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Javier Pérez de Albéniz

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El último refugio

Al Partido Popular sólo le queda TVE. Como apoyo mediático, se entiende. La crisis, económica y moral, ha relegado a sus medios afines, desde La Razón

Al Partido Popular sólo le queda TVE. Como apoyo mediático, se entiende. La crisis, económica y moral, ha relegado a sus medios afines, desde La Razón a ABC pasando por La Gaceta e Intereconomía, a poco más que competidores de Mongolia y El Jueves. La influencia en la ciudadanía de estos diarios y televisiones conservadores, reducidos por su sectarismo a la categoría de fanzines, resulta tan insignificante como sus ventas y sus audiencias. Un drama: el PP se enfrenta prácticamente en solitario al ‘efecto Bárcenas’. Está a merced de unos medios que no controla, apoyado por otros desfasados e incompetentes.

Desbordado su gabinete de prensa, neutralizado su departamento de comunicación, con sus líderes incapacitados ética e intelectualmente, los populares cuentan con una última y desesperada guarida: TVE. El único apoyo mediático útil, eficaz, les llega de una televisión pública cada vez más cuestionada y con menos audiencia. Así las cosas, puede que el Rajoy más desgastado tenga que afrontar su batalla definitiva en soledad, cautivo y desarmado.

El descrédito de la política arrastra al periodismo a sus momentos más bajos. Falla el modelo, pero también la credibilidad. En TVE, las repeticiones del encierro de San Fermín ocupan mucho tiempo en el informativo matinal. Más que el análisis a la negativa del PP a que Rajoy comparezca en el Congreso por el caso BárcenasLa semana comenzó con los telediarios públicos ignorando la charla de Pedro J. Ramírez con Luis Bárcenas. Sólo al día siguiente, ya con las declaraciones de los populares contraprogramando la información de El Mundo, abordaron el tema. Esta es la política de los informativos de TVE: contrarrestar cada acusación de corrupción con declaraciones defensivas de la cúpula del PP. Ni un solo Bárcenas sin su correspondiente ERE, el único antídoto conocido, el ya clásico “y tú más”.

El descrédito de la política arrastra al periodismo a sus momentos más bajos. Falla el modelo, pero también la credibilidad. En TVE, las repeticiones del encierro de San Fermín ocupan mucho tiempo en el informativo matinal. Más que el análisis a la negativa del PP a que el presidente Rajoy comparezca en el Congreso la semana próxima para explicar las gravísimas acusaciones del que fuera tesorero de su partido durante dos décadas. Un blindaje nada democrático que permitirá a Rajoy continuar escondido, sin dar explicaciones, hasta septiembre. En el Telediario dan especial importancia a los últimos signos de vida del presidente, unas palabras tan enigmáticas como de costumbre: “De vez en cuando hay que hablar de cosas importantes”.

¿Tiene futuro la estrategia del silencio? Sin medios de comunicación poderosos a tu lado, insisto. Acusado de sectarismo, acosado por la pérdida de audiencia y credibilidad, agobiado por sus compromisos con el Gobierno, Julio Somoano, director de informativos de TVE, anunció durante su participación en los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid que “acometerá cambios”. ¿Dejarán de referirse al dictador Francisco Franco como 'el Caudillo'?

De momento, sólo se vislumbran modificaciones en el decorado: la silla de Marta Jaumandreu en el Telediario 2 la ocupará María Casado. La tramoya de TVE cambia para que todo siga igual. Para justificar que el presidente de plasma continúe escondido, sin dar la cara, sin afrontar la realidad. Y lo llaman servicio público.

Al Partido Popular sólo le queda TVE. Como apoyo mediático, se entiende. La crisis, económica y moral, ha relegado a sus medios afines, desde La Razón a ABC pasando por La Gaceta e Intereconomía, a poco más que competidores de Mongolia y El Jueves. La influencia en la ciudadanía de estos diarios y televisiones conservadores, reducidos por su sectarismo a la categoría de fanzines, resulta tan insignificante como sus ventas y sus audiencias. Un drama: el PP se enfrenta prácticamente en solitario al ‘efecto Bárcenas’. Está a merced de unos medios que no controla, apoyado por otros desfasados e incompetentes.