PSC: los genes y la biografía

El PSC lleva el socialismo en la biografía y el nacionalismo en los genes. Así luce una parte importante de sus dirigentes. Al menos, la minoría reinante en la sala de máquinas. Sin embargo, en Ferraz siempre te dirán que su actual primer secretario, Pere Navarro, no es precisamente de lo más nacionalista que se despacha aquí y ahora. ¿Ustedes qué creen? El alma esquizoide del socialismo catalán quedó ayer perfectamente descrita por el ex número dos del PSOE y del Gobierno, Alfonso Guerra. A saber: “Hace tiempo que el PSC dejó de ser socialista”. Para sugerir a renglón seguido la refundación de un partido político en Cataluña “socialista” y “español”.

Los catorce diputados catalanes del grupo socialista en el Congreso (trece, y una ausencia) no reconocen el derecho de todos los españoles a decidir el futuro de Cataluña. O, por ser preciso, se abstienen de pronunciarse, a diferencia de sus compañeros del resto de España. Eso es lo que ocurrió en la votación del martes por la noche, cuando la UPyD de Rosa Díez quiso que el PSOE se retratase formal y públicamente sobre la cuestión de fondo. Nada menos que el dogma civil de la soberanía nacional única e indivisible: ¿sólo los catalanes tienen el derecho a decidir sobre su eventual fraccionamiento?

No hacía falta la votación del martes por la noche para saber que los socialistas tienen el alma dividida en relación a Cataluña. Tan dividida como los españoles

La pregunta era una forma de torturar al secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, en vísperas de la Conferencia Política de noviembre (8-10), cuando ya había conseguido enfriar el debate sobre un eventual divorcio político con el partido liderado por Navarro. La pregunta se hizo carne en el Congreso y los socialistas volvieron a las andadas. Sólo tenía una respuesta. Por supuesto, a favor de la soberanía nacional de caja única, en sintonía con la respuesta del PP y la cantada insumisión de los diputados del PSC (optaron por abstenerse a la hora de votar), que llevan en su programa electoral el dichoso derecho a decidir, por un lado, y el rechazo a la independencia, por otro.

No hacía falta la votación del martes por la noche para saber que los socialistas tienen el alma dividida en relación a Cataluña. Tan dividida como los españoles. Quiero decir que entre el PSC y el resto del PSOE hay la misma distancia que entre Cataluña y el resto de España. No se descubrió el Mediterráneo con este nuevo episodio de esquizofrenia en la familia socialista, pero a sus adversarios políticos les ha venido de perlas, por mucho que la inmensa mayoría del grupo pastoreado por Rubalcaba y Soraya Rodríguez juntara sus votos a los del PP y los proponentes de la moción (UPyD). Barajaron la posibilidad de abstenerse, igual que sus compañeros catalanes, por no hacerle el juego a Rosa Díez. Se hubieran equivocado. Por suerte, se impuso el sentido común, en parte gracias a la presión de los socialistas con muchos trienios. Con las cuestiones de principio no se puede traficar en aras de los intereses electorales. O se hacen compatibles, con la debida jerarquización, o se aplica de una vez por todas la doctrina Guerra.