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El 'Alakrana' como excusa para disparar contra ZP
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Antonio Casado

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El 'Alakrana' como excusa para disparar contra ZP

Lo dije y lo repito. Me parece una frivolidad aprovechar el secuestro del Alakrana y la angustia de las familias para practicar el tiro al blanco

Lo dije y lo repito. Me parece una frivolidad aprovechar el secuestro del Alakrana y la angustia de las familias para practicar el tiro al blanco contra Zapatero. Al menos, mientras nuestros compatriotas sigan retenidos por los piratas y el Gobierno trabaje con el objetivo común –lo compartimos todos, se supone, ¿o no?- de liberar sanos y salvos a los 36 tripulantes del atunero español. Ya habrá tiempo de comentar la jugada a balón pasado. Mientras tanto, dejemos trabajar al cirujano. Entrar en el quirófano como caballo en cacharrería no conduce a nada bueno.

 

Es el recado recibido ayer por los familiares a su paso por la Audiencia Nacional, primero, y el Palacio de la Moncloa, después. Con alguna excepción, perfectamente comprensible, esos dos encuentros han frenado notablemente la locuacidad de unas personas que no desean nada distinto de lo que desea Zapatero, o el presidente de la Audiencia Nacional, Ángel Juanes, que también trabaja para desbloquear la situación judicial de los dos piratas encarcelados en Madrid.

Hace falta ser muy retorcido para suponer que los “exigentes” llamamientos de Rodríguez Zapatero a la prudencia están hechos en defensa de una causa diferente a la de los secuestrados y sus familias. En su nombre trabaja el embajador Martín Cinto, el ministro Moratinos y el presidente del Gobierno. Lo hacen necesariamente en silencio y a la sombra. En claves que no conocemos ni tenemos por qué conocer, aunque a muchos les gustaría una negociación transmitida en directo a la opinión pública para poder aplaudir o abuchear en tiempo real. Qué disparate.

Búsqueda de atajos

Como todavía no se alquilan palcos para irse enterando en tiempo real de cómo funciona la floreciente industria del secuestro y sus terminales londinenses, nos entretenemos poniendo a parir a quienes tuvieron la ocurrencia de traer a España a dos de los piratas implicados en el secuestro. Eso ha servido finalmente para subir la apuesta en la mesa negociadora. Y por el mismo precio, dejamos volar la imaginación para encontrar la forma de cumplir con los piratas sin daños irreparables al Estado de Derecho. O con daños. Depende de quien se ponga a discurrir.

Puestos a buscar culpables, la palma se la lleva Baltasar Garzón, aunque por delante de él hubo una actuación militar (la detención la llevaron a cabo los marineros de la fragata Canarias) y una denuncia del abogado del Estado para poner a los detenidos a disposición judicial. El juez Garzón se limitó a rematar la faena, en una secuencia perfectamente ajustada al principio de legalidad. Nadie podía contar entonces con la irrupción del principio de oportunidad, el estado de necesidad o, como ya se está oyendo decir, la razón de Estado. O sea, la inevitable búsqueda de atajos que nunca sirvieron para los terroristas de ETA, como nos recuerdan las hemerotecas, pero ahora van a servir para los piratas de Somalia.

Uno de los medios de mayor aversión al uso de los atajos en la lucha antiterrorista propone una especie de fuga humanitaria de los dos piratas detenidos en España. O sea, devolverlos a su país como parte del trato para resolver la crisis. Se explica cómo hacerlo: que el fiscal pida la libertad provisional y que el juez la conceda en aplicación de la presunción de inocencia. “Una vez en la calle, podrían ser trasladados por la Cruz Roja u otra organización humanitaria a su país” añade El Mundo. Y se queda tan fresco.

Es sólo un ejemplo de las distintas y extravagantes maneras de engañar al Estado de Derecho en nombre del principio de oportunidad: expulsión del país como si fueran inmigrantes ilegales (tesis del abogado defensor de uno de los piratas), retirada de la acusación por falta de pruebas, arresto domiciliario, juicio ultrarrápido, etc. Por hablar, que no quede.

Lo dije y lo repito. Me parece una frivolidad aprovechar el secuestro del Alakrana y la angustia de las familias para practicar el tiro al blanco contra Zapatero. Al menos, mientras nuestros compatriotas sigan retenidos por los piratas y el Gobierno trabaje con el objetivo común –lo compartimos todos, se supone, ¿o no?- de liberar sanos y salvos a los 36 tripulantes del atunero español. Ya habrá tiempo de comentar la jugada a balón pasado. Mientras tanto, dejemos trabajar al cirujano. Entrar en el quirófano como caballo en cacharrería no conduce a nada bueno.

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