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Zapatero levanta cabeza ante un Rajoy que pierde pie
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Antonio Casado

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Zapatero levanta cabeza ante un Rajoy que pierde pie

Los propios diputados del PP comentaban en el paréntesis del almuerzo que Zapatero había desplegado un discurso cargado de propuestas y difícil de rebatir. Sus temores

Los propios diputados del PP comentaban en el paréntesis del almuerzo que Zapatero había desplegado un discurso cargado de propuestas y difícil de rebatir. Sus temores se confirmaron por la tarde, ya en la primera intervención de Rajoy. Se notó enseguida que el texto previo apenas había sido retocado. Aunque lo exigían las novedades anunciadas por el presidente del Gobierno en la sesión de la mañana, no hubo replanteamiento de contenidos ni de estrategia para el decisivo cruce de la tarde.

 

A partir de ahí, el líder del PP perdió pie. Había sido muy hábil Zapatero al adoptar el propio patrón de Rajoy en la formulación de los remedios contra la crisis. A saber: austeridad (recorte presupuestario de 2.500 millones de euros), rebaja de impuestos (a favor de pymes y autónomos) y reforma del modelo productivo (reformas estructurales en diversos sectores). Solo se distanció en cuanto a reformas del mercado laboral, de las que Zapatero no quiere ni oír hablar y de las que Rajoy no quiere hablar con cierto detalle.

Dicho en otras palabras, Zapatero le achicó el espacio a Rajoy. Y eso descolocó al líder del PP. Hasta el punto de obligarle a repetir discurso. El que traía preparado. El que le hemos oído tantas veces desde que la crisis económica empezó a comprometer la credibilidad del Gobierno Zapatero y a condicionar el debate político nacional. A saber: mal diagnóstico, previsiones equivocadas y necesidad de una rectificación urgente que siga las recetas del plan anticrisis del PP. Aderezado todo ello con la descalificación personal favorita dedicada al presidente del Gobierno: miente más que habla.

Pero si nos atenemos a la cuestión hemos de constatar, más allá de inclinaciones políticas o preferencias personales, que Mariano Rajoy no supo, no quiso o no pudo entablar un verdadero debate sobre las propuestas del presidente del Gobierno para frenar la crisis, crear empleo y reformar el modelo productivo. Las despachó diciendo que son fragmentarias, aisladas, no insertadas en un plan coherente, y por tanto, inútiles, ineficaces, pero no las refutó con argumentos ni planteó alternativas. Decir, como dijo, que Zapatero miente o que es una máquina de fabricar parados, tiene el vuelo muy corto. Si se queda en eso, en el puro fogonazo verbal, seguimos en las mismas.

Aparte del esperado cruce Zapatero-Rajoy, que acabó subiendo de tono en la consabida secuencia de réplicas y duplicas, sin otras novedades reseñables, el debate de ayer confirmó la soledad parlamentaria del Gobierno. La agenda política de los nacionalistas catalanes y vascos, competidores del PSOE en sus respectivas Comunidades Autónomas, se impuso a eventuales complicidades con el Gobierno en la lucha contra la crisis económica.

Con matices en el caso de Durán i Lleida (CiU), que una vez más volvió a ejercer el sentido común y a tratar con rigor todo lo relacionado con la crisis económica. Aunque se desmarcó en términos generales de las recetas de Zapatero y criticó la gestión económica del Gobierno, hizo lo que probablemente debió haber hecho Rajoy: atenerse a la cuestión. Es decir, refutar con argumentos las medidas propuestas por el presidente en vez de cultivar la soflama y extraviarse en descalificaciones al adversario. Por ejemplo, a la hora de explicar la reforma laboral propuesta por el PP. También la defiende CiU, pero Durán si la explica. Y sí desmonta a Zapatero cuando éste asimila reforma laboral a despido fácil.

Lo de Erkoreka (PNV), en cambio, fue la enésima entrega del ataque de contrariedad que sufre el nacionalismo por haber sido desalojado del poder en el País Vasco después de treinta años. Fue, con diferencia, la intervención más dura del debate de ayer contra Zapatero. Le dijo de todo. Nunca sabremos qué tipo de intervención hubiera hecho Erkoreka si, en vez de Patxi López, en Ajuria Enea hubiera seguido reinando Juan José Ibarretxe. Pero lo imaginamos.

Los propios diputados del PP comentaban en el paréntesis del almuerzo que Zapatero había desplegado un discurso cargado de propuestas y difícil de rebatir. Sus temores se confirmaron por la tarde, ya en la primera intervención de Rajoy. Se notó enseguida que el texto previo apenas había sido retocado. Aunque lo exigían las novedades anunciadas por el presidente del Gobierno en la sesión de la mañana, no hubo replanteamiento de contenidos ni de estrategia para el decisivo cruce de la tarde.

Mariano Rajoy