Al Grano
Por
España debuta en el Mundial: sin el bombo de Manolo, sólo nos queda Casillas y el `Koala´
No es el tambor del Bruch, pero seguro que dentro de cien años se exhibe en un museo como icono de la reafirmación nacional en todos
No es el tambor del Bruch, pero seguro que dentro de cien años se exhibe en un museo como icono de la reafirmación nacional en todos los estadios del mundo. Los alemanes lo quieren silenciar, como quisieron hacer los franceses hace doscientos años con el otro. Y no podemos permitirlo cuando vuelve a estar en juego el orgullo de la raza. Esta vez, en torno a un balón.
Demasiado pronto para pasar a la historia. Procedería investir ya mismo el bombo de Manolo, con todos los honores, mediante la consiguiente liturgia televisada y sin esperar el dictamen de la historia, como el estandarte sonoro de la España deportiva que circula por el mundo gracias a Pau Gasol, Fernando Alonso, Rafael Nadal o Dani Pedrosa.
A la hora de hilvanar este desfile de palabras, sin otro objeto que el de apelar a la furia española para el partido de esta tarde, no estaba resuelto el problema de Manolo el del bombo. El problema es que los organizadores no permiten la entrada de instrumentos musicales en los estadios del Mundial, lo cual acredita la diligencia germana en el cumplimiento de las normas sobre seguridad, pero nos priva a los españoles de nuestro mejor estandarte para la liza futbolística. Mecachis.
Sin el bombo de Manolo, España es menos España sobre el terreno de juego. Sin el bombo de Manolo, no habrá otro remedio que confiar en Villa y Torres frente a la portería contraria, y en Casillas y Pujol ante la propia. No es lo mismo, pero es lo que hay. Sin el bombo de Manolo, a los patriotas españoles desplazados a Alemania sólo les quedará el Koala ("opá, amo a p´ol mundiá") y el "que viva España" que cantan los patriotas alemanes desplazados a Palma y Benidorm. Qué se le va a hacer.
Atentos a la pantalla. España debuta esta tarde (15.00 h.) en Leipzig contra Ucrania. Al parecer, el hueso más duro de roer de los que nos han tocado en suerte para esta primera fase del Mundial. Si vamos salvando los compromisos que nos esperan en la agenda deportiva de Alemania (el 19 contra Túnez en Stuttgart y el 23 contra Arabia Saudí en Kaisserlautern), hasta podrían crearse las condiciones para un final dialogado de la violencia verbal entre el PSOE y el PP.
Y la que no es tan verbal, como el paso de los dirigentes del PP por la campaña del referéndum del domingo en Cataluña. Con escudo y coraza se prepara Mariano Rajoy para lo de hoy en Barcelona, y de mañana Lérida, en las tierras de aquel muchacho que tocaba el tambor para defender a España de la invasión francesa.
No es el tambor del Bruch, pero seguro que dentro de cien años se exhibe en un museo como icono de la reafirmación nacional en todos los estadios del mundo. Los alemanes lo quieren silenciar, como quisieron hacer los franceses hace doscientos años con el otro. Y no podemos permitirlo cuando vuelve a estar en juego el orgullo de la raza. Esta vez, en torno a un balón.