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El cine español, nido de rojos
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Antonio Casado

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El cine español, nido de rojos

Nuestro Tea Party de cercanías es muy sensible a las críticas de los cineastas españoles al Gobierno del PP. Curioso fenómeno. El proverbial patriotismo de la

Nuestro Tea Party de cercanías es muy sensible a las críticas de los cineastas españoles al Gobierno del PP. Curioso fenómeno. El proverbial patriotismo de la derecha sin complejos se detiene a las puertas del cine. Cualquier película extranjera es mejor. Además, el cine nacional es un nido de rojos y en su día tuvo la desfachatez de morder la mano que le da de comer, según reza el coro político y mediático que aún no ha perdonado el escrache a la posición del Gobierno de Aznar en la guerra de Irak.

Y once años después del “No a la guerra” y el posterior arropamiento de estos ingratos al socialista Rodríguez Zapatero, uno de cuyas primeras decisiones fue la retirada de nuestros soldados de aquel escenario bélico, la gente de nuestro cine sigue siendo vista como “los de la ceja”, aunque sólo una minoría participase en el famoso vídeo de apoyo electoral al PSOE. Da igual. De nada sirvió que uno de los triunfadores de la noche, David Trueba, apelase al pluralismo: “Aquí no todos votan al mismo partido”.

En la gala de los Goya afloró el malestar de los profesionales por el trato del Gobierno a un sector agobiado, como tantos otros, por la crisis económica y sus consecuencias: paro, disminución de espectadores, pérdida de actividad, falta de crédito. Sobre ese telón de fondo y después de un nefasto 2013, la subida del IVA cultural y el hachazo a las subvenciones (un 12,72 % menos en los presupuestos de este 2014) no presagiaban una velada apacible para el ministro de Cultura, que ha venido presidiendo la gala desde su creación hace 28 años.

Servidor no tiene ningún complejo en declararse un ferviente seguidor del cine español, porque habla de nosotros, de nuestra gente, de nuestra memoria común, de nuestro país, de nuestra lengua, de nuestra cultura, de nuestra forma de ver el mundo

Así que José Ignacio Wert puso tierra por medio. Con la excusa tonta de su agenda internacional (como su amigo José María Aznar en la Convención del PP), plantó a la gente del cine y no cumplió con su deber. “Es como si el ministro de Defensa no acude al desfile del Día de las Fuerzas Armadas”, según dijo el guionista Mariano Barroso, uno de los premiados. Pues eso.

No fue el único en afear la conducta del ministro o criticar el mal trato del Gobierno al cine español.

Otros premiados también denunciaron algunas causas del malestar de los españoles en general y las españolas en particular (un par de alusiones al aborto según Gallardón). No recuerdo ningún exceso verbal, ninguna grosería, ningún insulto. Nada que desbordase el legítimo derecho a expresarse en libertad. Muy fina es la piel de quienes se rasgan las vestiduras por que en la noche de los Goya los profesionales del cine no se limiten a agradecer las subvenciones oficiales.

Es como si estuvieran sugiriendo que quien recibe una subvención contrae una deuda política y queda inhabilitado para la crítica. Pero su argumento favorito es otro. “¿Por qué no le hacían esto a Zapatero?”, se preguntan,  como si hubieran pillado en falta a los que esa noche cometieron la osadía de censurar al Gobierno de Mariano Rajoy.

Por si el malentendido aún queda entre nosotros, queridos lectores, queridos foreros, servidor no tiene ningún complejo en declararse un ferviente seguidor del cine español, porque habla de nosotros, de nuestra gente, de nuestra memoria común, de nuestro país, de nuestra lengua, de nuestra cultura, de nuestra forma de ver el mundo. Este año viene con menos películas pero tan cargado de creatividad y talento como siempre. Contra viento y marea.

“Hoy en día hacer una película es un acto heroico”, decía el domingo por la noche el presidente de la Academia, González Macho. La gala de los Goya fue de nuevo una declaración de amor al cine español, tal y como la presentó Manel Fuentes. Me sumo.

Nuestro Tea Party de cercanías es muy sensible a las críticas de los cineastas españoles al Gobierno del PP. Curioso fenómeno. El proverbial patriotismo de la derecha sin complejos se detiene a las puertas del cine. Cualquier película extranjera es mejor. Además, el cine nacional es un nido de rojos y en su día tuvo la desfachatez de morder la mano que le da de comer, según reza el coro político y mediático que aún no ha perdonado el escrache a la posición del Gobierno de Aznar en la guerra de Irak.

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