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La historia de los Viñals en el caso Madrid Arena
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Antonio Casado

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La historia de los Viñals en el caso Madrid Arena

No permitamos que el paso del tiempo diluya la tragedia del Madrid Arena en un largo y penoso proceso indagatorio que acabe generando desmemoria en los

No permitamos que el paso del tiempo diluya la tragedia del Madrid Arena en un largo y penoso proceso indagatorio que acabe generando desmemoria en los gobernantes y desinterés en los medios de comunicación. De momento, la historia sigue y el estupor no cesa. Mires donde mires todo es irregular, o ilegal, en torno a la trágica noche de Halloween. Tanto por la parte privada del evento, donde topas con el tal Miguel Ángel Flores, un individuo incompatible con el cumplimiento de la legalidad, como si miras la confusa trama pública que te conduce hasta la alcaldesa, Ana Botella, la torpe, de la mano del vicealcalde, Miguel Ángel Villanueva.

La oficiosidad y el amiguismo es el modus operandi en el sector público si hay dinero por medio. Todo ello sobre una fronda administrativa pensada para la dilución de responsabilidades. La culpa siempre es de otro entre cientos de fallos privados causados por cientos de fallos públicos. Luego pasa lo que pasa cuando el gestor de lo público no hace bien sus deberes. Entonces llegan los muertos y el yo no fui. Ya no hay remedio para Katia, Belén, Cristina, Rocío y Teresa. Se trata de encontrar y señalar al culpable, o a los culpables. Pero nos sale al paso un lamentable espectáculo donde las partes concernidas se pasan unas a otras la patata caliente.

La oficiosidad y el amiguismo es el modus operandi en el sector público si hay dinero por medio. Todo ello sobre una fronda administrativa pensada para la dilución de responsabilidades. La culpa siempre es de otro entre cientos de fallos privados causados por cientos de fallos públicos

Lo último es lo del anciano doctor Viñals, único responsable del servicio médico, aunque lleva siete años apartado del ejercicio activo de la profesión. El organizador de la fiesta lo contrató para aquella noche. Nada rato tratándose de Flores, más preocupado de hacer caja que de cumplir las normas. ¿Pero a todos los gestores y cargos políticos de la empresa municipal o del Ayuntamiento, comprometidos con el servicio a los ciudadanos, les pareció normal que la atención médica de la fiesta estuviera en manos de un anciano apartado de la profesión desde 2005? Por lo visto, así fue.

El servicio médico que hacía guardia aquella noche por si se producía alguna emergencia entre las 20.000 personas asistentes al desdichado guateque dependía de un médico jubilado que, eso sí, contó con la ayuda desinteresada de su hijo, Carlos Viñals. “Como mi hijo es médico colegiado, le pedí el favor. Ni yo le cobro a él ni él a mí. Colaboraba voluntariamente”, dice ahora el padre en los términos precisos para ayudar al hijo en el expediente que le han abierto por “presunta incompatibilidad en el desempeño de actividades privadas ajenas al empleo público”. Da la casualidad de que Carlos Viñals, el hijo, es el director de Proyectos y Programas del Área de Seguridad del Ayuntamiento. Y da la causalidad de que, en la misma tacada, el equipo del doctor Viñals contratado por la empresa Diviertt recomienda a su vez la contratación de dos ambulancias por 840 euros “a pagar in situ, en metálico”. Y da la casualidad de que pertenecen a una empresa de Miguel Viñals, hijo de Simón y hermano de Carlos.

Y da la casualidad de que el padre fue anteriormente consejero de la empresa municipal Madrid Espacios y Congreso, amén de concejal de Sanidad y Consumo. Un hombre fuerte del equipo del entonces alcalde, Álvarez del Manzano, y presidente del servicio público funerario cuando se produjo su escandalosa privatización. Junto a los hermanos Valdivia, uno de los compradores fue José Ignacio Rodrigo, asesor municipal hasta unos meses antes. Pelotazo al canto: quedarse por sesenta céntimos de euro con la Empresa Municipal de Servicios Funerarios de Madrid en una operación que pasó a los anales judiciales bajo el nombre de caso Funeraria.

Cuántas casualidades en el amontonamiento de lo público y/o privado. 

No permitamos que el paso del tiempo diluya la tragedia del Madrid Arena en un largo y penoso proceso indagatorio que acabe generando desmemoria en los gobernantes y desinterés en los medios de comunicación. De momento, la historia sigue y el estupor no cesa. Mires donde mires todo es irregular, o ilegal, en torno a la trágica noche de Halloween. Tanto por la parte privada del evento, donde topas con el tal Miguel Ángel Flores, un individuo incompatible con el cumplimiento de la legalidad, como si miras la confusa trama pública que te conduce hasta la alcaldesa, Ana Botella, la torpe, de la mano del vicealcalde, Miguel Ángel Villanueva.