Es noticia
El tramposo, sucio e injusto intento de linchar a Rubalcaba
  1. España
  2. Al Grano
Antonio Casado

Al Grano

Por

El tramposo, sucio e injusto intento de linchar a Rubalcaba

De esa piñata palabrera que anima el debate político y mediático de cada día cayó ayer una frase del presidente del Congreso, José Bono, cargada de

De esa piñata palabrera que anima el debate político y mediático de cada día cayó ayer una frase del presidente del Congreso, José Bono, cargada de sentido común: “Es más importante acabar con ETA que ganar las elecciones”. Tiene razón. Lo malo es que uno de los dos grandes competidores por el poder, o los dos, se niegan a considerar por separado los dos objetivos al verlos cautivos de la misma secuencia lógica.

Es la gran gotera de la frase colocada por Bono en el mercado de productos verbales perecederos. Que los socialistas de Zapatero (tal vez deberíamos decir los de Rubalcaba, a la vista del enorme protagonismo que le está concediendo el principal partido de la oposición, como si ya fuera el jefe de filas) y los populares de Rajoy están convencidos de que acabar con ETA es importante, si no decisivo, para ganar las elecciones. Rubalcaba porque lo desea y Rajoy porque lo teme, los dos actúan asumiendo que el fin de ETA es determinante. Así que la frase de Bono queda debidamente tuneada para jugar con las mismas reglas: es muy importante acabar con ETA para ganar las elecciones.

Bajo esa luz se entiende mejor la operación de linchamiento político desencadenada contra el vicepresidente del Gobierno y presunto competidor electoral de Mariano Rajoy en las próximas elecciones generales. La campaña es tramposa, deshonesta, sucia, desproporcionada y de una violencia verbal sin precedentes contra un ministro del Interior. Tan bien valorado por la opinión pública como sus antecesores, sólo en este caso el adversario político se atreve a cuestionar su compromiso en la lucha contra el terrorismo.

Todo esto ocurre en la etapa de mayores y más persistentes éxitos policiales, cuando ya es lugar común reconocer la extrema debilidad de ETA y en el contexto de una política antiterrorista concertada con el principal partido de la oposición

Todavía peor. Se ha llegado a cometer la villanía de referirse a él como un colaborador político de ETA poniendo por testigos a los propios criminales. “Las actas de ETA le ponen a usted contra las cuerdas”, le dijo ayer el lamentable diputado del PP que responde al nombre de Ignacio Gil Lázaro. Y todo esto ocurre en la etapa de mayores y más persistentes éxitos policiales, cuando ya es lugar común reconocer la extrema debilidad de ETA y en el contexto de una política antiterrorista concertada con el principal partido de la oposición.

Sobre esa fecunda concertación entre el Gobierno y el PP puede tener consecuencias letales este juego insensato que consiste en lanzar gravísimas acusaciones contra el Gobierno personalizadas en su actual vicepresidente. Supuestos delictivos atribuidos a dignísimos servidores del Estado por los adictos al caldo de faisán y las mochilas voladoras. Siempre como elementos de desgaste del Gobierno y nunca como prueba de convicción de su insobornable amor a la verdad.

Escuchando ciertas barbaridades en boca de dirigentes del PP da la impresión de que el partido de Mariano Rajoy está incómodo en el vigente consenso en política antiterrorista. ¿Acaso añora la política de confrontación que mantuvo en la Legislatura pasada? Sólo así se entendería la conversión de las actas de ETA en verdades reveladas cuando pueden utilizarse como pedradas contra el Gobierno en general y Rubalcaba en particular. O la reducción de la figura del vicepresidente a la de un cualificado colaborador de terroristas. Nunca pensé que se podía caer tan bajo en la lucha por el poder. “Pero me voy a defender”, me dice el vicepresidente. Sólo faltaba que pusiera la otra mejilla. No es de esos.

De esa piñata palabrera que anima el debate político y mediático de cada día cayó ayer una frase del presidente del Congreso, José Bono, cargada de sentido común: “Es más importante acabar con ETA que ganar las elecciones”. Tiene razón. Lo malo es que uno de los dos grandes competidores por el poder, o los dos, se niegan a considerar por separado los dos objetivos al verlos cautivos de la misma secuencia lógica.

Alfredo Pérez Rubalcaba Negociación colectiva