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Yáñez nos trae malas noticias de Cuba
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Antonio Casado

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Yáñez nos trae malas noticias de Cuba

Luis Yáñez es un profesional de la política que también hace turismo. O un turista cuya dedicación profesional se desarrolla en el campo político. Algo absolutamente

Luis Yáñez es un profesional de la política que también hace turismo. O un turista cuya dedicación profesional se desarrolla en el campo político. Algo absolutamente legítimo en cualquier país donde las libertades de expresión, reunión y asociación sean de curso legal. ¿Se imaginan que Zapatero vetara unas vacaciones de George Bush en Mallorca porque además pensara reunirse con su amigo Aznar para hablar de política? Algo así le ha ocurrido al eurodiputado socialista Luis Yáñez. Las autoridades cubanas le prohibieron entrar en la isla porque, además de disfrutar unos días de vacaciones, pensaba reunirse con disidentes como Cuesta Morúa y Elisardo Sánchez.

 

El episodio retrata la naturaleza del régimen cubano implantado por Fidel Castro hace más de medio siglo. El país lleva la dictadura en el sustantivo. Pero tiene a España como primera potencia en el ranking de la inversión extranjera. Crucen ustedes estos dos elementos de la realidad con nuestro ramalazo sentimental pro-cubano. Y entonces verán que es una simpleza despachar el caso Yáñez con una primaria apelación al carácter dictatorial del régimen. Apelación nada inocente. Se trata de convertirla en el justificante de una política de aislamiento, como la que preconizaba Aznar en línea con la de EEUU durante el mandato de Bush. La misma simpleza es referirse al portazo a Yáñez como prueba de cargo contra la política de acercamiento inspirada por el ministro Moratinos, con la pretensión de contagiar a la Unión Europea.

El asunto es bastante más complejo. Durante el semestre de presidencia europea que España acaba de estrenar, Zapatero quiere suavizar la política común de la UE hacia Cuba, inspirada por Aznar en 1996. El régimen castrista siempre la consideró una injerencia en sus asuntos internos. Ahora marca el territorio ante las presentidas condiciones que Europa piensa exigir en materia de apertura política y respeto a los derechos humanos, a cambio de mejorar su trato a Cuba. La descortesía con el eurodiputado significa que, en esas condiciones, Europa se puede meter la revisión de la política común por donde le quepa.

Castro y demás jerarcas del régimen cubano no aceptan una bronca internacional por su distraída gestión de los derechos humanos y la falta de libertades públicas. La dictadura cubana le está diciendo a Europa que no le interesa la revisión de la famosa política común si el precio es aparecer ante el resto del mundo como un país donde se violan los derechos humanos. En estas estábamos cuando Luis Yáñez y su esposa, la diputada Carmen Hermosín, pasaron por allí. Y se convirtieron en mensajeros ocasionales de un régimen que vuelve a buscar en el cierre de filas su defensa frente al acoso exterior.

El problema ahora lo tiene España en términos diplomáticos porque lo de Yáñez debilita su capacidad de persuasión ante sus socios europeos. Desde la presidencia semestral quiere favorecer la política de acercamiento de la UE a Cuba, como ya lo viene haciendo el Gobierno Zapatero en el plano bilateral. Pero no es España la que fija unilateralmente las condiciones exigibles al régimen castrista para promover el diálogo. Suecia, Alemania, Reino Unido y los países de la antigua órbita soviética no son tan complacientes como España. Tampoco lo fueron cuando se trataba, también a instancias del Gobierno de Zapatero, de suprimir las sanciones adoptadas por la UE en 2003, a raíz del encarcelamiento de 75 disidentes. Y menos al ver que la propia Cuba solo aceptaba la supresión de las sanciones como un rasgo de justicia y no de generosidad.

Algo parecido está ocurriendo ahora. Solo aceptarán la mejoría de las relaciones con Europa como una decisión unilateral de la UE, pero no a cambio de examinarse previamente en derechos humanos y apertura política. Yáñez nos trae malas noticias en ese sentido.

Luis Yáñez es un profesional de la política que también hace turismo. O un turista cuya dedicación profesional se desarrolla en el campo político. Algo absolutamente legítimo en cualquier país donde las libertades de expresión, reunión y asociación sean de curso legal. ¿Se imaginan que Zapatero vetara unas vacaciones de George Bush en Mallorca porque además pensara reunirse con su amigo Aznar para hablar de política? Algo así le ha ocurrido al eurodiputado socialista Luis Yáñez. Las autoridades cubanas le prohibieron entrar en la isla porque, además de disfrutar unos días de vacaciones, pensaba reunirse con disidentes como Cuesta Morúa y Elisardo Sánchez.

Iván Yáñez Miguel Ángel Moratinos