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El Congreso puede esperar: Zapatero no tiene prisa en rendir cuentas
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Antonio Casado

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El Congreso puede esperar: Zapatero no tiene prisa en rendir cuentas

¿Y por qué los nacionalistas catalanes le echan una mano a Zapatero? “Pues porque no están en campaña”, me dice un diputado curtido en el oficio que,

¿Y por qué los nacionalistas catalanes le echan una mano a Zapatero? “Pues porque no están en campaña”, me dice un diputado curtido en el oficio que, más allá de la disciplina de grupo, sabe cómo funcionan estas cosas. En definitiva, que los votos pastoreados por el no menos veterano Duran i Lleida, amén de los de Ridao (ERC), arrastraron los de otras minorías e impidieron la urgente comparecencia del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, en un pleno extraordinario, con carácter urgente, para explicar en el Parlamento por qué la situación económica del país sigue yendo de mal en peor.

En formato minimalista, es la sencilla historia de la reunión de ayer en la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados. Es una especie de miniparlamento de guardia (21 diputados, como mínimo, según la Constitución) cuando la Cámara está de vacaciones. Y ustedes se preguntarán, con mucho sentido común, por las absurdas normas legales que permiten unas vacaciones de los representantes de la soberanía nacional con la que está cayendo.

Si aún así los diputados que se quedan de guardia, por si hay urgencias, como los médicos y los farmacéuticos, deciden por votación que no es urgente una explicación sobre la marcha del enfermo con todas las constantes vitales alteradas -todas, el paro, el crecimiento, la inversión, el consumo, el déficit, la deuda, el crédito, etc-, pues me parece que solo nos dejan una salida: la de llorar juntos, o la de rezar por la salud mental del piloto, puesto que el magnicidio está mal visto y, por supuesto, absolutamente prohibido en el Código Penal. Esto último, ni como hipótesis. Quítenselo ustedes de la cabeza inmediatamente

Ya sabemos que Zapatero piensa cumplir con el Congreso el martes 10 de febrero y que hasta entonces la situación no se va a resentir, ni a los españoles nos van a faltar mensajes y mensajeros suficientes para hacernos una idea de la negrura del nubarrón. Las cosas no irán mejor o peor por el hecho de que el presidente acuda ya, en sesión extraordinaria, o dentro de casi un mes, en sesión ordinaria. Pero también cuentan las formas, el talante -sobre todo cuando se convierte en objeto de culto-, el respeto a los representantes de los ciudadanos, y otras reglas no escritas en el código de buenas prácticas del oficio.

Si es tan fácil apreciar la urgencia de sentar a la ministra Álvarez ante los diputados para hacer la radiografía del caos, o la del ministro Moratinos para explicar la masacre de Gaza y lo que España puede hacer para reconducir el conflicto, no se entiende la esforzada negociación del PSOE con las minorías nacionalistas, ayer por la mañana, para librar a Zapatero de tener que rendir cuentas inmediatamente a la vista de los nuevos e inquietantes datos sobre la marcha de la economía nacional.

Esa comparecencia la había pedido con toda legitimidad el principal partido de la oposición. Pero el PP, como tantas y tantas veces le ocurrió en la Legislatura pasada -una tendencia que parecía haber cambiado en ésta-, volvió a quedarse sólo en una posición a mi juicio absolutamente razonable y, por supuesto, oportuna.

¿Y por qué los nacionalistas catalanes le echan una mano a Zapatero? “Pues porque no están en campaña”, me dice un diputado curtido en el oficio que, más allá de la disciplina de grupo, sabe cómo funcionan estas cosas. En definitiva, que los votos pastoreados por el no menos veterano Duran i Lleida, amén de los de Ridao (ERC), arrastraron los de otras minorías e impidieron la urgente comparecencia del presidente del Gobierno, Rodríguez Zapatero, en un pleno extraordinario, con carácter urgente, para explicar en el Parlamento por qué la situación económica del país sigue yendo de mal en peor.

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