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Síntomas de dispersión en el PP
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Antonio Casado

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Síntomas de dispersión en el PP

Ya pueden ir desengañándose quienes esperen una subida de tensión en el Comité Ejecutivo del PP convocado para mañana, pues lo que toca es felicitarse por

Ya pueden ir desengañándose quienes esperen una subida de tensión en el Comité Ejecutivo del PP convocado para mañana, pues lo que toca es felicitarse por el feliz año de la recuperación (2014, Rajoy dixit), celebrar el acortamiento de la cola del paro y saludar el enfriamiento de la prima de riesgo. Pero haberla hayla (la tensión, se entiende) porque las declaraciones disonantes sobre el aborto según Gallardón se han convertido en episodio añadido de dispersión en el seno del partido en el poder.

Se estaba desplomando su índice de fidelidad –intención directa de voto– y la remotivación de su clientela se había convertido en algo apremiante. He ahí la paradoja. Moncloa puso en circulación un anteproyecto sobre una nueva regulación del aborto llamado a ser un elemento de cohesión interna, con el propósito de fidelizar a los sectores conservadores de la sociedad. Sin embargo, a las primeras de cambio, aparecieron brotes de insumisión que, lejos de cohesionar al partido, vienen a aumentar los problemas internos que arrastra de unos meses a esta parte.

No me invento nada. Las recientes declaraciones de barones regionales como el extremeño Monago y el gallego Núñez Feijóo, la delegada del Gobierno en Madrid, Cristina Cifuentes; la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, el dirigente guipuzcoano, Borja Sémper, y otros, dejan claro que no todos los dirigentes del PP interpretan del mismo modo el compromiso electoral de cambiar el modelo de la actual regulación del aborto “para reforzar la protección del derecho a la vida”. Aunque sólo sea por entender que también la mujer tiene derecho a la vida y es el caso de las 47.000 mujeres muertas en 2012 por abortar clandestinamente en países donde la interrupción del embarazo es ilegal. No es el caso de España a la luz de la legislación vigente, aunque puede llegar a serlo a la luz de la legislación que el Gobierno Rajoy quiere llevar al Boletín Oficial del Estado.

Las declaraciones disonantes sobre el aborto según Gallardón se han convertido en episodio añadido de dispersión en el seno del partido en el poder

Pero, insisto, no es el único asunto que hoy por hoy divide por arriba al PP. No había más que escuchar los recados navideños de los presidentes madrileño, Ignacio González, o valenciano, Alberto Fabra, encarándose al Gobierno central para advertirle de que no le consentirán no sé qué. Véase también lo ocurrido en relación con la sentencia de Estrasburgo sobre la doctrina Parot: cuando las víctimas del terrorismo la impugnaron en la calle no todos los dirigentes fueron recibidos igual. Hubo abucheos para la dirección (el chaparrón le cayó a González Pons) y aplausos para dirigentes del PP madrileño (González y Aguirre) y seguidores del exministro Mayor Oreja.

Si nos remitimos al caso Bárcenas, se han hecho visibles los desmarques y discrepancias sobre la gestión del escándalo. Sobre todo en las respectivas posiciones de la vicepresidenta del Gobierno, Sáenz de Santamaría, por un lado, y la número dos del partido, Dolores de Cospedal, por otro. Por no hablar de la pluralidad de posiciones entre los 'barones' del PP respecto al modelo de financiación autonómica. O las posturas claramente enfrentadas del ministro Montoro y el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González. Mucho más reciente está el choque entre el mismo ministro Montoro con el titular de Industria, José Manuel Soria, por cuenta de la factura eléctrica, del que aún no está dicha la última palabra.

Ya pueden ir desengañándose quienes esperen una subida de tensión en el Comité Ejecutivo del PP convocado para mañana, pues lo que toca es felicitarse por el feliz año de la recuperación (2014, Rajoy dixit), celebrar el acortamiento de la cola del paro y saludar el enfriamiento de la prima de riesgo. Pero haberla hayla (la tensión, se entiende) porque las declaraciones disonantes sobre el aborto según Gallardón se han convertido en episodio añadido de dispersión en el seno del partido en el poder.

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