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Manuel de la Fuente

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Esperando al PSOE

Tras unos meses de turbulencias, parece alejarse la sombra de la “pasokización” y el PSOE sigue siendo hoy un partido al que continúan mirando amplias capas de la sociedad

Foto: Reunión de la gestora del PSOE. (EFE)
Reunión de la gestora del PSOE. (EFE)

El PSOE es hoy un partido sin líder, fragmentado, dividido y sumido en una contienda interna cuyo resultado, en estos momentos, es difícil de pronosticar. Aun así, los datos indican una estimación de voto ligeramente por debajo del 20%, cifra que ha venido manteniéndose estable tras la entrada en escena de Podemos y Ciudadanos. A pesar, incluso, de la errática gestión de los hechos de aquella noche del 1 de octubre, donde se destronó al primer secretario general del PSOE elegido por la militancia y, a cambio, se le regaló un relato político que no tenía hasta la fecha. La conclusión, tras unos meses de turbulencias, es que parece alejarse la sombra de la 'pasokización' y que el PSOE sigue siendo hoy un partido al que continúan mirando amplias capas de la sociedad.

Resueltos ya los congresos de PP, Ciudadanos y Podemos, todo indica que existe hueco para el PSOE. Ciudadanos ha dado un paso a la derecha, definiendo su orientación hacia el votante del PP, y apostará, llegado el momento, por endurecer su posición —hoy más cómplice con Rajoy— para pescar en su caladero. Por la izquierda, Vistalegre II alumbró un Podemos más ideológico, más combativo y que se centrará en dividir su actividad entre las instituciones y la calle, con innata querencia por esta última.

En paralelo, habrá que seguir de cerca la evolución de Ada Colau y su gente que, quizá con menos estridencia que sus colegas de Madrid, están consiguiendo construir un proyecto creíble que parece seducir tanto a sectores populares como a las capas medias urbanas, pero circunscrito hasta la fecha (y hasta nueva orden) al ámbito catalán. En esta inercia centrífuga parece evidente que, si el PSOE remienda sus maltrechas costuras, estará en condiciones de recuperar un espacio protagonista en este cuadrilátero político.

Qué esperar del congreso del PSOE

Es cierto que este contexto de inflación informativa, con una pelea permanente por protagonizar el titular del día, resta nitidez a la foto. Pero es importante no perder la perspectiva y podría ayudar prestar atención a cuatro aspectos: cuáles son los tiempos, quiénes son los equipos, cuál es su proyecto y, sobre todo, cuáles son las reglas del juego.

Foto: Los candidatos del Partido Socialista a las primarias, Patxi López y Pedro Sánchez, abrazados en el Congreso el pasado 28 de abril. (EFE) Opinión
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La contrapartida al retraso impuesto por la gestora para llevar el congreso del partido a junio es que Sánchez ha marcado agenda llenando todos sus actos públicos hasta la fecha. Al otro lado, de momento, solo encontramos una comisión gestora cuya legitimidad es cuestionada por una parte de la militancia. Pero esto no muestra más que lo que ya sabíamos: la crisis no está solventada y, tras ella, subyacen, al menos, dos proyectos de partido distintos.

Pedro Sánchez, ya sea por mérito propio o demérito ajeno, ha terminado ocupando el hueco existente en el ala izquierda del partido. La política, como la vida misma, crea extraños compañeros de viaje, y hoy se rodea de unos pocos diputados leales, algunos antiguos guerristas, de Pérez Tapias y lo que queda de la corriente Izquierda Socialista, y plantea un proyecto de unidad de acción con quienes ayer atribuían su existencia a una sonrisa del destino.

Foto: Pedro Sánchez, flanqueado por Manuel Escudero y Margarita Robles, este lunes en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. (EFE)

Por otro lado, se espera a una Susana Díaz con “fuerza, ilusión, ganas” (y a quien le “encanta ganar”) que, sin embargo, aún no ha confirmado su candidatura. Entre ambos, el exlendakari Patxi López ha dado un paso al frente que solo podremos tomar en serio si, por alguna razón —como que los números no le salgan—, la presidenta andaluza decidiese finalmente no comparecer, cosa hoy por hoy poco probable.

A pesar de su errática gestión del desalojo de Sánchez, el posible éxito de su candidatura vendrá dado por la capacidad que tenga para diluir su propia figura en la de un equipo de personas reconocidas dentro y fuera de su espacio de confort. Su habilidad para reconstruir puentes con referentes transversales para la militancia socialista da muestras de que ha comprendido la necesidad de plantear un proyecto colectivo, en el que tenga cabida toda una nueva generación de cuadros que aún no ha tomado la alternativa, y de arriesgar si quiere seducir a una militancia tradicionalmente crítica y ubicada mucho más a la izquierda que ella y, en general, que el conjunto de los dirigentes.

