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La ofensiva del PSOE contra Pizarro pretende ningunear a Rajoy
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Antonio Casado

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La ofensiva del PSOE contra Pizarro pretende ningunear a Rajoy

¿Miedo del PSOE a Pizarro? El más esforzado de los costaleros mediáticos del PP editorializaba ayer sobre el ataque de nervios que demuestra el PSOE al

¿Miedo del PSOE a Pizarro? El más esforzado de los costaleros mediáticos del PP editorializaba ayer sobre el ataque de nervios que demuestra el PSOE al salir en tromba contra el nuevo elefante blanco de la derecha. Craso error. No va por ahí la cosa.

Rodríguez Zapatero, Solbes, Montilla, Fernandez de la Vega, José Blanco, Felipe González, Caldera y Alfonso Guerra, entre otros, han arremetido este fin de semana, efectivamente, contra Manuel Pizarro, ex presidente de Endesa, calificado ayer por el ministro Rubalcaba, como "el rey del finiquito". Pero comete un error de análisis el colega cuando trata de descifrar la ofensiva socialista contra el escolta del candidato del PP a la Moncloa.

El error es probablemente consciente, pero interesado, porque la estrategia del PSOE en este asunto es demasiado evidente, por no decir demasiado burda. No se trata de desacreditar a Manuel Pizarro sino de ningunear, marginar, minimizar, quitar protagonismo, dejar en segundo plano, hacer de menos -como ustedes quieran decirlo-, a Mariano Rajoy, que es el verdadero adversario de Zapatero. Es de manual ¿Se imaginan un tramo final de campaña en el que, si los socialistas se empeñan, el candidato oficial del PP acabe quedando a la sombra de su número dos en la lista de Madrid?

Eso pretenden los socialistas, sabedores, además de que, ojo, Pizarro no es un número dos cualquiera, sino un cualificado testigo de cargo de la división interna en el PP y la falta de autoridad del líder, Mariano Rajoy, o sea, del aspirante a la presidencia del Gobierno. En la estrategia electoral del PSOE, Pizarro es la prueba del gran tiro en el pie que el PP se acaba de dar con la exclusión de Alberto Ruiz Gallardón -el político mejor valorado de España-, por presión de Esperanza Aguirre, quien, al fin y al cabo, no es más que una líder regional del partido.

Entretanto, los protagonistas del drama se lo siguen poniendo fácil a sus adversarios naturales. El sábado, Esperanza Aguirre presentaba públicamente a Pizarro. Y no encontró mejor caracterización que negarle la condición que predica en Gallardón. "No es un divo", dijo. O sea, más munición para el PSOE. Pero donde cumplieron con largueza los imperativos de esta tendencia autodestructiva que ha reaparecido en la derecha española fue en su acto público de ayer en Madrid.

Entre los protagonistas, visible tensión. Entre los espectadores, morbo no defraudado. La cara de pocos amigos y los aplausos perezosos de Gallardón, el último en llegar, el primero en marcharse, la frialdad de los saludos, la distancia de cuatro sillas entre el alcalde y la presidenta, la burda pretensión de Aguirre por ningunear a "Alberto" en su discurso y, ay, los inútiles esfuerzos de Rajoy para tratar de sacar de la campaña el caso Gallardón- Aguirre. Imposible, don Mariano.

¿Miedo del PSOE a Pizarro? El más esforzado de los costaleros mediáticos del PP editorializaba ayer sobre el ataque de nervios que demuestra el PSOE al salir en tromba contra el nuevo elefante blanco de la derecha. Craso error. No va por ahí la cosa.

Manuel Pizarro