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El PP y Rouco Varela, por el cambio y no por el pacto
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Antonio Casado

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El PP y Rouco Varela, por el cambio y no por el pacto

Estamos en carnavales. Fechas ideales para un diálogo de impostores. Pero adelantándose al miércoles de ceniza, Rouco Varela y María Dolores de Cospedal pusieron ayer las

Estamos en carnavales. Fechas ideales para un diálogo de impostores. Pero adelantándose al miércoles de ceniza, Rouco Varela y María Dolores de Cospedal pusieron ayer las cosas en su sitio: lo que nos conviene es el cambio y no el pacto. Así se cierra la secuencia abierta hace una semana por los dirigentes de CiU, Artur Mas y Durán i Lleida, con inesperada aparición estelar de don Juan Carlos de Borbón. Es la penosa historia del enésimo intento por lograr un pacto de Estado que acompase la remada del PP a la del Gobierno para superar la crisis económica. Pierdan ustedes toda esperanza.

Lo que no puede ser no puede ser, y además es imposible. Ni PSOE ni PP están por la labor porque el PP se quedaría sin discurso, basado en la confrontación, y el PSOE sin coartada, la de ser más patriota que el adversario. Pero juegan a hacer creer que quieren. Así que, en todo caso, sólo les interesa señalar al otro como el causante de que no haya un pacto de Estado para salir del agujero. Los dos saben que no habrá semejante pacto, pero juegan a creer que lo están deseando, como en la canción de Luz Casal. Por eso llenan sus discursos de alusiones a la falta de voluntad del otro.

En el fondo están encantados con seguir igual. O sea, mirando al calendario, como ya escribí el jueves pasado. El titular, Rodríguez Zapatero, confía en que la recuperación de la economía se adelante a la fecha de las elecciones generales. Y el aspirante, Mariano Rajoy, confía en que la fecha de las elecciones se nos eche encima antes de salir del agujero. El PSOE espera la recuperación para quedarse con todo el mérito o, en todo caso, compartirlo con la patronal de Díaz Ferrán y los sindicatos de Méndez y Toxo. Y el PP espera quedarse con la Moncloa cuando la crisis económica se lleve por delante a un Zapatero ya débil y tambaleante.

Ninguno de ellos confiesa su respectiva estrategia, claro. La gente de Zapatero no puede reconocer su profundo desprecio al PP. Y la gente de Rajoy nunca admitirá que necesita del cuanto peor mejor para llegar al poder. Echarlo en cara del adversario es su respectivo papel. Así que unos acusarán Zapatero de rechazar las ofertas de colaboración y otros, como ayer hizo José Blanco,  acusarán a Rajoy de que su única apuesta política sea la EPA (Encuesta de Población Activa). Es decir, el desempleo, cada vez más cerca de los cuatro millones y medio de parados.

Y en esas estábamos cuando llegó Maria Dolores de Cospedal, y mandó parar. Si no hay cambio de política económica, no habrá pacto. Y si lo hubiera en las actuales condiciones, “estaríamos traicionando a los españoles”, dijo ayer la secretaria general del PP.  Explicó que sólo habrá pacto si el Gobierno asume la hoja de ruta del PP (austeridad, bajada de impuestos, y ayudas a trabajadores, empresas y familias). Acabáramos. Al menos hemos de agradecerle la sinceridad.

Más explícita no ha podido ser Cospedal. Bastante más que el arzobispo de Madrid, monseñor Rouco Varela, que ayer utilizó el púlpito no para reclamar el pacto de Estado, como el Rey, sino el cambio político, como el PP. Sólo faltaba Rouco para animar la farsa. Ya estamos todos.

Estamos en carnavales. Fechas ideales para un diálogo de impostores. Pero adelantándose al miércoles de ceniza, Rouco Varela y María Dolores de Cospedal pusieron ayer las cosas en su sitio: lo que nos conviene es el cambio y no el pacto. Así se cierra la secuencia abierta hace una semana por los dirigentes de CiU, Artur Mas y Durán i Lleida, con inesperada aparición estelar de don Juan Carlos de Borbón. Es la penosa historia del enésimo intento por lograr un pacto de Estado que acompase la remada del PP a la del Gobierno para superar la crisis económica. Pierdan ustedes toda esperanza.

Antonio María Rouco Varela