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Desde Italia sin Berlusconi, malas noticias para España
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Antonio Casado

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Desde Italia sin Berlusconi, malas noticias para España

Italia se nos ha convertido en asunto de política interior. Por nada bueno. Si ocupa lugar preferente en el escaparate de la actualidad nacional es por

Italia se nos ha convertido en asunto de política interior. Por nada bueno. Si ocupa lugar preferente en el escaparate de la actualidad nacional es por su temido carácter precursor nuestra ruina. Como antes lo fue Portugal. Y después, Grecia. España aguantó el tirón y ahora es Italia la que parece nuestro parapeto.

Firmado por uno de los nombres fijos en las quinielas (Economía) del próximo Gobierno: “Si Italia cae, luego vamos nosotros”. Anoche  “Cotizalia” tampoco se iba por las ramas: “Tras la salida de Silvio Berlusconi del Gobierno italiano, el foco de los inversores es España”. Escrito quedó ayer tarde, cinco minutos después de saber que los bonos italianos a cinco años rendirán a un interés desconocido desde 1997 y unas horas antes de que España subaste hoy letras a 12 y 18 meses.

Otra vez a contener la respiración, pendientes de la prima, mientras que Zapatero y Rajoy mantienen una línea caliente por lo que pudiera pasar

Otra vez a contener la respiración, pendientes de la prima de riesgo, que ayer se volvió a disparar arrastrada por la de Italia, mientras que Zapatero y Rajoy mantienen una línea caliente por lo que pudiera pasar. La palabra “rescate” reaparece en las conversaciones de la clase política aunque con especial cuidado de no colarla en la campaña electoral. No, apenas se cuela. Pero el asunto no se apea de las portadas de la Prensa española, aunque sólo sea para mantener el estéril debate sobre si en Italia, con la caída de Berlusconi y la entrada en escena del “tecnócrata” Mario Monti, la democracia claudica ante los mercados.

Primero, no hablemos de mercados sino de acreedores. Segundo, en Italia no hay alternativa al saneamiento económico que es básicamente una tarea técnica. Y tercero, sin perjuicio de que mercados, acreedores y autoridades europeas celebren la caída de Berlusconi, el empujón ha sido político e institucional. El ya ex primer ministro italiano perdió el apoyo de sus socios y los ocho “traidores” de su propio partido. Como política e institucional ha de ser la investidura de Monti, aún sin pasar por las urnas. Las formas no se pierden. Ha de superar el filtro democrático con una preceptiva votación parlamentaria que exprese el respaldo político a su programa de reformas.

Por tanto, carece de sentido hablar de malversación de la democracia en la caída de Berlusconi. La democracia ya había sido malversada anteriormente por este acreditado profanador de todos y cada uno de los principios democráticos, empezando por el respeto a la ley. Además de dejar una economía agonizante, el "cavaliere" deja una democracia desprestigiada.

Algunos, dicho sea de paso, lamentamos que el estilo de este individuo, al que esperan unos cuantos procesos penales por corrupción, abuso de poder y ciertos escándalos sexuales, haya impregnado las secciones españolas de sus empresas de televisión. Sería lamentable que ahora también nos arrastrara al naufragio económico. Espero que los tecnócratas de Monti lleguen a tiempo de impedirlo.

Italia se nos ha convertido en asunto de política interior. Por nada bueno. Si ocupa lugar preferente en el escaparate de la actualidad nacional es por su temido carácter precursor nuestra ruina. Como antes lo fue Portugal. Y después, Grecia. España aguantó el tirón y ahora es Italia la que parece nuestro parapeto.

Silvio Berlusconi