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El Rey en la reyerta: patadas a ZP en la espinilla de Don Juan Carlos
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Antonio Casado

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El Rey en la reyerta: patadas a ZP en la espinilla de Don Juan Carlos

Toca hablar del Rey porque el propio don Juan Carlos habló de lo suyo el otro día. Dicen que estaba hasta la coronilla -perdón por el

Toca hablar del Rey porque el propio don Juan Carlos habló de lo suyo el otro día. Dicen que estaba hasta la coronilla -perdón por el chiste- de recibir en sus reales posaderas las patadas a Zapatero.

Si hubiera mirado hacia otro lado, por no ver la quema de su figura o la bandera republicana que Joaquín Sabina saca en sus recitales, o por no oír al más conspicuo de los predicadores del alba pidiendo su abdicación, muchos seguiríamos guardando aún un piadoso silencio. Por no hacer el juego a los enredadores. Y por respeto a una de las pocas instituciones hasta ahora alejadas de la reyerta política entre el PSOE y el PP, las dos grandes fuerzas políticas de ámbito nacional. Pero el Rey habló y la reyerta se ha animado un poco más.

Desde el PP siguen acusando a Zapatero de dejar a la Corona a los pies de los caballos, mientras se invita los ciudadanos a mostrar su patriotismo en la fiesta nacional del 12 de octubre. Y desde el PSOE, ayer mismo, José Blanco pedía a Mariano Rajoy que defienda de verdad a la Monarquía y deje de darse golpes de pecho. Pero nadie se molesta en valorar, en letra y espíritu, el pasaje del discurso de don Juan Carlos unánimemente interpretado como una reacción de legítima defensa.

Cuando el Rey dice que "la Monarquía Parlamentaria que sustenta nuestra Constitución ha determinado el más largo periodo de estabilidad y prosperidad en democracia vivido por España", está diciendo una obviedad que hubiera pasado inadvertida en sus discursos habituales. Y esa es la coartada de Zarzuela, que no hay misterio ni novedad en esas palabras. Pero con la que está cayendo, pueden interpretarse como una oportunista actuación de la Corona en defensa propia.

En realidad don Juan Carlos no hace una defensa directa de sí mismo, ni siquiera de la Corona. Se trata de un elogio de la forma de Estado (monarquía parlamentaria), que es el molde donde encaja el sistema (Estado social y democrático de Derecho) que ha dado a España treinta años consecutivos de desarrollo en paz. Todo eso no es un invento del Rey, ni de la institución monárquica, sino de la voluntad de los españoles libremente expresada y nunca puesta seriamente en cuestión. Pero aunque el Rey no se defiende a sí mismo, lo parece. Y si la opinión pública lo percibe de ese modo, también lo percibirá como un síntoma de debilidad frente a las que no dejan de ser agresiones ocasionales y minoritarias, por mucho que algunos se empeñen en avivar el fuego.

Por otra parte, hay una buena carga de mala fe en quienes atribuyen a un cálculo político la supuesta flojera del Gobierno de la Nación a la hora de dar la cara por la Monarquía. El único cálculo, que puede ser erróneo, es el de considerar que una sobreactuación en defensa del Rey solo hubiera servido para amplificar unos hechos aislados y minoritarios, como ya ocurrió con el desdichado secuestro de la revista El Jueves. Pero en la reyerta vale todo. Ya solo quedan seis meses para la muerte política de Zapatero o la de Rajoy. Será como una liberación.

Toca hablar del Rey porque el propio don Juan Carlos habló de lo suyo el otro día. Dicen que estaba hasta la coronilla -perdón por el chiste- de recibir en sus reales posaderas las patadas a Zapatero.

Juan Carlos Escotet