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Manguerazo de autoestima en el ánimo de los españoles
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Antonio Casado

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Manguerazo de autoestima en el ánimo de los españoles

La ronquera que me traje de Kiev ayer por la mañana es la prueba de convicción del abajo firmante sobre su inquebrantable adhesión al triunfo de

La ronquera que me traje de Kiev ayer por la mañana es la prueba de convicción del abajo firmante sobre su inquebrantable adhesión al triunfo de España en la Eurocopa. Me faltó voz para seguir descargando adrenalina durante el baño de multitudes de ‘La Roja’ en su fusión con los españoles, representados ayer tarde por los madrileños, después de la recepción en Zarzuela.

Valió la pena. Necesitábamos este manguerazo de autoestima y experimentar la sensación de que, después de lo de ayer en Madrid y lo de anteayer en toda España, hasta los hombres de negro nos han de mirar de otro modo. Porque también ellos verían las imágenes de los hijos de Xabi Alonso, Juanfran, Torres, Negredo y Reina correteando por el césped. La elegancia del ganador haciendo pasillo a los italianos. El universal reconocimiento de los medios de comunicación. O el júbilo de los españoles en las calles.

Dos excepciones me salen al paso. Conviene saberlo por si alguna vez a alguien se le ocurre proponerlos como españoles del año. Me refiero al líder del PNV, Iñigo Urkullu, y al escritor Sánchez Dragó. Sus respectivas aspiraciones a convertirse en bichos raros (ya les gustaría a ellos) no encajan de ninguna manera en su aburrida previsibilidad. Bueno, pues aparte de estos dos personajes, no conozco a nadie que no esté vibrando con la gesta deportiva de los chicos de Vicente del Bosque.

Con viaje o sin viaje de Rajoy a Sevilla, me parece muy acertada la decisión de conceder al Rey todo el protagonismo oficial. A nadie se le escapa la razón

Empezando por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha estado con el equipo desde que lo despidió hace más de quince días en Las Rozas hasta que les felicitó en el vestuario el domingo por la noche, después de la histórica goleada a Italia, donde, entre otras cosas, les anticipó que no podría estar con ellos en la recepción de ayer. Dicho sea como precisión frente a quienes hablan de una supuesta suspensión del paso de los jugadores por el Palacio de la Moncloa. Quede claro que ese acto en Moncloa nunca estuvo convocado. Con viaje o sin viaje de Rajoy a Sevilla, me parece muy acertada la decisión de conceder al Rey todo el protagonismo oficial. A nadie se le escapa la razón.

Decía que Urkullu, líder del PNV, soltó el consabido “que gane el mejor” cuando, de cara a la final de Kiev, le preguntaron si deseaba el triunfo de España con Italia. Más directo fue el columnista de ‘El Mundo’, Dragó, al dejar escrito que deseaba la derrota de su “supuesta patria” porque no soporta los “aullidos” de los aficionados y detesta “algo tan infantil como darle patadas y cabezazos a un balón”. A él le emociona más la espada del torero reventado la barriga de un animal en nombre del arte.

Allá películas. Otros no tenemos inconveniente en asumir la causa de Manolo el del bombo si se trata de mirarnos el ombligo como españoles no precisamente sobrados de motivos. Los futbolistas de la selección nacional nos los han vuelto a dar. Y no es cosa de oponerse a que los Iniesta. Ramos, Xavi, Casillas… quieran rescatarnos del desaliento en época de tribulaciones.

La ronquera que me traje de Kiev ayer por la mañana es la prueba de convicción del abajo firmante sobre su inquebrantable adhesión al triunfo de España en la Eurocopa. Me faltó voz para seguir descargando adrenalina durante el baño de multitudes de ‘La Roja’ en su fusión con los españoles, representados ayer tarde por los madrileños, después de la recepción en Zarzuela.