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La Infanta y la Marca España
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Antonio Casado

Al Grano

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La Infanta y la Marca España

Los últimos años han sido demoledores para la imagen de España. Solo nos faltaba ahora este inesperado interés de los medios de comunicación internacionales por la

Los últimos años han sido demoledores para la imagen de España. Sólo nos faltaba ahora este inesperado interés de los medios de comunicación internacionales por la imputación de la hija del Rey.

Leña al fuego de una marca en horas bajas. Los últimos del ranking, ¿de cuál de ellos? Pues de casi todos, dice Chus Lampreave. Entre otros, el de la ejemplaridad de nuestros personajes públicos. En especial, aquellos que pagan con un “plus de codicia” privado (esas “reiteradas defraudaciones” al fisco de las que habla Castro) el plus de respetuoso acatamiento público cosido a lo que representan. El aristocrático “nobleza obliga” (honorabilidad por privilegios) se perdió hace mucho tiempo en la polvareda.

Es el primer caso de un miembro de la Familia Real en línea sucesoria de la Corona investigado por conductas presuntamente corruptas. Por un lado está el terrible daño a la imagen de la Monarquía. Por otro, la presentación del asunto simplemente como un episodio más. El más reciente, pero no el último, de los escándalos que salpican a las instituciones de nuestro país.

En la inusitada repercusión en la prensa extranjera de la imputación de la Infanta, algunos medios relacionan la noticia con el debate interno sobre la necesidad de que el Rey adelante las previsiones sucesorias y abdique en la persona del actual Príncipe de Asturias, lo cual desborda el alcance de la imputación y nombra la soga en casa del ahorcado. Hablo de un monarca que, con las velas agujereadas por los escándalos y los achaques físicos, tiene serias dificultades para seguir navegando con normalidad.

Mal camino es ese, probablemente alfombrado por esa inusual coincidencia de los dos brazos del Gobierno en el procedimiento (el fiscal y el abogado del Estado), al ponerse de parte de quien supuestamente engañó a la Hacienda Pública, que es la caja común alimentada con los impuestos de todos los españoles. Así es. Tanto el fiscal como el abogado del Estado discrepan del juez. Al igual que la Casa del Rey, aunque esta vez haya guardado las formas, y un sector de los medios de comunicación. Es decir, todos los que han puesto a los pies de los caballos a la Infanta por sobreprotegerla frente a “la pena de telediario”, hasta el punto de objetar los meritorios esfuerzos del juez Castro por conseguir que se haga justicia. Persisten en el error.

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