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Costa siembra la confusión en el PP
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Antonio Casado

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Costa siembra la confusión en el PP

“Órdenes de Génova”, le dijo Francisco Camps el miércoles por la mañana, antes de comenzar la sesión parlamentaria. Con lágrimas en los ojos ha tenido que

“Órdenes de Génova”, le dijo Francisco Camps el miércoles por la mañana, antes de comenzar la sesión parlamentaria. Con lágrimas en los ojos ha tenido que asumir Ricardo Costa el desalojo “temporal” de sus funciones como secretario general y portavoz del Partido Popular en las Cortes valencianas. ¿Recuerdan ustedes lo del “cese temporal de la convivencia” entre Jaime Marichalar y la infanta Elena? Bueno, pues va para dos años. Lo de Costa lleva el mismo camino.

 

De momento, nada de comisión de investigación, como había pedido a “la nacional” para cotejar su conducta con la de otros altos responsables del PP valenciano. Se tendrá que conformar con un informe de la Comisión de Derechos y Garantías del PP, casualmente presidido por la número dos, María Dolores de Cospedal, que no es precisamente una de sus fans.

En esa Comisión no le encontrarán culpable de malas prácticas en relación con la trama 'Gürtel', pero ahora ya es muy posible que le encuentren culpable de indisdiciplina, de haber desobedecido a sus jefes y haber contribuido a dañar la imagen del PP. Todo ello, por su actitud de estos días. Desde el desplante compostelano del puente de El Pilar hasta su desafiante declaración pública del martes por la mañana, sin olvidar la resistencia mostrada en el comité ejecutivo regional a asumir las medidas “dolorosas pero ejemplarizantes” anunciadas por Cospedal y Pons.

A la espera de nuevos sobresaltos, que nadie descarta en medio de este agujero negro en el que está metido el partido de Rajoy, solo queda una sola moraleja exenta de disputa: Costa ha añadido una sobredosis de confusión a la que ya reinaba antes del cónclave de la dirección valenciana, celebrado el martes por la tarde. La pelota está de nuevo a los pies de Camps. Y a los de Rajoy, por elevación. La insumisión de Costa y su resistencia, de momento doblegada, a ser el chivo expiatorio del escándalo “Gürtel”, no les deja en buen lugar. Todo lo ocurrido en estas últimas veinticuatro horas en el PP es como añadir unos metros más a la mecha, pero ésta sigue ardiendo. Y avanzando.

Hablo de insumisión de Costa, pero a mi juicio es una insumisión motivada, tal y como la había expuesto en su comparecencia pública del martes por la mañana. Tiene buenas razones para actuar como lo hizo, al no querer convertirse sin más en cabeza de turco por un caso de corrupción por el que ni siquiera está imputado. Sus aires de superpijo no le hacen simpático, pero es verdad que todo su enganche al caso Gürtel, por lo que se sabe hasta ahora, es una conversación con Alvaro Pérez ('El Bigotes'), donde éste reclama una deuda que ha de pagarle el Gobierno valenciano, así como haber sido receptor de un regalo carísimo que él niega con documentos a la vista.

Además, nunca fue responsable de las campañas electorales en las que el procesado Alvaro Pérez, 'El Bigotes' (Orange Market), se llevaba la parte del león a la hora de facturar. Y tampoco fue Costa, sino el propio Camps, quien le abrió las puertas de la Comunidad Valenciana a los negocios al tal Alvaro Pérez.

“Órdenes de Génova”, le dijo Francisco Camps el miércoles por la mañana, antes de comenzar la sesión parlamentaria. Con lágrimas en los ojos ha tenido que asumir Ricardo Costa el desalojo “temporal” de sus funciones como secretario general y portavoz del Partido Popular en las Cortes valencianas. ¿Recuerdan ustedes lo del “cese temporal de la convivencia” entre Jaime Marichalar y la infanta Elena? Bueno, pues va para dos años. Lo de Costa lleva el mismo camino.

Caso Gürtel Francisco Camps