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Gana Navarro, gana Rubalcaba
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Antonio Casado

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Gana Navarro, gana Rubalcaba

Al término del llamado consejo nacional del PSC, celebrado ayer en Barcelona, titulaba El Confidencial: “Pere Navarro aleja a los socialistas catalanes del abismo independentista”. Pudimos

Al término del llamado consejo nacional del PSC, celebrado ayer en Barcelona, titulaba El Confidencial: “Pere Navarro aleja a los socialistas catalanes del abismo independentista”. Pudimos haber dicho Alfredo Pérez Rubalcaba sin falsear la realidad. Es la constatación del feliz desenlace de una durísima batalla librada por el líder del PSOE contra los agoreros de la ruptura con la versión catalanista de su partido. También contra quienes ponían en duda el compromiso socialista con la Constitución y la soberanía nacional de caja única.

Ayer se esfumaron los motivos, aun a costa de una eventual ruptura del PSC, donde el sector más próximo al frente CiU-ERC se quedó en franca minoría (41 frente a 258) al votarse las tesis de Pere Navarro. Las de Rubalcaba, insisto. A saber: ni un paso más hacia el abismo, abandonar el callejón sin salida que el nacionalismo necesita para multiplicarse en el victimismo y frenazo a una escalada segregacionista a la contra del Gobierno del Estado, máximo guardián del principio de soberanía nacional única e indivisible.

Feliz desenlace de una durísima batalla librada por el líder del PSOE contra los agoreros de la ruptura

Es la doctrina oficial del PSC a partir de ahora. Nítida, clara, precisa y vinculante. Esta es la clave: la decisión de emitir un mensaje único se adopta democráticamente por inequívoco pronunciamiento de una amplia mayoría (83,5%) del máximo órgano de dirección, depositario de la voluntad de la militancia entre congreso y congreso. En consecuencia, si en el Parlament algún diputado socialista vota favorablemente la nueva propuesta del frente soberanista (recabar del Estado la competencia para convocar un referéndum de autodeterminación, que está condenada al fracaso), quedará excluido del grupo parlamentario y pasará al grupo mixto. Ello vendría a escenificar una escisión interna dentro del PSC por parte de esa minoría (13,2% del partido, según la votación de ayer) o bien la autoexclusión de concretos dirigentes o militantes de esa minoría. Es el precio que Rubalcaba y Navarro están dispuestos a asumir por acabar de una vez por todas con la imagen de un socialismo ambiguo ante el desafío separatista.

Buena noticia para los defensores de la Constitución y el derecho a decidir de todos los españoles sobre una eventual fragmentación de la soberanía nacional. Coincide, además, con otras menos aireadas que responden a una constante de los últimos días: la necesidad de habilitar una pista de frenado a Artur Mas, como esas que hay en las carreteras para los camiones desbocados por una pendiente. Hasta su socio, Oriol Junqueras (ERC), parece haberse puesto nervioso, a juzgar por su extravagante amenaza de colapsar la economía catalana si se rompe la burbuja separatista. Es como el jugador desesperado que dobla la apuesta cuando está a punto de perderlo todo.

La percepción de que también en el entorno político de CiU se busca una salida es interpretada en Moncloa como una señal más de que el estilo Rajoy empieza a dar sus frutos. Recordemos: imperio de la ley, evitar la confrontación y glosar las ventajas de seguir unidos. Sus adversarios lo llaman “inmovilismo”. Continuará.

 

Al término del llamado consejo nacional del PSC, celebrado ayer en Barcelona, titulaba El Confidencial: “Pere Navarro aleja a los socialistas catalanes del abismo independentista”. Pudimos haber dicho Alfredo Pérez Rubalcaba sin falsear la realidad. Es la constatación del feliz desenlace de una durísima batalla librada por el líder del PSOE contra los agoreros de la ruptura con la versión catalanista de su partido. También contra quienes ponían en duda el compromiso socialista con la Constitución y la soberanía nacional de caja única.

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