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Asturias: un voto, un lío
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Antonio Casado

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Asturias: un voto, un lío

Que Rosa Díez aprovechara las vísperas del II congreso nacional de UPyD para romper con los socialistas en Asturias y su discurso de apertura para anunciarlo

Que Rosa Díez aprovechara las vísperas del II Congreso Nacional de UPyD para romper con los socialistas en Asturias y su discurso de apertura para anunciarlo nos pone en la pista sobre el carácter instrumental de la ruptura. No le convenía seguir alimentando la causa electoral de un competidor, Javier Fernández (PSOE), que poco a poco se ha ido ganado el respeto de los asturianos como presidente de la comunidad, hasta ahora con el apoyo pactado del único diputado regional de UPyD y el externo, variable, proyecto a proyecto, de los 5 diputados de IU.

Por un voto, un lío. Es una forma de salir en los periódicos como otra cualquiera, pero con daños colaterales. Nada menos que la gobernabilidad de una comunidad autónoma bastante castigada ya por los pleitos de familia en el PP. Esa es la sombra negra que vuelve a planear sobre el Principado de Asturias. Empezando por el apremiante desafío de un territorio en situación de prórroga presupuestaria que necesita aprobar las cuentas públicas para el año 2014. Los socialistas en el poder sólo cuentan con el apoyo seguro de sus 17 diputados, frente al voto incierto de los 28 restantes (12 Foro, 10 PP, 5 IU y 1 UPyD), que Javier Fernández tratará de negociar grupo por grupo.

Ignacio Prendes ha creado esta situación con la excusa de que el PSOE incumplió su compromiso de reformar la ley electoral asturiana

Eso es verdad, aunque también cuentan con la responsabilidad de sus jefes de fila, escasamente interesados en provocar unas nuevas elecciones, que serían las terceras en tres años. Hasta la presidenta del PP, Mercedes Fernández, pide “altura de miras” a todos para evitar el penoso espectáculo de una nueva disolución anticipada de la Cámara. Nadie quiere pasar otra vez por eso. Ni siquiera el diputado de UPyD, Ignacio Prendes, que ha creado esta situación con la excusa de que el PSOE incumplió su compromiso de reformar de la ley electoral asturiana, que allí castiga más aún que en el resto de España a los partidos pequeños.

Rosa Díez ha hecho un casus belli de la resistencia del PSOE a modificar esa ley, pero lo cierto es que, a pesar de que ella dice lo contrario, ese compromiso no era principal en el pacto de gobernabilidad firmado en mayo de 2012 ni estaba tan cerrado como ella quiere hacer ver ahora. UPyD acabó firmando aquel pacto para evitar que las cuentas públicas de Asturias fueran intervenidas por el Ministerio de Hacienda y no por darle un vuelco a la ley electoral. Un compromiso de primer nivel era el propio “respeto al pacto de estabilidad”.

Y entre los compromisos de segundo nivel, estaba el de crear una comisión parlamentaria que investigase el llamado caso Marea y otra, “no legislativa”, que analizara posibles fórmulas para la reforma de las normas electorales. El objetivo de cambiarlas con la fuerza de un solo voto (el de UPyD), sin un previo consenso entre al menos dos de las tres fuerzas mayoritarias (PP, Foro y PSOE), no fue lo pactado. No tiene sentido, y menos en una situación política tan volátil. En otras palabras: cambiar las reglas del juego requiere de una mayoría “amplia”. Y esa mayoría no es precisamente la que se forma por la diferencia de un solo voto.

Que Rosa Díez aprovechara las vísperas del II Congreso Nacional de UPyD para romper con los socialistas en Asturias y su discurso de apertura para anunciarlo nos pone en la pista sobre el carácter instrumental de la ruptura. No le convenía seguir alimentando la causa electoral de un competidor, Javier Fernández (PSOE), que poco a poco se ha ido ganado el respeto de los asturianos como presidente de la comunidad, hasta ahora con el apoyo pactado del único diputado regional de UPyD y el externo, variable, proyecto a proyecto, de los 5 diputados de IU.

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