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Espionaje y caso Correa: el Gobierno espera que el PP se cueza en su propia salsa
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Antonio Casado

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Espionaje y caso Correa: el Gobierno espera que el PP se cueza en su propia salsa

Ni las cortinas de humo ni la ira contra el mensajero van a librar al PP de que los ciudadanos aten cabos con todo lo que

Ni las cortinas de humo ni la ira contra el mensajero van a librar al PP de que los ciudadanos aten cabos con todo lo que cuelga de los dos escándalos de la temporada. Uno, la operación “Gürtel”, con su derivada ‘chusca’ de los trajes pagados en metálico con fajos de billetes de 500 euros. Y otro, el de los espías de la Comunidad  de Madrid entre criaturas políticas de Esperanza Aguirre, al que se ha sobrepuesto el no menos escandaloso cierre de la comisión investigadora de la Asamblea porque el PP madrileño ha decidido unilateralmente que no hay nada que investigar y, por lo tanto, según decía ayer el consejero Granados, prolongar sus trabajos sería “perder tiempo y dinero”.

 

No son buenas noticias para Mariano Rajoy, cuyo voluntarismo respecto a un desenlace incruento en ambos asuntos vuelve a chocar con las nuevas evidencias conocidas a lo largo del pasado fin de semana. Los dos asuntos pintan cada vez peor para la dirección nacional del PP. Y siendo de mayor calado el de la operación Gürtel, con varios cargos públicos implicados en episodios de corrupción pública, hará mucho más ruido político el del espionaje.

De los famosos partes de seguimiento no parecen deducirse claros supuestos de relevancia penal. Es verdad que, en general, aparecen detalles absolutamente exentos de malicia. Sin embargo, el cruce de operaciones ordenadas por cuenta de fuentes políticas en pugna, dentro de la pirámide organizativa del Gobierno de la Comunidad y del PP madrileño, tiene todos los ingredientes para causar serios desperfectos en la imagen política de Esperanza Aguirre y, si Rajoy no sabe distanciarse a tiempo, también se resentirá la imagen del partido a escala nacional.

A eso juega el PSOE, A dejar que el PP se cueza en su propia salsa. Dice Granados, el consejero de Interior del Gobierno de la Comunidad, que los socialistas han montado esta operación para matar civilmente a la presidenta, Esperanza Aguirre; al vicepresidente, Ignacio González, y a él mismo, como un día intentaron hacer con el periodista Pedro J. Ramírez. Eso dice Granados. Pero otros decimos que el PSOE no se ha empleado a fondo ni contra Esperanza Aguirre ni contra el PP, para desgracia de Tomás Gómez y los socialistas madrileños, que se han tragado el cierre de la comisión porque en Ferraz –y sobre todo, en Moncloa- han decidido dejar que se siga escenificando el cisma interno de sus adversarios. Sin forzar la máquina. No hace falta. El trabajo ya lo hace El País, que se lo ha tomado como una batalla propia.

Zapatero, Blanco y Rubalcaba, encantados. Obsérvese que los dirigentes socialistas no han profundizado en el hecho, reconocido por el propio Ignacio González, de que el número dos de Aguirre en el Gobierno de la Comunidad, pagó en metálico, “porque me venía bien” –dijo en su día- nada menos que 8.000 euros para comprar unos billetes de avión. ¿Pero quién lleva en el bolsillo semejante cantidad en efectivo para sacarse un billete de avión? Puedo imaginar lo que hubiera dado de sí un episodio similar protagonizado por un dirigente socialista, si el asunto hubiera caído en manos del periodista con el que Granados comparte la desgracia de haber sido objetivos del PSOE en sendas operaciones de linchamiento civil.

Ni las cortinas de humo ni la ira contra el mensajero van a librar al PP de que los ciudadanos aten cabos con todo lo que cuelga de los dos escándalos de la temporada. Uno, la operación “Gürtel”, con su derivada ‘chusca’ de los trajes pagados en metálico con fajos de billetes de 500 euros. Y otro, el de los espías de la Comunidad  de Madrid entre criaturas políticas de Esperanza Aguirre, al que se ha sobrepuesto el no menos escandaloso cierre de la comisión investigadora de la Asamblea porque el PP madrileño ha decidido unilateralmente que no hay nada que investigar y, por lo tanto, según decía ayer el consejero Granados, prolongar sus trabajos sería “perder tiempo y dinero”.