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, el pasado 16 de febrero en el Parlamento autonómico. (EFE)

Y necesitará, además, hacerlo siendo consciente de que, a veces, el poder orgánico no es suficiente y menos si se percibe a través del apoyo explícito de las viejas glorias del PSOE, con enorme predicamento antaño, pero percibidos hoy como versos sueltos, con agenda propia y, en ocasiones, dedicados a ofrecer fotos que en nada la van a ayudar.

Pero, quizás, el elemento más relevante es del que menos se está hablando. Era Einstein quien decía aquello de que primero hay que aprender las reglas y luego ya nos ocuparemos de jugar mejor que nadie. De esto algo sabe Pablo Iglesias. En los procesos internos, prestar atención al censo y a las condiciones de la partida es tan importante como todo lo demás. Y hay cuatro elementos que, a más de tres meses del congreso, pueden inspirar cierta tranquilidad a Susana Díaz: Andalucía representa más del 20% del total del censo de militantes; Cataluña y Comunidad Valenciana —segunda y tercera federación en importancia— han pasado de opositores a sujetos pasivos (en el caso del PSC, aceptando un sufragio con inscripción previa); el factor Patxi López como elemento de división de los posibles apoyos a Sánchez y, por último, la apatía del sector más crítico de la militancia, algunos de los cuales ya han salido del partido. A favor de Sánchez cuenta un más que probable caudal de voto oculto que, con seguridad, le convierte en un adversario imprevisible y nada desdeñable.

PSOE y gobernabilidad

Mientras tanto, la que se presumía como la legislatura más compleja de la democracia está resultando bastante apacible, y llevadera para Rajoy, de lo que habíamos previsto. La próxima meta volante se sitúa en abril con la tramitación de unos presupuestos anuales que tendrán vocación semestral. El grupo parlamentario socialista necesitará elevar el tono contra el Gobierno estos próximos meses… y eso incluye, sobre todo, el rechazo a las cuentas de Montoro, quien tendrá que abrir el objetivo y escuchar los reclamos de la periferia parlamentaria. Cualquier otro escenario tendría efectos en la guerra por el control del partido que se librará poco después.

Foto: Eduardo Madina y José Carlos Díez, durante su rueda de prensa en Ferraz del pasado 27 de enero. (EFE) Opinión

Pero es importante también no perder de vista el clima general en el país. Es cierto que el ciclo de protesta social alcanzó su pico en 2013 y, desde entonces, se ha difuminado, pero ello no quiere decir, ni mucho menos, que no pueda reactivarse —hay condiciones para ello—, más cuando Podemos ya ha manifestado que su objetivo es conseguir cambios a través de la movilización.

Vivimos tiempos complejos e imprevisibles en los que la certidumbre y la seguridad que reclama la esfera económica no se verá saciada, tal y como se desprende de los escalofríos que ha generado el programa de Sánchez en los círculos económicos y empresariales. Matizando probablemente el tono o las formas, es más que probable que quien o quienes le acompañen compitiendo en las primarias a la secretaria general del PSOE se produzcan guiños en el mismo sentido. Y ha de ser entendido en el perfume electoralista que marcará los titulares estos próximos meses, donde unos y otros harán un discurso dirigido a las bases.

El panorama es complejo y el entorno de Rajoy ya ha reconocido la posibilidad de prorrogar los presupuestos. El problema vendrá en 2018 donde, si no ha cambiado la postura del PSOE, la aritmética podría encallarse y, quién sabe, si quitarle tiempo de preparar el asalto a La Moncloa a Susana… o a Sánchez.

El PSOE es hoy un partido sin líder, fragmentado, dividido y sumido en una contienda interna cuyo resultado, en estos momentos, es difícil de pronosticar. Aun así, los datos indican una estimación de voto ligeramente por debajo del 20%, cifra que ha venido manteniéndose estable tras la entrada en escena de Podemos y Ciudadanos. A pesar, incluso, de la errática gestión de los hechos de aquella noche del 1 de octubre, donde se destronó al primer secretario general del PSOE elegido por la militancia y, a cambio, se le regaló un relato político que no tenía hasta la fecha. La conclusión, tras unos meses de turbulencias, es que parece alejarse la sombra de la 'pasokización' y que el PSOE sigue siendo hoy un partido al que continúan mirando amplias capas de la sociedad.

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