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Caída de Imaz: la causa de la paz cede ante la causa de la soberanía
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Antonio Casado

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Caída de Imaz: la causa de la paz cede ante la causa de la soberanía

Por desgracia, no cabe apostar por la retirada estratégica en el análisis. Ya nos gustaría a quienes siempre vimos en Imaz la esperanza modernizadora de un

Por desgracia, no cabe apostar por la retirada estratégica en el análisis. Ya nos gustaría a quienes siempre vimos en Imaz la esperanza modernizadora de un PNV cautivo del sueño independentista.

A la vista de la información recabada a lo largo de la tarde de ayer, no hay espacio para esa tesis. José Jon Imaz, el cómplice de Zapatero, la cara amable y renovadora del nacionalismo vasco, se va a su casa. Renuncia a pelearse con quienes encabezan corrientes de pensamiento y acción distintas a las suyas, en vísperas del próximo congreso del PNV (llamado "asamblea nacional"), previsto para dentro de tres meses.

¿Por qué resigna su candidatura para repetir cuatro años más como presidente del Partido Nacionalista Vasco? Respuesta corta: ha medido sus fuerzas y sale perdiendo. Respuesta larga: la carta de dos folios y medio que hoy publican todos los medios de comunicación.

Los contenidos de dicha carta confirman que la marcha de Imaz es una mala noticia. Al menos, de momento. Porque tampoco es descartable que el generoso gesto de Imaz -explica que lo hace por no fracturar a su partido- pudiera fecundar a la larga el triunfo de quienes dentro del PNV apuestan por una Euskadi en paz antes que por una Euskadi independiente.

Al fin y al cabo, su carta de renuncia se titula ‘Apostar por el futuro’. Y aunque anuncia la vuelta a sus actividades profesionales, cuesta trabajo creer que, a sus 44 años y con una vocación política acreditada, Imaz se va para no volver. No se priven ustedes de ponerlo en duda.

Pero, lo dicho, de momento es lo que hay. Imaz ha echado cuentas y se ha ido antes de escenificar una derrota de sus tesis frente a las de Joseba Eguibar (Guipúzcoa), Javier Aguirre (Alava) e Iñigo Urkullu (Vizcaya), que son quienes pastorean los tres territorios del partido. Y poco importan, a esos efectos, los eventuales pactos hilvanados entre ellos para alumbrar una ponencia política de corte ‘soberanista’, con referéndum incluido, que Imaz no puede ni quiere liderar.

Si Imaz se va por sentirse perdedor y renuncia a defender sus ideas por no contribuir a la división del partido, vale la pena rastrear dichas ideas en su propia carta de renuncia. A saber: "Una Euskadi en la que convivan diferentes sentimientos de pertenencia", con "un proyecto de país cuyo futuro constituyamos entre todos", una identidad vasca basada en "los valores de un mundo cada vez más abierto" donde conceptos como estado-nación, soberanía o independencia adquieren hoy tintes "diferentes de lo que en el pasado representaban", porque "las fronteras se debilitan e incluso desaparecen" y, en fin, "una Euskadi cuyo futuro no se construya contra nadie".

Esas son las ideas que, al menos a día de hoy, están en el PNV tan en retirada como José Jon Imaz. Malísima noticia.

Por desgracia, no cabe apostar por la retirada estratégica en el análisis. Ya nos gustaría a quienes siempre vimos en Imaz la esperanza modernizadora de un PNV cautivo del sueño independentista.

Josu Jon Imaz