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Copago farmacéutico: última vuelta de tuerca al gasto
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Antonio Casado

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Copago farmacéutico: última vuelta de tuerca al gasto

Estamos bien encaminados hacia la sociedad del sálvese quien pueda con la crisis económica como coartada. En ese contexto me parece asunto menor que el Gobierno

Estamos bien encaminados hacia la sociedad del sálvese quien pueda con la crisis económica como coartada. En ese contexto me parece asunto menor que el Gobierno Rajoy vaya a terminar con la gratuidad de los medicamentes para los jubilados (pagarían a partir de ahora el 10% del coste) y se incremente el porcentaje de lo que ya venía pagando por receta el trabajador ocupado (del 40% al 50%, o más según renta). Parece que los detalles saldrán del Consejo de Ministros de hoy.

Un pequeño golpe de piqueta más en la progresiva demolición del Estado del Bienestar, que el propio presidente nos anunció en tierras mexicanas. Vamos con paso firme hacia el fin de un modelo inspirado en las ideologías conciliadoras del capital y el trabajo. Sobre ese modelo se cimentó la Europa feliz de las últimas décadas, con la tardía y muy ventajosa incorporación de España. A la felicidad por los impuestos (Suecia, mon amour). Luego se descubrió el endeudamiento. La forma de seguir siendo felices sin subir impuestos, en medio de aquella estúpida competencia entre derecha e izquierda sobre cuál de las dos estaba dispuesta a bajarlos cada vez más.

La forma de seguir siendo felices sin subir impuestos, en medio de aquella estúpida competencia entre derecha e izquierda sobre cuál de las dos estaba dispuesta a bajarlos cada vez más

Hasta que nos cayó la gota fría. Las consecuencias están en el “debe” (nunca mejor dicho) del Gobierno socialista, que hasta 2009 debió seguir pensando aquello de que el problema es del que presta y no del que ha de devolverlo. De la noche a la mañana desapareció el paradigma de la deuda (pública y privada), como la más cómoda herramienta para no privarse de nada y seguir apadrinando el derroche. De repente el pánico se apoderó de los acreedores y nosotros caímos en la cuenta de que había que devolver lo que nos habían prestado mientras los gastos no dejaban de subir ni los ingresos de bajar.

Ahí estamos, cercados por los acreedores. Sin recetas mágicas por la derecha ni por la izquierda. La única herramienta disponible es el equilibrio presupuestario. Gastar cada vez menos e ingresar cada vez más. A ser posible sin castigar más al débil que al fuerte, al viejo que al joven, al pobre que al rico, al enfermo que al sano, al jubilado que al activo. Y no estoy seguro de que esta máxima se cumpla al pie de la letra en el caso del llamado copago farmacéutico, cuya aplicación corresponde a las Comunidades Autónomas, aunque se inscribe en una reforma de nuestro sistema nacional de salud.

Un sistema endeudado hasta las cejas. En más de 15.000 millones de euros. No parece que el copago farmacéutico, al que reconozco fuerza disuasoria frente al abuso y  bienintencionada apelación a un principio de progresividad (según renta), sea suficiente para sanear las cuentas de nuestro excelente sistema de salud. Sobre todo si el Gobierno insiste en hacernos creer que la Sanidad en España seguirá siento gratuita, universal, pública y de la máxima calidad. Apuesto a que esta vuelta de tuerca al cobro por receta no será la última en los recortes en Sanidad y Educación (10.000 millones) empaquetados conjuntamente para general conocimiento de la opinión pública.

Estamos bien encaminados hacia la sociedad del sálvese quien pueda con la crisis económica como coartada. En ese contexto me parece asunto menor que el Gobierno Rajoy vaya a terminar con la gratuidad de los medicamentes para los jubilados (pagarían a partir de ahora el 10% del coste) y se incremente el porcentaje de lo que ya venía pagando por receta el trabajador ocupado (del 40% al 50%, o más según renta). Parece que los detalles saldrán del Consejo de Ministros de hoy.