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Seis dias al encuentro de Obama: Zapatero da el primer paso
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Antonio Casado

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Seis dias al encuentro de Obama: Zapatero da el primer paso

Los gallos de corral eran el carismático Barack Obama y el hiperactivo Nicolás Sarkozy, aunque nuestro Zapatero seguía diciendo ayer tarde que él no había percibido

Los gallos de corral eran el carismático Barack Obama y el hiperactivo Nicolás Sarkozy, aunque nuestro Zapatero seguía diciendo ayer tarde que él no había percibido esa escisión en el seno del G-20 (85% del PIB mundial y dos tercios de la población del planeta). La había en vísperas de la cumbre: Obama quería más dinero y Sarkozy quería más regulación. Al final, por el bien del sistema y como no podía ser de otro modo, las dos posiciones encontraron su asiento en el comunicado de siete folios aprobado por unanimidad.

Buena noticia. De “acontecimiento histórico” hablan los primeros actores de la obra escenificada ayer en Londres, con éxito de crítica y público, a la vista de las reacciones, empezando por los principales mercados (Frankfurt, Nueva York, Londres, Tokio y París). Un billón de dólares suplementarios destinados a reanimar el sistema. “Más actividad y, por tanto, más empleo”, según Zapatero, quien, en interpretación libre de los acuerdos, sostiene que esta nueva inyección de fondos está pensada para favorecer a los parados y a las capas sociales más desprotegidas. De nuevo, el optimismo incurable del presidente del Gobierno. Esta vez, como producto de exportación.

Un billón de dólares, dicen. Cinco billones, si sumamos las cantidades habilitadas en los planes anticrisis de los distintos países. Viento en las aspas de un molino con tendencia a detenerse. No obstante, el episodio de Londres nos reclama un esfuerzo. Hemos de superar el estupor de ver cómo los poderes públicos atropellan las sagradas leyes del libre mercado en nombre del mercado libre. En otras palabras, intervencionismo puro y duro para reanimar un modelo que repudia el intervencionismo.

De acuerdo, dice la vieja Europa, la del Estado del Bienestar y los sistemas de protección social, por boca de Sarkozy-Merkel, algo más de dinero, más esfuerzo fiscal, algo más ancho el chorro de millones en créditos oficiales a través de instituciones multilaterales (FMI, Banco Mundial y otros), pero también más regulación y más control, organismos transnacionales de nueva planta para ejercer esas tareas supervisoras, sistemas contables transparentes y rescate de países como si fueran activos tóxicos por estar al borde de la quiebra. Y, por supuesto, el compromiso de acabar con los paraísos fiscales. De momento, el compromiso de elaborar la lista negra. No será fácil ponerse de acuerdo sobre los países que deben figurar.

¿Y nuestro Zapatero, qué? Regresó anoche de Londres para pasar unas horas entre nosotros. Esta mañana, Consejo de Ministros, e inmediatamente, a Estrasburgo, donde la OTAN, en su sesenta aniversario, buscará un nuevo paradigma, más preventivo, menos reactivo, no vinculado estrictamente a la defensa del territorio ¿El terrorismo internacional, como máximo supuesto de amenaza para la paz y la seguridad? Probablemente. En todo caso, esta nueva escala de la concentrada agenda exterior de Zapatero forma parte de una misma secuencia: la reinserción de España en los planes de la Casa Blanca.

Todos los pasos del presidente del Gobierno en el G-20 de ayer en Londres, el Consejo Atlántico de hoy y mañana en Estrasburgo-Kelh, y luego la cumbre bilateral EEUU-UE en Praga y la Alianza de Civilizaciones en Estambul, a lo largo de los próximos cinco días, están orientados a hacerse el encontradizo con Barack Obama. Ya han tenido contactos, pero el importante se producirá en Praga, con motivo de la bilateral europea-norteamericana donde, entre otras cosas, Zapatero y Moratinos tienen asignada la exposición del problema de Oriente Próximo ante la delegación de EEUU.

Los gallos de corral eran el carismático Barack Obama y el hiperactivo Nicolás Sarkozy, aunque nuestro Zapatero seguía diciendo ayer tarde que él no había percibido esa escisión en el seno del G-20 (85% del PIB mundial y dos tercios de la población del planeta). La había en vísperas de la cumbre: Obama quería más dinero y Sarkozy quería más regulación. Al final, por el bien del sistema y como no podía ser de otro modo, las dos posiciones encontraron su asiento en el comunicado de siete folios aprobado por unanimidad.

Barack Obama