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Rubalcaba, por goleada
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Antonio Casado

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Rubalcaba, por goleada

Hasta sus enemigos reconocen en Alfredo Pérez Rubalcaba a un profesional de la política en su mejor sentido. Heredó un partido desahuciado y, a juzgar por

Hasta sus enemigos reconocen en Alfredo Pérez Rubalcaba a un profesional de la política en su mejor sentido. Heredó un partido desahuciado y, a juzgar por los últimos sondeos, ya empieza a ver tierra. En los casi dos años transcurridos desde el congreso de Sevilla, donde ganó la secretaría general del PSOE en leal y democrática disputa con Carmen Chacón, no ha hecho más que recibir escobazos. Desde fuera y desde dentro. Empezando por la persistente puesta en duda de su legitimidad y terminando por la declaración de su incapacidad como piloto de la resurrección socialista. Lo uno y lo otro han llegado a ser lugares comunes para referirse a un PSOE que, en manos de Rubalcaba, iba camino del hundimiento. Sin embargo, ha funcionado la apuesta por el saneamiento político e ideológico del partido, antes de acometer la renovación de programas y personas. Su hoja de ruta, tantas veces reprobada, se ha ido cumpliendo con germánica exactitud. Y los recurrentes escobazos contra su gestión se han perdido en la polvareda. Entre ellos, los dos más ruidosos: las primarias y el problema del PSC.

Siempre se dijo que las presiones internas acabarían por dinamitar la agenda de Rubalcaba obligándole a adelantar las elecciones primarias de candidatos a la Moncloa. Sonaba la misma canción cada vez que había una reunión del Comité Federal o tal o cual barón regional tocaba el tema en declaraciones de prensa. Bueno, pues se van a celebrar cuando Rubalcaba dijo que se iban a celebrar (después de las europeas, antes de las territoriales). Ya están todos de acuerdo con su doctrina: no distraerse con el quinielismo de candidatos hasta que no llegue el momento, pues hay mucho trabajo por hacer de cara a los ciudadanos.

Ha funcionado la apuesta por el saneamiento político e ideológico del partido, antes de acometer la renovación de programas y personas

Ahí está la votación de ayer sobre el espíritu y la letra de la decisión (calendario, reglamento de primarias regionales y nacionales). A favor, 261 votos. Y dos “patéticas” abstenciones (el entrecomillado sale de una conversación con un miembro de la dirección socialista).

El segundo gran quebradero de cabeza de Rubalcaba y su equipo en estos dos últimos años ha sido la cuestión de Cataluña. O sea, el cantado como irremediable divorcio con los socialistas catalanes, a causa de la presunta vocación de costalero nacionalista atribuida al PSC. Pues ni hubo ruptura PSOE-PSC, como llegaron a proponer veteranos dirigentes socialistas, ni Pere Navarro se convirtió en compañero de viaje de Artur Mas y Oriol Junqueras. Al revés, el asunto pasó por las urnas internas y una inmensa mayoría de los dirigentes socialistas decidió desmarcarse del frente nacionalista y hacer expresa declaración de catalanidad y españolidad. Lo vimos y lo oímos el jueves pasado en el Parlament. Y tengo ciencia propia para saber que detrás de todo eso hay muchas horas de trabajo y mucha paciencia de Rubalcaba, y de Pere Navarro, por supuesto, para superar la aparente contradicción que había entre un epígrafe del programa electoral del PSC (“por el derecho a decidir”) y una práctica política rentable sólo para los nacionalistas.

El jueves quedó claro que Pere Navarro y su partido no son compañeros de viaje del nacionalismo catalán. Y que PSOE y PSC han vuelto a un discurso único. Eso está más o menos resuelto. Problema distinto es el de las evidentes dificultades que están teniendo los socialistas para lograr que la opinión pública entienda, para que luego pueda compartir, en qué consiste eso de la vía federal como fórmula de re-acomodación de Cataluña en un orden constitucional previamente revisado. Es verdad que se trata de una fórmula discutible y discutida. Pero inequívoca en el compromiso por una Cataluña española.

Hasta sus enemigos reconocen en Alfredo Pérez Rubalcaba a un profesional de la política en su mejor sentido. Heredó un partido desahuciado y, a juzgar por los últimos sondeos, ya empieza a ver tierra. En los casi dos años transcurridos desde el congreso de Sevilla, donde ganó la secretaría general del PSOE en leal y democrática disputa con Carmen Chacón, no ha hecho más que recibir escobazos. Desde fuera y desde dentro. Empezando por la persistente puesta en duda de su legitimidad y terminando por la declaración de su incapacidad como piloto de la resurrección socialista. Lo uno y lo otro han llegado a ser lugares comunes para referirse a un PSOE que, en manos de Rubalcaba, iba camino del hundimiento. Sin embargo, ha funcionado la apuesta por el saneamiento político e ideológico del partido, antes de acometer la renovación de programas y personas. Su hoja de ruta, tantas veces reprobada, se ha ido cumpliendo con germánica exactitud. Y los recurrentes escobazos contra su gestión se han perdido en la polvareda. Entre ellos, los dos más ruidosos: las primarias y el problema del PSC.

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