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La victoria del PP: como ganar un amistoso y ni siquiera por goleada
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Antonio Casado

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La victoria del PP: como ganar un amistoso y ni siquiera por goleada

Es como ganar en un partido amistoso. De poco le serviría a España el 0-6 de ayer si dentro de unos días cae a las primeras

Es como ganar en un partido amistoso. De poco le serviría a España el 0-6 de ayer si dentro de unos días cae a las primeras de cambio en la Copa Confederación o, por ser más rigurosos, en los Mundiales de Sudáfrica, o en la próxima Eurocopa. La euforia nos puede traicionar ante los partidos decisivos. Atención al síndrome del espejismo, glosado ayer en el Senado por el presidente del Gobierno y líder socialista, que por fin se dignó a decir está boca es mía -hoy será más explícito, ya lo verán-, después del revés electoral sufrido por el PSOE en las urnas del domingo.

 

“Y ustedes han ganado pero siguen en la oposición”. Fue la réplica de Rodríguez Zapatero al portavoz del PP, Pío García Escudero, que había aprovechado una pregunta sobre la central nuclear de Garoña para celebrar la reciente victoria de su partido con este sartenazo: “Ustedes han perdido la confianza de los españoles”.

 

Las dos pedradas verbales, la de ida y la de vuelta, son los dos términos inseparables de la ecuación político-mediática que anima el debate sobre la interpretación de los resultados de las elecciones europeas del 7 de junio.

 

Para los unos, los de Rajoy, es el principio del fin del reinado socialista. El PP está dispuesto a precipitarlo (“Váyase, señor Zapatero”) con la improbable colaboración del adversario. Por intentarlo, que no quede. Seguirá insistiendo en que el Gobierno, por el bien de España, claro, debe acortar el trámite en el Parlamento (confianza o censura) o en las urnas (convocatoria anticipada de elecciones generales).

 

Para los otros, los de Zapatero, el PSOE ha perdido un partido amistoso y ni siquiera por goleada, como Azerbaiyán ante la selección española. Poca autocrítica y la total convicción de que difícilmente las próximas elecciones generales se celebrarán en unas condiciones tan adversas. Argumento reversible con dedicatoria para el adversario: difícilmente Rajoy va a volver a tener enfrente a un Gobierno tan perseguido por los datos económicos y tan aislado en el Parlamento.

 

Esos son los términos del debate. Como de costumbre, excesivamente simple. Por eso conviene completarlo con los detalles que escapan a la memoria selectiva de los dos grandes partidos políticos.

 

Descontando que, efectivamente, estas elecciones apenas han sido un macrosondeo sobre la lucha por el poder, entre el titular y el aspirante, procede reiterarse en valorar la indiscutible la victoria del PP, cuya primera consecuencia es la consolidación del liderazgo de Mariano Rajoy y el frenazo a sus críticos. Por el contrario, sufren un serio revés sus adversarios, los socialistas de Zapatero, cuya cotización en las urnas sigue bajando. No ha hecho más que bajar desde el 14 de marzo de 2004 en elecciones de recuento a escala nacional. Algo que sí precisa de la “reflexión” y la “humildad” que ayer les recomendó García Escudero.

 

Y una buena nueva que hasta ahora no había comentado. Me refiero al fracaso de los amigos de ETA en las urnas del domingo. El portazo que no le dio el Tribunal Constitucional, en nombre del derecho de participación política, se lo han dado los votantes. Excelente noticia.

Es como ganar en un partido amistoso. De poco le serviría a España el 0-6 de ayer si dentro de unos días cae a las primeras de cambio en la Copa Confederación o, por ser más rigurosos, en los Mundiales de Sudáfrica, o en la próxima Eurocopa. La euforia nos puede traicionar ante los partidos decisivos. Atención al síndrome del espejismo, glosado ayer en el Senado por el presidente del Gobierno y líder socialista, que por fin se dignó a decir está boca es mía -hoy será más explícito, ya lo verán-, después del revés electoral sufrido por el PSOE en las urnas del domingo.