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Aliados o costaleros
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Antonio Casado

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Aliados o costaleros

Dice Mariano Rajoy que no tiene constancia de haber sido espiado por los servicios secretos de EE.UU. Solo faltaba que, habiendo tenido constancia del atropello, hubiera

Dice Mariano Rajoy que no tiene constancia de haber sido espiado por los servicios secretos de EEUU. Sólo faltaba que, habiendo tenido constancia del atropello, hubiera esperado a la protesta coral de la Unión Europea para decirlo. Sin embargo, ya es difícil de creer que nuestros propios servicios de inteligencia (CNI) no se hayan enterado del ciberespionaje norteamericano a lo largo de los últimos trece años.

Se impone la hipótesis de la mirada distraída. No hay Estado sin cañerías. Ni el nuestro. Pelillos a la mar si se trata del primo de Zumosol. Aunque hayan caído en la red tanto jefes de Gobierno como personajes y/o instituciones de la vida nacional, pública o privada. Si la necesidad de someterlos a una vigilancia furtiva interesa al gran gendarme, sus razones tendrá. Por eso dijo Rajoy en Bruselas que quiere conocerlas antes de tomar decisiones. De hecho, parece que controlar las comunicaciones de gobernantes y gobernados en prácticamente todos los países amigos ha sido de sumo interés para el gigante americano. Esas son las razones. Sin reparar en la incómoda cuestión del respeto a la privacidad que, como dice el premier británico, David Cameron, “sería hacerle el juego al enemigo”. Toma ya.

¿De qué van a hablar Costos y el secretario de Estado en ausencia de Rajoy o de Margallo, que tienen mejores cosas que hacer que incomodar al embajador de un país amigo con el que se quieren llevar lo mejor posible?

El respeto a los derechos humanos se ha convertido en un decimal frente al recuento de decisiones que Washington puede tomar en el marco de su política antiterrorista. Por tanto, me ratifico en la hipótesis de la mirada distraída como desenlace final del rasgado de vestiduras escenificado en la reciente cumbre europea. Y, por supuesto, como resultado visible del encuentro del secretario de Estado para la UE, Íñigo Méndez de Vigo, y el embajador de los Estados Unidos en Madrid, James Costos, citado para este lunes por la mañana en la sede del Ministerio. No para protestar -de eso nada-, sino para pedir información, en cumplimiento de lo ordenado por Rajoy en Bruselas. Méndez de Vigo y Costos van a terminar hablando del Madrid-Barça del sábado. ¿De qué van a debatir en ausencia del presidente Rajoy o del propio ministro José Manuel García-Margallo, que tienen mejores cosas que hacer que incomodar al embajador de un país amigo con el que se quieren llevar lo mejor posible?

Malos tiempos para el cultivo de valores morales en la selva semiexplorada de las nuevas tecnologías. Los intereses, siempre los intereses. En este caso, en nombre de la seguridad. La de Estados Unidos, por supuesto. A partir de ahí, los treinta y cinco países y los más de doscientos teléfonos espiados por la tal NSA (Agencia Nacional de Seguridad); las cínicas reacciones oficiales de la Casa Blanca son suficientes elementos de prueba respecto a la concepción norteamericana de las relaciones internacionales y el papel de sus aliados.

¿Aliados o costaleros? Esa es la cuestión. Como han dicho tanto Angela Merkel como François Hollande, las relaciones entre aliados se basan en la confianza. Y el programa de ciberespionaje norteamericano a los líderes europeos se basa en la desconfianza. No hay mayor ataque a las bases de la llamada alianza transatlántica que un programa perfectamente elaborado para controlar los pasos de sus teóricos amigos políticos. Y en este punto es en el que Edward Snowden reaparece no como un chivato, tal y como lo ve Washington, sino como el benefactor de la humanidad que levantó la liebre.

Dice Mariano Rajoy que no tiene constancia de haber sido espiado por los servicios secretos de EEUU. Sólo faltaba que, habiendo tenido constancia del atropello, hubiera esperado a la protesta coral de la Unión Europea para decirlo. Sin embargo, ya es difícil de creer que nuestros propios servicios de inteligencia (CNI) no se hayan enterado del ciberespionaje norteamericano a lo largo de los últimos trece años.

Mariano Rajoy Derechos humanos Ciberespionaje