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Los mineros se citan con el 15-M en la Puerta del Sol
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Antonio Casado

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Los mineros se citan con el 15-M en la Puerta del Sol

Nadie hubiera dicho que aquella pequeña manifestación estudiantil en el patio de la Sorbona daría lugar al movimiento revolucionario que removió los cimientos políticos y sociales

Nadie hubiera dicho que aquella pequeña manifestación estudiantil en el patio de la Sorbona daría lugar al movimiento revolucionario que removió los cimientos políticos y sociales de Francia en mayo de 1968. Tampoco los colonos americanos que protagonizaron el Motín del té (Boston, 1773) tenían la menor intención de convertir la disputa por un impuesto en la antesala de la Guerra de la Independencia de los EEUU.

Ayer lo supimos. Los indignados del 15-M simpatizan con la protesta de los mineros, que hoy llegan a Madrid después de su larga marcha por los caminos del norte. Se disponen a apoyarles en su enfrentamiento con el Gobierno. La noticia impide valorar el conflicto en el estricto marco del sector ofendido por un recorte de subvenciones. Al contrario, invita a encajarlo en el contexto de una profunda crisis económica y una ciudadanía cabreada por el desigual reparto de los sacrificios.

El apoyo del 15-M a los mineros invita a encajar el conflicto en el contexto de una profunda crisis económica y una ciudadanía cabreada por el desigual reparto de los sacrificios

Esa confluencia del malestar genérico del 15-M con el malestar concreto de los mineros es un nuevo dolor de cabeza del Gobierno Rajoy a pocas horas de la llegada de estos trabajadores a Madrid, donde pueden llevar a cabo actuaciones reñidas con el orden público. La primera, esta noche en la Puerta del Sol, donde la columna procedente de Aragón confluirá con la que, procedente de Asturias y León, entrará por Moncloa. La segunda, una manifestación que colapsará la Castellana si los mineros, sus familias y quienes simpatizan con su causa, se salen del guión pactado entre los responsables de las marchas y la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes.

Aunque en principio ha habido buena sintonía, la preocupación es ostensible. Especialmente después del mensaje colocado ayer por los representantes sindicales: “Pararemos Madrid si el ministro Soria no nos da una solución” ¿Se puede tomar como una amenaza? Los antecedentes inmediatos y la proverbial dureza de los mineros en la defensa de su derecho a ganarse la vida han encendido todas las alarmas en los Ministerios de Interior y de Industria, directamente afectados por la forma y el fondo de la movilización. En Interior se cuenta ya con un operativo para impedir una acampada de los mineros y evitar actos violentos contra edificios oficiales.

Ni los mineros bajan los brazos ni el Gobierno se apea de su posición; cierre de las minas antes del 1 de enero de 2018, como ordena Bruselas, e innegociable recorte de las subvenciones oficiales en ese 63% ya recogido en los Presupuestos Generales del Estado del año en curso. Me explica el ministro Soria que está dispuesto a negociar un plan de subvenciones a distribuir entre 2013 y 2018. Por supuesto a la baja y con la vista puesta en el cierre. Pero que, en contra de lo que creen tanto los trabajadores como los empresarios de este sector tradicionalmente subvencionado, el Gobierno no se guarda ninguna carta negociadora para desactivar la protesta.

Nadie hubiera dicho que aquella pequeña manifestación estudiantil en el patio de la Sorbona daría lugar al movimiento revolucionario que removió los cimientos políticos y sociales de Francia en mayo de 1968. Tampoco los colonos americanos que protagonizaron el Motín del té (Boston, 1773) tenían la menor intención de convertir la disputa por un impuesto en la antesala de la Guerra de la Independencia de los EEUU.

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