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El lehendakari tiene un plan
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Antonio Casado

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El lehendakari tiene un plan

Horas después de su discreto encuentro con Mariano Rajoy en Moncloa, el lehendakari, Iñigo Urkullu, declaró: “Hasta ahora solo he encontrado una actitud inmovilista”. Hablaba de

Horas después de su discreto encuentro con Mariano Rajoy en Moncloa, el lehendakari, Iñigo Urkullu, declaró: “Hasta ahora sólo he encontrado una actitud inmovilista”. Hablaba de eventuales iniciativas para el asentamiento de la convivencia en Euskadi después del final del terrorismo anunciado en octubre de 2011. No es su caso. Urkullu se mueve. Tiene un plan orientado a la excarcelación escalonada de más de quinientos presos etarras a la luz del principio constitucional de la reinserción (artículo 25). El martes lo puso sobre la mesa de Rajoy y luego lo someterá a la consideración de los grupos parlamentarios a fin de afrontar con el mayor consenso posible “un final ordenado de la violencia de ETA y sus consecuencias”.

Dentro del Plan de Paz y Convivencia que acaba de aprobar el Gobierno vasco, entiende que lo más urgente es modificar la política penitenciaria con objeto de favorecer el desarme definitivo de la banda y la reeducación social de los etarras. O sea, se decide suavizar la política penitenciaria y luego, como consecuencia, se espera la reinserción por arrepentimiento. El orden lógico debería ser el contrario: los presos, uno a uno, van ofreciendo su voluntad de reinsertarse por arrepentimiento y, como consecuencia, se modifica la política penitenciaria. De ese modo se proyectará la carga de la prueba sobre quienes causaron el mal (medio siglo de terrorismo) y no sobre quienes lo sufrieron. ETA está en deuda con sus víctimas y con la sociedad. No al revés. Si la banda renunció a la violencia sin obtener absolutamente nada de lo que exigía bajo chantaje (autodeterminación, territorialidad, cambio de marco jurídico-político, amnistía), ¿por qué suponer que puede obtener lo que exige ahora (presos a la calle, aunque sea de forma individualizada y de acuerdo a la legalidad vigente), después de haber sido derrotada por el Estado de derecho?

Urkullu, los presos etarras y sus amigos políticos pecan de ingenuos si creen que les basta esperar sentados a que antes o después el Gobierno los saque de la cárcel si no hacen algo para merecerlo. Por ejemplo, el arrepentimiento

Supongo que esa es también la lógica de Rajoy al mantener la política penitenciaria como una pieza de la política antiterrorista a la espera de la disolución unilateral de ETA. A eso se refiere Iñigo Urkullu cuando califica de “inmovilista” al Gobierno. Y a eso se refieren quienes califican de “ingenuidad” que los demócratas se limiten a esperar sentados el comunicado de disolución de ETA si previamente no hacen algo para merecerlo. Por las mismas otros pensamos que Urkullu, los presos etarras y sus amigos políticos pecan de ingenuos si creen que les basta esperar sentados a que antes o después el Gobierno los saque de la cárcel si no hacen algo para merecerlo. Por ejemplo, el arrepentimiento.

El plan del lehendakari habla de una “reflexión autocrítica” de obligado cumplimiento, una vez disuelta la banda. Pero el arrepentimiento es un estado de ánimo de índole moral y no una firma de trámite bajo un texto probablemente fotocopiado. Se siente o no se siente. No se fabrica como salvoconducto para salir de la cárcel. Y un etarra que no se arrepiente no es un etarra reinsertado.

Más allá de medidas de acercamiento a cárceles próximas al País Vasco, es muy escaso, por no decir nulo, el margen legal que tiene el Gobierno en las actuales circunstancias (ETA no se ha disuelto y la doctrina Parot está viva para los condenados después de 2006) en orden a esa excarcelación escalonada, pero total, que propone el lehendakari. Propuesta audaz donde las haya, que ha hecho decir a Maite Pagazaurtundua (UPyD): “El PNV está blanqueando a ETA con la ayuda del Gobierno Rajoy”. Lo primero es obvio. Lo segundo es tremendamente injusto y no responde a la realidad.

Horas después de su discreto encuentro con Mariano Rajoy en Moncloa, el lehendakari, Iñigo Urkullu, declaró: “Hasta ahora sólo he encontrado una actitud inmovilista”. Hablaba de eventuales iniciativas para el asentamiento de la convivencia en Euskadi después del final del terrorismo anunciado en octubre de 2011. No es su caso. Urkullu se mueve. Tiene un plan orientado a la excarcelación escalonada de más de quinientos presos etarras a la luz del principio constitucional de la reinserción (artículo 25). El martes lo puso sobre la mesa de Rajoy y luego lo someterá a la consideración de los grupos parlamentarios a fin de afrontar con el mayor consenso posible “un final ordenado de la violencia de ETA y sus consecuencias”.

Iñigo Urkullu Mariano Rajoy Doctrina Parot