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'Principios' y la siguiente crisis
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Elena Herrero-Beaumont

El cuarto y quinto poder

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'Principios' y la siguiente crisis

Creo que los signos que nos rodean deberían ser suficientes como para que cada uno de nosotros reflexione sobre unos cuantos principios

Foto: Foto: iStock.
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Ver en el 'inbox' la palabra 'principios' no te deja indiferente. Es un sustantivo regio e imponente. Hice un clic sobre el mensaje en cuestión y vi que era una de las conferencias que organiza la Fundación Rafael del Pino. En esta ocasión, con el autor del libro 'Principios', un tal Ray Dalio.

Movida por la intriga busqué en Google al susodicho y me encontré con que es el fundador de uno de los 'hedge funds' más rentables del mundo, que gestiona activos equivalentes al 11% del PIB español. Ante esto, el carácter regio e imponente del sustantivo elegido por el 'businessman' para titular su libro se me hacía más interesante por lo aparentemente contradictorio. Inmediatamente escribí a algunos amigos del sector financiero para ver si tenían interés en acompañarme a la conferencia.

“Queridos, voy a ir a esta conferencia a escuchar a este 'american billionaire investor, hedge fund manager, and philanthropist and founder of investment firm Bridgewater Associates, one of the world's largest hedge funds', etc. hablarnos sobre principios. Me da mucha intriga conocer al personaje, sobre todo viendo que, además de todo eso que os he puesto extraído de Wikipedia, practica la meditación trascendental ;)”.

Me llamaron la atención tres cosas: la necesidad de una transparencia radical, la batalla contra el yo egoísta y los riesgos de la secularización

Por las fechas, en los días previos a la Navidad, no pudimos asistir. Unas semanas más tarde, una amiga que trabaja en las Naciones Unidas me envió de la manera más inconexa una entrevista que le hacían a Dalio en 'El País'. “Hay que rediseñar el capitalismo para que funcione para todos” era el titular. Supongo que a esta amiga, de izquierdas hasta la médula, le habría atrapado el mismo interés que a mí en conocer los principios de un magnate financiero.

De la entrevista me llamaron la atención tres cosas: la necesidad de una transparencia radical, la batalla contra el yo egoísta y los riesgos de la secularización, de la desigualdad y de la polarización para afrontar la próxima crisis, que se avecina profunda y peligrosa. Son tres cuestiones nucleares que a mi modo de ver están erosionando la democracia liberal occidental sumergida en una grave crisis desde 2007. Algunos aspectos de esta crisis que están íntimamente conectados con algunos de los principios de Dalio son la creciente brecha entre élites y masas, la propagación de emociones destructivas a través de las redes sociales y la irrupción de los populismos.

Transparencia radical

Ser transparente y decir la verdad en todo momento. Para algunos de los que me rodean en la consultoría, la banca, la política y los medios, el movimiento de la transparencia ha derivado en una sobreexposición innecesaria y contraproducente. Y llegan a calificarlo como un planteamiento hasta infantil. Yo, sin embargo, estoy de acuerdo con Dalio. Soy amiga de la transparencia por temperamento y por convicción filosófica. Cuando he traicionado la verdad, me he traicionado a mí misma. En la vertiente institucional, la transparencia invita a la meritocracia, la rendición de cuentas y la salud organizacional.

En la vertiente institucional, la transparencia invita a la meritocracia, la rendición de cuentas y la salud organizacional

Lamentablemente, las élites siguen bañadas en corrupción, tanto humana y personal como institucional, las plataformas tecnológicas por un lado facilitadoras de la transparencia contribuyen al mismo tiempo a una peligrosa opacidad. No hay más que ver cómo intereses desconocidos influyen en los procesos electorales y financian partidos políticos. En definitiva, y a pesar de todo lo que se ha avanzado y profundizado sobre la transparencia, seguimos aún en los albores en un sinfín de ámbitos.

La batalla contra el yo egoísta

Compartí la entrevista de Dalio en uno de mis chats del WhatsApp en el que participan amigos con buen criterio intelectual, fantásticas carreras profesionales pero sobre todo gente buena con ideales. Uno de ellos, el más erudito, se mostró escéptico: “Si yo fuera muy rico, creo que me daría pudor decirle a nadie cómo es una buena vida”. ¿Pero recordamos exactamente qué es una buena vida? La mayor parte de nosotros estamos tan entretenidos y distraídos en nuestro afán por la conquista del poder, del dinero y del reconocimiento que se nos olvida cultivar las virtudes que nos conducen a una verdadera y genuina felicidad, siguiendo la eudaemonia aristotélica.

Estamos tan distraídos en nuestro afán por la conquista del poder que se nos olvida cultivar las virtudes que nos llevan a una verdadera felicidad

El yo pequeño suele vencer en el día a día al yo elevado, y el saldo de una vida entera nos deja en números rojos. La práctica de la ética, del equilibrio emocional y de la vida contemplativa son claves para trascender esas pequeñas batallas del ego, que de manera colectiva nos están matando. El hecho de que un financiero como Dalio practique a diario la meditación trascendental es un buen referente para los que trabajan con dinero, que son los que mueven al final el mundo.

La secularización

Dalio habla de la eficacia de la religión para fomentar principios sólidos entre las masas y argumenta que la creciente secularización nos obliga a diseñar unos principios alternativos de convivencia. El sociólogo británico John Glubb, autor del 'The Fate of Empires and Search for Survival', analiza una docena de civilizaciones y describe sus ciclos, y llega a la conclusión de que el ateísmo es una señal del colapso de las civilizaciones. Lo mismo concluyó el historiador griego Polibio ante el inminente declive de la civilización helénica.

Para salir de este catastrofismo, mi mente se apoya en el último libro de Steven Pinker, 'En defensa de la Ilustración', donde nos evidencia con multitud de datos nuestro progreso en un buen número de ámbitos, pero creo que los signos que nos rodean deberían ser suficientes como para que cada uno de nosotros reflexione sobre unos cuantos principios.

Ver en el 'inbox' la palabra 'principios' no te deja indiferente. Es un sustantivo regio e imponente. Hice un clic sobre el mensaje en cuestión y vi que era una de las conferencias que organiza la Fundación Rafael del Pino. En esta ocasión, con el autor del libro 'Principios', un tal Ray Dalio.

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