Canal 9, es posible que muchos ciudadanos piensen que no sería mala idea cerrar las televisiones públicas. Algunos incluso sugerirán la posibilidad de dinamitarlas. Se ahorraría mucho dinero, y se acabaría con una manipulación informativa en la mayoría de los casos sonrojante. No es este un mal análisis, pero yo me atrevería a añadir algo de leña: incluso el entretenimiento que proponen es, generalmente, de ínfima calidad.

Una televisión pública sólo es imprescindible cuando está gestionada con rigor y cumple una función de servicio público. Me temo que nuestros políticos no están programados para realizar este trabajo: en su ADN está manipular, utilizar los medios de comunicación en su favor. Agua y aceite, eso son los políticos españoles y la información en libertad. Y si no me cree, ahí tiene a Rajoy, el presidente que huye de los periodistas.

Así las cosas, y teniendo en cuenta que cada vez hay más españoles que sólo se informan a través de la televisión, cerremos las cadenas públicas y confiemos el grueso de la comunicación audiovisual a Lara y a Berlusconi. Los capos de la televisión privada en España obtuvieron el pasado mes de mayo, de manera conjunta, el 57,3 % de la audiencia total. Recuerde que el primero es el dueño de Atresmedia (Antena 3 y La Sexta), y el segundo, de Mediaset (Telecinco y Cuatro). Estaríamos en buenas manos, ¿verdad?

En tan buenas manos que nuestro Gobierno se podría permitir el lujo de renunciar a un instrumento de manipulación de la categoría y el calibre de la actual RTVE. Nadie cuidará mejor los intereses del Partido Popular que dos empresarios de la solvencia, la credibilidad y la independencia de Lara y Berlusconi. ¿Cerrar RTVE? Se puede, claro que se puede… Pero entonces deberíamos dejar de hablar de democracia.

Los trabajadores de TVE llevan días observando con preocupación el proceso de desmantelamiento de la televisión pública griega, ERT, cadena que se fue definitivamente a negro la noche del pasado martes. Los ciudadanos españoles también deberíamos tener la mosca detrás de la oreja: las televisiones públicas son excelentes indicadores de la salud democrática de un país. Cuestión de servicio público. Europa asegura no haber presionado a Grecia en este sentido, pero avala la decisión de cierre y sugiere la posibilidad de una alternativa “financieramente sostenible”. Amparándose en la crisis, y esgrimiendo razones de austeridad, el Gobierno griego ha cruzado una línea roja y le ha dado una magnífica idea al Gobierno español: ¡se puede!

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