Juego de sillas y fatiga de materiales en el Gobierno de Zapatero

Hoy, juego de sillas en el Gobierno conforme a lo anunciado en El Confidencial. Mañana por la mañana, juramento en Zarzuela y dos caras nuevas en el Consejo de Ministros que se celebrará a continuación: Chaves y Blanco. Los que se van: Pedro Solbes, Magdalena Álvarez y alguno más, como resultado de un par de Ministerios que desaparecen para ser absorbidos por otros. No es cara nueva pero sí es novedad el acceso de Elena Salgado al Ministerio de Economía.

Sin descartar alguna sorpresa urdida a última hora por Zapatero, furioso por el cepo informativo a su encuentro con Obama, la crisis queda vista para sentencia. Cada uno la suya, eso va por barrios. En mi opinión, se aprecia una alarmante fatiga de materiales en el zapaterismo fundado hace casi nueve años en casa de Trinidad Jiménez (Zapatero, Blanco, Caldera, Jordi Sevilla, Trinidad, López Aguilar…) ¿Principio del fin? Depende mucho del adversario, pero pudiera ser.

Dos perplejidades. Una: el hecho de sustituir a los ministros quemados por otros frescos cuando las llamas de la crisis económica están más altas que nunca y con tendencia a subir. Bienvenidos a la hoguera, les dirán los supervivientes. La otra perplejidad surge al oír hablar de nuevo impulso a partir de la respetable figura de Manuel Chaves, decano de la clase política española. Desde el reconocimiento por los servicios prestados al PSOE, a Andalucía y a España, uno diría que Chaves está más para una beatificación que para darle vidilla al Gobierno Zapatero.

Tampoco la figura de Elena Salgado, asimismo socialista de primera generación (felipismo), como Chaves, parece ser la más apropiada para reanimar a un Gobierno que viene perdiendo pulso político desde las elecciones generales de 2008 (crisis económica, debilidad de liderazgo y pérdida de costaleros parlamentarios). Salvo que alguien haya visto en la ingeniera Salgado el arma secreta para detener la destrucción de puestos de trabajo y cambiar el signo de la crisis. Si es así, dígase. Y si no, admítase sin rodeos, que este nombramiento es una obra de caridad (con Solbes, claro) y no una apuesta por la reanimación.

La vidilla, en todo caso, la podría aportar José Blanco, el número dos del PSOE, al tomar el control político y mediático del Ministerio con mayor poder inversor del Ejecutivo. Le reprochan su falta de titulación. Ha demostrado capacidad de gestión, que es lo exigible, especialmente en un Departamento con excelentes equipos técnicos ¿Por qué un químico como Pérez Rubalcaba es un excelente ministro del Interior?

El vicesecretario general del PSOE, cuyo discurso de la semana pasada ante los líderes regionales y provinciales debe ser releído para entender los cambios en el Gobierno, llega a Fomento con la idea de capitalizar políticamente las inversiones del Estado en infraestructuras. Si consiguiera persuadir a los ciudadanos de que las obras públicas del Estado se hacen para mejorar la vida de los españoles y no para pastelear políticamente con los poderes autonómicos, ya habría hecho el trabajo que no hizo Magdalena Alvarez, siempre en el centro de la polémica.

Sin embargo, me interesa subrayar del mencionado discurso de Blanco un reconocimiento implícito de las señales de agotamiento que han aparecido en el zapaterismo. Si no, no hubiera sido tan directo en la advertencia a los cuadros del PSOE: “No nos podemos permitir el lujo de estar cansados”. Lo que no podíamos imaginar es que la imagen elegida para desmentir el cansancio fuera la de Manuel Chaves, que se dispone a ocupar la vicepresidencia de mayor peso político del Gobierno. Y tal vez económico. Compárese el gasto de las Comunidades Autónomas con el de la Administración Central.