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Fantasmas del siglo XX
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Antonio Casado

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Fantasmas del siglo XX

De repente se nos ha venido encima el siglo XX con carácter retroactivo. Como dosis de recuerdo puede ser de caballo si el incierto Gobierno de

De repente se nos ha venido encima el siglo XX con carácter retroactivo. Como dosis de recuerdo puede ser de caballo si el incierto Gobierno de Ucrania, dispuesto a todo “antes que entregar Crimea” (primer ministro, Arseniy Yatsenyuk), afronta el órdago ruso en esta república autónoma junto al Mar Negro. También Rusia está dispuesta a todo por defender sus intereses y los de la población filorrusa en Crimea y en el resto de Ucrania, según le dijo Vladimir Putin a Barack Obama en la larga conversación que mantuvieron el sábado pasado

Toca desempolvar los manuales. Y descubrir entonces con espanto el peligroso salto atrás del presidente ruso, mucho más cerca de la doctrina soviética de la “soberanía limitada”, según herencia recibida de Leónidas Brezhnev (últimos años sesenta), que de la doctrina Sinatra (1990), aplicada por Gorbachov en clave descentralizadora: autogobierno para los países satélites tras la caída del muro de Berlín. Ahora el oso ruso se siente en casa paseando por Sebastopol, atraca sus barcos de guerra en el puerto y toma posiciones frente a enclaves militares del Estado ucraniano mientras EEUU y Europa desencadenan tormentas de cerebros para diseñar un final feliz. De momento, sólo las consabidas apuestas por los medios políticos y diplomáticos, que nos distraen de la última palabra: la de Putin en relación con la de Obama. O la de Obama en relación con la de Putin.

Ese teléfono rojo nos excusa de inútiles apelaciones al derecho internacional o al resultado de reuniones apresuradas, como la cumbre europea de pasado mañana en Bruselas para estudiar la situación. El Rey de España y, el presidente Rajoy, pueden tener hoy acceso a información de primera mano si el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguei Lavrov, que se encuentra Madrid, tiene a bien explayarse sobre lo que su colega español, García-Margallo, ha calificado de “la más grave crisis desde la caída del muro en 1989”.

Aun jugando en casa, la Unión Europea parece un actor menor frente a Rusia y EEUU, que están reproduciendo un trasnochado capítulo de la llamada ‘guerra fría’

Los acontecimientos exigen una mirada atenta por nuestra parte. Ya no estamos solos, como en otras épocas, en un orden mundial institucionalizado. No vale decir que allí no se nos ha perdido nada. Hay abiertos varios escenarios y ninguno se encamina hacia un final feliz. Conviene ponerse en lo peor para que el miedo guarde la viña y active la memoria histórica. La Crimea de 2014 nada tiene que ver con la Serbia de 1914 (Sarajevo, en el origen de la primera guerra europea) o la Checoslovaquia de 1939 (Hitler quería más). Aquellas dos tragedias, afortunadamente, aunque hay quien piensa lo contrario, pillaron a España con el pie cambiado. Pero, ojo, la Crimea de 2014 sí se parece a la Georgia de 2008, cuando se reprodujo la llamada doctrina Brezhnev.

Este conflicto ya nos toca más de cerca por nuestra vinculación política y económica a la UE y militar a la OTAN. Conviene no olvidar nuestro encaje en el dispositivo antimisiles de EEUU. Y el socio norteamericano, en complicidad con sus aliados europeos, no parece dispuesto a que Rusia, como ya ocurrió en Georgia y los enclaves prorrusos de Usetia y Abjasia, vuelva a utilizar la fuerza militar como ‘muro’ de separación entre dos áreas de influencia: la rusa y la europea.

A poco menos de tres meses de las elecciones europeas, la crisis de Ucrania puede y debe entrar en campaña. Al menos como aprovechamiento de la oportunidad para constatar la gran debilidad de la UE: su falta de proyecto. Aun jugando en casa, parece un actor menor frente a Rusia y EEUU, que están reproduciendo un trasnochado capítulo de la llamada guerra fría.

De repente se nos ha venido encima el siglo XX con carácter retroactivo. Como dosis de recuerdo puede ser de caballo si el incierto Gobierno de Ucrania, dispuesto a todo “antes que entregar Crimea” (primer ministro, Arseniy Yatsenyuk), afronta el órdago ruso en esta república autónoma junto al Mar Negro. También Rusia está dispuesta a todo por defender sus intereses y los de la población filorrusa en Crimea y en el resto de Ucrania, según le dijo Vladimir Putin a Barack Obama en la larga conversación que mantuvieron el sábado pasado

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