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Los sindicatos se dan un baño de realismo en Iberia
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Antonio Casado

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Los sindicatos se dan un baño de realismo en Iberia

Por una vez, y espero que sirva de precedente, se hace efectiva una apelación a los derechos del ciudadano tantas veces pisoteados en huelgas que afectan

Por una vez, y espero que sirva de precedente, se hace efectiva una apelación a los derechos del ciudadano tantas veces pisoteados en huelgas que afectan a servicios públicos. Hoy toca reconocer ese ejercicio de responsabilidad de los sindicatos, aunque sea forzado por el instinto de supervivencia. Parecen haber interiorizado el regate verbal del consejero delegado de Iberia, Rafael Sánchez Lozano: “Es como hacer una huelga de hambre, que, si tiene éxito, te mueres”. Una forma de decir que en este desafío perdían los trabajadores, la empresa y la marca España. Porque todo eso estaba y está en juego, además del prestigio de los sindicatos y el futuro de nuestra primera industria nacional (turismo), ya bastante dañados.

Por ahí van las razones de la desconvocatoria. Desde ayer han empezado a respirar los miles de angustiados pasajeros que se disponen a volar en vísperas de las Navidades. Acaban de quitarse un peso de encima los que hasta ayer no hubieran cambiado ya de compañía. Así es. Parte del daño ya estaba hecho, al tratarse de fechas estratégicas. Suelen ser las de mayor facturación, por el aumento de pasajeros. Conviene no olvidarlo, tratándose de Iberia, que es una máquina de perder dinero: un millón de euros al día en lo que llevamos de año. Sí, han leído bien.

Ya he leído por ahí que es una bajada de pantalones de la representación sindical. Servidor prefiere verlo como una novedosa apelación a los derechos del usuario que, al menos por una vez, se cumple de verdad. Sin perjuicio de que en su reunión de hoy, los sindicatos convoquen otras jornadas de paro en fechas no claves en el movimiento de pasajeros

Al menos, desaparece el miedo al caos que con la huelga en los aeropuertos españoles estaba garantizado. Hay desconvocatoria, pero no hay acuerdo entre los sindicatos y la dirección de la compañía, cuyas posiciones se revelaron irreconciliables en la larguísima reunión de ayer entre las partes. Eso permite a los representantes de los trabajadores aparecer ante la opinión pública como la parte que responsablemente da un paso atrás en beneficio de los ciudadanos, mientras que la otra se cierra en banda y no muestra la menor voluntad negociadora.

Los seis sindicatos convocantes-desconvocantes de la huelga contra el plan de viabilidad presentado por la empresa siguen sosteniendo que no se trata de “reestructurar”, sino de “desmantelar”. Sin embargo, han sido sensibles a los llamamientos del Gobierno y de la sociedad para que, erre que erre, como tantas veces ha ocurrido, no volvieran a utilizar a los ciudadanos como rehenes de un conflicto laboral. “No haremos pagar a los usuarios la intransigencia de Iberia”, decía ayer tarde el portavoz de UGT, Manuel Atienza, al anunciar que quedaban desconvocados los paros anunciados entre el 14 y el 21 de este mes.

No les vendrá mal a los sindicatos este baño de realismo y sentido de la responsabilidad. A lo mejor se lo tiene en cuenta esa derecha desinhibida que los describe como vendidos y apesebrados en el club de la mamandurria, pero no creo. Ya he leído por ahí que es una bajada de pantalones de la representación sindical. Servidor prefiere verlo como una novedosa apelación a los derechos del usuario que, al menos por una vez, se cumple de verdad. Sin perjuicio de que en su reunión de hoy, los sindicatos convoquen otras jornadas de paro, pero a partir de enero y en fechas no claves en el movimiento de pasajeros.

Por una vez, y espero que sirva de precedente, se hace efectiva una apelación a los derechos del ciudadano tantas veces pisoteados en huelgas que afectan a servicios públicos. Hoy toca reconocer ese ejercicio de responsabilidad de los sindicatos, aunque sea forzado por el instinto de supervivencia. Parecen haber interiorizado el regate verbal del consejero delegado de Iberia, Rafael Sánchez Lozano: “Es como hacer una huelga de hambre, que, si tiene éxito, te mueres”. Una forma de decir que en este desafío perdían los trabajadores, la empresa y la marca España. Porque todo eso estaba y está en juego, además del prestigio de los sindicatos y el futuro de nuestra primera industria nacional (turismo), ya bastante dañados.

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