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Aznar pone alas al rumor y los medios se explayan con la no noticia
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Antonio Casado

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Aznar pone alas al rumor y los medios se explayan con la no noticia

Como Aznar no es santo de mi devoción no necesito excusarme al ponerme de su parte en la mala pasada que alguien ha querido jugarle mediante

Como Aznar no es santo de mi devoción no necesito excusarme al ponerme de su parte en la mala pasada que alguien ha querido jugarle mediante la difusión de un rumor envenenado. Lo cortés no quita lo valiente. Y conste que si comento el tema es por la propia reacción del ex presidente. Humana pero discutible, como trataré de explicar.

Me refiero a su comunicado de ayer. Se entiende, se comprende esa reacción, aunque es de dudosa utilidad entrar al trapo con un desmentido innecesario. Si además produce un efecto eclipse sobre el marcaje del PP a un Gobierno socialista acosado por una situación política y económica muy adversa, pues aún peor, tal y como algunos dirigentes de su partido han comentado en privado. Todo lo cual también es de aplicación al inusitado despliegue del diario madrileño El Mundo, teóricamente el más cercano al personaje. Caray con los amigos.

El interesado, por un lado, y el periódico amigo, por otro. Ambos acabaron de motivar a otros medios de comunicación, sobre todo audiovisuales, que ayer dedicaron amplios espacios a un absurdo informativo, incluido en las escaletas de prácticamente todos los programas rosa de radio y televisión. Y algunos, no tan rosa. La excusa del comunicado de Faes era perfecta como pasto para la voracidad de dichos programas. Y en el Gobierno, noqueado estos días por la contundencia del último zarpazo en las cifras del empleo, felices.

El absurdo informativo consiste en glosar una no noticia, lo que no ha sucedido, lo que seguramente se habrá incubado en la mente de algún enemigo del ex presidente del Gobierno o un periodista mal informado. En este caso, una paternidad. La del embarazo de la ministra francesa de Justicia, Rachida Dati, atribuida a José María Aznar por el periódico marroquí L'Observateur.

Resultado: la noticia del desmentido (el comunicado de Aznar sí cobró el rango técnico de noticia al entrar en las redacciones) y su enorme impacto en los medios, con algunas excepciones, detonaron la propagación de un rumor que seguramente se hubiera desinflado en veinticuatro horas.

O no. La duda viene fundada en ciertos antecedentes que colaron el nombre de Aznar en algunas leyendas galantes, nacionales e internacionales. Y esa duda ha actuado entre sus asesores de Faes, y en él mismo, se supone, como elemento final de convicción sobre la necesidad de emitir el comunicado.

En el comunicado, el ex presidente nos informa de que ha dado instrucciones a sus abogados "para que de manera inmediata estudien emprender todas las acciones legales contra quienes hayan vertido tales falsedades o quienes se hagan eco de ellas". Pero, ojo, no es lo mismo difundir falsedades que hacerse eco de las mismas. Este es justamente el centro de gravedad de la polémica ¿No es hacerse eco de la falsedad el propio hecho de desmentirla?  ¿No acaba acelerando el comunicado lo mismo que pretende frenar?

Como Aznar no es santo de mi devoción no necesito excusarme al ponerme de su parte en la mala pasada que alguien ha querido jugarle mediante la difusión de un rumor envenenado. Lo cortés no quita lo valiente. Y conste que si comento el tema es por la propia reacción del ex presidente. Humana pero discutible, como trataré de explicar.

Pedro J. Ramírez